De los miles de conciertos que he visto en mi vida hubo uno radicalmente fundacional. Tanto, que cambió mi forma de entender la música y, por extensión, mi forma de entender la vida. Y a él le dedico mi columna de IDEAL de hoy.
Fue el de Joe Zawinul en el Festival de Jazz de Granada de hace ya muchos, muchos años. La modernidad y la tecnología más contemporáneas puestas al servicio de los ritmos más antiguos y tradicionales de la historia de la humanidad. Samplers, mezclas y DJs junto mezcladas con percusiones atávicas y los instrumentos más sencillos que imaginarse puedan.
La voz del venerable Zawinul, distorsionada por las máquinas, confrontada a la voz desnuda y salvaje de una Sabine Kabongo que bailaba por todo el escenario, como en estado de trance.
The Zawinul Syndicate era una máquina de hacer música que conectaba el siglo XXI más rabiosamente contemporáneo con los ritmos primitivos, ancestrales y telúricos de una tierra milenaria. No era de extrañar que, comandada por un anciano austriaco, la banda estuviera conformada por europeos, norteamericanos, latinos y africanos.
A mí, la música me ha hecho internacionalista y en Zawinul encontré el faro y la guía por la que regir mi vida creativa, desde que lo escuché por primera vez. De entre todas sus canciones, hay una que me parece especialmente magnética y seductora: “Café Andalusia”, quintaesencia de su estilo. Puedo escucharla cincuenta veces seguidas, sin cansarme, encontrándole matices y ecos diferentes en cada audición.
Fusión y mestizaje, el latido de la tierra y la música del espacio, los ecos de Oriente chocando contra el malecón del Caribe, la Europa más fría derritiéndose con el calor africano. Para mí, Andalusia es todo eso. Y más. Porque Andalusia es un estado mental, una creación mitológica que hunde sus raíces en la fantasmagórica Atlántida radicada en Doñana.
Ayer se presentó Andalusian Soul, el eje turístico que tratará de vender nuestra tierra en mercados lejanos. Granada, Córdoba, Málaga y Sevilla; decididas a dejarse el alma para traer a turistas de allende los mares. Una presentación repleta de conceptos como producto, dinámica de trabajo, marca, desestacionalización, sector turístico, poder adquisitivo, riqueza, etcétera.
Conceptos todos ellos necesarios, sin duda. Pero a mí, hoy, déjenme soñar con la otra esencia de Andalusia mientras escucho a Zawinul. Con su poesía, sus fragancias y aromas, sus sabores a tierra madre y la música del viento sonando entre los olivos.
Jesús Lens