En clave doméstica

Hoy publicamos este artículo en IDEAL, apegado a este verano que, siendo tan largo, todavía tiene tanta tela por cortar…

¡Anda que no vienen bien los Juegos Olímpicos como excusa! Cuando los amigos y conocidos me preguntan por el posible viaje de este verano, me escapo diciendo que no. Que este verano no voy a ningún sitio porque quiero disfrutar de unas Olimpiadas que, ocho años después, vuelven a celebrarse en “horarios” normales y asequibles para los espectadores europeos.

Teniendo dicha afirmación un poso de incuestionable verdad, lo cierto es que este año no salgo de viaje por una mezcla de desasosiego, intranquilidad, curiosidad y hasta una pizca de responsabilidad doméstico-económica.

Desconectar. Esa es una de las principales razones por las que nos tomamos vacaciones. En mi caso, desconectar para romper con las rutinas, descubriendo nuevos paisajes, nuevas gentes, nuevas músicas, comidas, costumbres, ritos y tradiciones diferentes. Y nada como estar en un país extranjero de habla exótica, con un desfase horario de seis u ocho horas, para que la desconexión sea total y absoluta. Pero, tal y como están las cosas, dados los acontecimientos que estamos viviendo, reconozco que ni debo, ni puedo… ni quiero desconectar. ¡Cómo me acuerdo de la célebre maldición china: “te deseo que vivas tiempos interesantes”!

Además, creo que es bueno, este año, gastar dentro de nuestras fronteras el escaso circulante de que disponemos en nuestras menguantes cuentas corrientes. Siempre he defendido que el turismo tiene una importancia capital en las economías de los países emergentes y en vías de desarrollo. ¡La de veces que he tenido que justificar mis viajes africanos en clave turística y cultural, y no asistencial u Oenegeísta! Por supuesto y afortunadamente, España no es un país del Tercer Mundo, pero todo lo que sea contribuir a la dinamización de nuestra economía, sobre todo en una Andalucía que acabará el 2013 con una tasa de paro de casi un 35%, empieza a ser una cuestión de estado.

Por mi parte, como buen aficionado a la música y en el convencimiento de que la cultura y la creatividad deben ser uno de los motores de desarrollo de nuestra tierra, estuve en el Jazz en la Costa de Almuñécar, el pasado fin de semana, y en Busquístar, a comienzos de agosto, para escuchar al grandioso trompetista Erik Truffaz. Después, no me perderé el Tendencias de Salobreña, que trae a Juan Perro y su Zarabanda y al inefable Albert Pla (aquí, el cartel).

Bebiendo Alhambras heladas, comiendo espetos de sardinas, migas con morcilla o las innovadoras tapas de auutor del Mesón Las Villas de Salobreña y durmiendo en los hostales de nuestros pueblos (ese San Juán salobreñero es impagable), aportaremos nuestro grano de arena al meneo turístico doméstico. Seguiremos comprando libros y yendo al cine, ahora más que nunca, a pesar de la salvaje e insensata subida del IVA. Porque, aún al ralentí y con la reserva en las últimas, el espectáculo debe continuar.

La economía, dejando a un lado su componente voraz y depredador, es como un tiburón: o se mueve continuamente o se ahoga y muere. Let’s play for the money!

Jesús Lens

RECORTAR CULTURA = SUICIDARSE

La columna de hoy en IDEAL, un grito al que, espero os unáis. Porque nos la jugamos. Estoy convencido y espero convenceros. Si lo veis, moved esta columna por ahí, calentando motores para la Rentrée, en Facebook, Twitter y por dónde os mováis. La cultura es cuestión de pasta, también. Pero, ¿tú qué opinas? Encuesta, en la Margen Derecha…

 

Que, en tiempos de crisis, sea lógico hacer recortes en Cultura es algo sobre lo que habría mucho que discutir. Hacerlo en Granada es, directamente, un sinsentido, un absurdo y un error estratégico rayano en el suicidio.

¿Alguien sabe qué modelo de ciudad queremos para Granada? ¿Nos creemos, aspiramos a ser la Capital Cultura de Andalucía? Leer en IDEAL el largo, completo y aterrador reportaje sobre los recortes de las áreas de cultura de las diferentes instituciones de la provincia era para echarse a llorar. Y no parar. Porque de su lectura se infiere que la Cultura sigue siendo un lujo accesorio, un capricho del que, cuando vienen mal dadas, se puede prescindir tranquilamente y sin menoscabo de intereses más legítimos.

Cuando escuchamos según qué opiniones y comentarios, constatamos que seguimos teniendo una visión “continental” de una Granada que jamás profundiza en sus contenidos. Granada, la ciudad de la Alhambra, el Albaycín y el Sacromonte. Granada, a las faldas de Sierra Nevada, las Alpujarras al sur y, de propina, el mar. Una perfecta postal. Para los turistas y viajeros que vienen un par de días, tan impresionante como inenarrable. Ahora bien, ¿nos conformamos con ser una ciudad de acuarela? Si queremos ir más allá tenemos que cuidar los contenidos de un continente sin duda exquisito. Y Granada debería tener un sustrato inequívoca -que no exclusivamente- cultural.

Preciosa estampa, pero ¿es suficiente?

La pregunta sería, por tanto, ¿qué es cultura? Quizá, para empezar a tener claro un modelo de ciudad, tendríamos que ponernos de acuerdo en esa cuestión. Al turismo, por ejemplo, se le ve cada vez más y mejor acompañado de su prima hermana, la industria. Lo que antes era un oxímoron, industria turística, hoy empieza a ser, por fortuna, un pleonasmo. Ya no hay turismo sin industria. ¿Cuándo conseguiremos que la expresión “industria cultural” no sea algo que chirríe a nuestros oídos o que, directamente, nos provoque las carcajadas?

Aquí si hay industria. Y cada vez mejor.

Mucho me temo que, en Granada, la cultura sigue teniendo algo de pose, de acontecimiento, de verse y dejarse ver. De continente, o sea. Pero la cultura es, también, sinónimo de dinero. De riqueza. De generación de empleo. De utilización de recursos. De pernoctaciones. De uso, disfrute y promoción de la hostelería. La cultura, cuando es industria, rinde. La cultura, bien gestionada, produce.

Por ejemplo, el Festival de Jazz y el Hocus Pocus, sus programas oficiales y todas sus extensiones, llenan de gente Granada, en noviembre. Dejan sin entradas al Isabel la Católica, pero también atiborran decenas y decenas de bares, cafeterías, restaurantes y hoteles de la ciudad, además de dar empleo a técnicos y especialistas de ramos muy diversos.

La magia y el jazz, además de ilusión y placer, generan PASTA

Cuando entendamos que cada euro bien invertido en Cultura sirve para generar y producir muchos otros euros a su alrededor, empezaremos a comprender dónde están parte de los auténticos y necesarios Brotes Verdes de la economía granadina.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.