Voy a hacer exactamente lo contrario de lo que creo que hay hacer: hablar de ese partido que, tras su golpe de efecto del pasado fin de semana, está en boca de todos. No me gusta Vox. No me gusta su credo, no me gusta su filosofía y no me gustan sus actitudes. Parte de su argumentario me parece peligroso e inquietante y, sinceramente, creo que lo mejor es no darle oxígeno ni pábulo alguno. Sin embargo…
Percibo dos tipos de actitudes mayoritarias con respecto a Vox en los últimos días: las denigrantes e insultantes y las menospreciativas. Con las primeras, lo único que se consigue es fomentar el victimismo de sus fieles y cimentar a unas bases que, al verse atacadas, se refuerzan entre sí. Y el menosprecio hacia la derecha más o menos extrema ya sabemos en qué termina derivando: Polonia, Italia, Hungría, Brasil…
Si de algo podíamos presumir en España era de no albergar a una extrema derecha xenófoba, racista, nacionalista y excluyente. Había ciertos iluminados que, en su indigencia mental y sectárea, sostenían que el PP era un partido repleto de actitudes fascistas. Pues miren por dónde, la derecha extrema, la de verdad, ya está aquí. Y haciendo más ruido del que nos pensábamos.
He estado leyendo las propuestas de Vox para Granada en su página web. Las hay tan genéricas que cualquiera podría suscribirlas. Propuestas basadas en palabros-recurso que sirven para construir cualquier discurso político, sea del signo que sea: optimización, implementación, remodelación, evaluación, participación…
Sobre cómo llevar a buen puerto todas esas cosas maravillosas que acaban en on, sin embargo, ni una palabra. Que está muy bien la pretensión de equilibrar el presupuesto municipal entre ingresos y gastos, pero ¿cómo casa con la promesa de bajar el IBI en un 30%?.
Y me escandaliza uno de los objetivos directos de Vox: cargarse los ayuntamientos y recentralizar la gestión. Al de Granada plantean reducirle las concejalías, de 14 a 8. Y el plan con los más pequeños es liquidarlos a lo bruto por la vía de una fusión-integración. Sobre el reparto de sus funciones y competencias, ya se verá.
Sin embargo, para instalar banderas y mástiles en cada plaza, para fomentar los valores familiares y para darle todo el poder de gestión al empresariado, Vox sí tiene planes transparentes y bien definidos. ¡Miedito!
Jesús Lens