Ira Dei

Las ciudades con historia suelen ser, por lo general, ciudades con historias. Por ejemplo, La Laguna, en Tenerife; una ciudad cuyo hermoso casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad, para deleite de turistas, viajeros y visitantes. Pero, también y en ocasiones puntuales, para horror de los vecinos, sobre todo, cuando tienen que emprender algún tipo de obra o reparación en sus preciosas casas.

 

Por eso, cuando unos obreros se dan de bruces con lo que parece una cripta, en el subsuelo de La Laguna, no se extrañan excesivamente. Cuando comprueban que en su interior hay un amasijo revuelto de antiquísimos restos humanos, amontonados sin orden y concierto; la cosa cambia. Y se complica. Sobre todo, porque no hace mucho tiempo que en La Laguna ha aparecido una persona muerta, aunque ésta a ras de tierra; asesinada y con la cabellera cortada. Y, lo que es peor, porque una mujer está a punto de ser asaltada y muerta, siguiendo el mismo patrón criminal en lo referente al cuero cabelludo.

Ni que decir tiene que la vida del inspector Galán, de la policía tinerfeña, está a punto de complicarse. Y la de Morales, su segundo. Y la de Olga, una investigadora de la cultura guanche, experta en enterramientos, a la que llaman para que dé su opinión profesional acerca del siniestro osario recién descubierto.

 

Aunque, para complicaciones, las que llegarán cuando una jovencita, descarada y maliciosa periodista de uno de los diarios locales empiece a publicar información caliente sobre la posibilidad de que haya un asesino en serie actuando en la localidad. ¡Menos mal que Galán cuenta con buenos aliados, como ese inefable inspector Luis Ariosto! Inefable y paradigmático porque, si bien es cierto que es inspector, no lo es menos que lo es… pero inspector de Hacienda. Y que su participación en la investigación le da a la misma el necesario toque de frescura y surrealismo que precisa.

A través de diferentes tramas argumentales y protagonizada por personajes muy distintos, que incluyen a las deliciosas, nobles y vetustas tías de Ariosto; la novela de Mariano Gambín es de esas escritas pie a tierra, impregnadas de un aroma local que las hace creíbles para el lector. Personajes con enjundia, a los que nos gusta acompañar en sus correrías y por cuya suerte somos capaces de sufrir varios sobresaltos a lo largo de la narración.

Y está, después, la vida intramuros. Lo que pasa dentro de una catedral, en el interior de una casa que debería estar vacía o, incluso, lo que ocurre en el subsuelo de una ciudad interior, excavada bajo tierra. Porque en esta sociedad supuestamente transparente y Gran-Hermanada, sigue habiendo muchos secretos. Y disimulos. Y suplantaciones. Y enigmas. En una sociedad que trata de hacer tabla rasa con el pasado, el peso de la historia puede servir para resolver varios crímenes. Y para evitar algunos otros.

 

Porque la realidad, además de ahí fuera; está ahí dentro: en los archivos, en los viejos legajos, en las hemerotecas. La verdad está en los libros, como Galán, Ariosto y los demás protagonistas de “Ira Dei” nos demuestran.

Jesús Lens

Ahora, veamos 30 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011