O no.
Si eres seguidor de las Redes Sociales, habrás visto que esta semana ha habido una palabra que se ha repetido con especial insistencia: Periplo. Y un lugar: el tinerfeño Puerto de la Cruz.
Una vez terminada la segunda edición del Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras, es hora de hacer balance.
Un balance doble y… desdoblado en dos partes.
La primera, la presencial.
La segunda, virtual.
El lunes pasado arribaba al aeropuerto de Tenerife Norte y de allí, directos al Puerto, a comer, que eran cerca de las cuatro de la tarde. Una preciosa calle estrecha, bien cuidada, llena de flores y de color. La calle de la verdad. Un garito: Casa Pache. Unas mesas en la calle y un grupo de gente apurando la comida. El equipo de producción de Periplo.
Una birra, unas papas arrugás y un atún después; ya charlábamos como si nos conociéramos de toda la vida. Además, me quedé muy tranquilo: Eduardo García Rojas, encargado de hacerme la entrevista pública en la carpa montada en el exterior del Museo Arqueológico, resultó ser un cinéfilo de pro, además de un extraordinario conversador. Así que, yo, calmaooooo.
A partir de ahí, me sumergí en los contenidos de Periplo, en las exposiciones, los talleres, las charlas, las presentaciones… Un programa extraordinario, rico y repleto de actividades. De las que fomentan la participación, de las que estimulan y animan a levantarse del sillón y ponerse en marcha, a hacer cosas.
Lo que no es de extrañar cuando, charlando con Marcelino, uno de los responsables de Periplo, me decía que otro de los inspiradores, creadores e ideólogos del festival es Antonio Lozano.
Ustedes lo conocen porque ha estado en Granada infinidad de veces y siempre hemos aprovechado para hablar con él, y con vosotros, de libros, de inmigración, de viajes…
En una de aquellas presentaciones le describí como uno de esos tipos que, además de hacer cosas, consiguen que pasen cosas a su alrededor. De hecho, es uno de los inspiradores de este artículo, que publiqué en IDEAL hace ya más de un año: “Gente interesante”.
Por ejemplo, Periplo.
Una cita que ha permitido hablar con personas del calibre y el talento de Javier Reverte, Xavier Moret, Eduardo Riestra o el propio Antonio Lozano. Y de conocer a otros muchos autores, escritores y viajeros.
Además, en lo personal, tuve el alegrón de saludar a dos amigos escritores, del ramo negro y criminal, que tuvieron la gentileza de venir a mi charla: Mariano Gambín y Javier Hernández Velázquez. ¡Y a Alejandro! Pero del encuentro con Alejandro hablaré en otro momento. Él sabe el porqué.
La charla fue bien. Cuando la gente te hace sentirte a gusto, se nota. Y la gente de Periplo lo consiguieron, desde el minuto uno. Además de lo agradable de conversar con Eduardo. Al terminar, alguien dijo: “erais como dos amigos de casquera, en la barra del bar”.
Y así fue… aunque Emilia no me dejara subir una birrita al escenario 😉
De las conversaciones en Casa Pache ya habrá tiempo de hablar. Más adelante. Porque ya hemos llegado al miércoles, cuando volví a Granada y me asomé al Magic, para disfrutar del primer concierto de la temporada de la asociación de jazz de Granada, Ool Ya Koo.
Pero, ¿había terminado ya Periplo?
No. Es decir, físicamente ya estaba en Granada. Pero gracias a las redes, he podido seguir disfrutando de Periplo estos días: las presentaciones, las charlas, los talleres… hasta de cómo iban quedando los descomunales grafitis del colectivo “Sabotaje al Montaje”.
He tomado notas de libros y recomendaciones, de máximas viajeras y de propuestas para hacer nuevos viajes. Y ya cuento los días para que, terminando el próximo verano, haya un nuevo Periplo.
Mientras, toca volver a leer, descubrir, conocer y viajar.
Porque los buenos festivales, y Periplo lo es, se convierten en un estado mental que te anima a ver la realidad con ojos más inquietos, atentos e inquisitivos.
A todos, a todas; a ese pedazo de equipo descomunal… ¡Gracias!
Y, por supuesto… ¡seguimos!
Jesús Lens