Terminábamos la anterior entrega de Cine con Swing hablando de Eastwood y de Bird, AQUÍ. Ahora… ¡segumos!
Clint Eastwood, además de ser actor y director de cine, es músico. De hecho, ha firmado la banda sonora de algunas de sus propias películas. Pero, además, como gran amante del jazz, dirigió “Piano Man” como parte de un proyecto inspirado (y producido) por Martin Scorsese: seis documentales musicales que bucean en el alma musical del ser humano.
Hay muchos documentales sobre el mundo del jazz, que recogen imágenes reales e interpretaciones de decenas de músicos. Pero uno de los mejores y más reconocidos por la crítica es “Let’s Get Lost”, protagonizado por Chet Baker y filmado justo antes de su fallecimiento. De hecho, el músico murió en Ámsterdam, mientras la película estaba en fase de montaje. Nos encontramos ante un documental elegíaco en el que contrasta la atractiva belleza del trompetista cuando era joven con su deteriorado y demacrado aspecto, al final de su vida. Escrito y dirigido por el fotógrafo Bruce Weber, el documental ganó uno de los premios del Festival de Venecia y estuvo nominado al Óscar y es una íntima y sentida reflexión sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la vida y la explosión de las pasiones.
En ese sentido, también es muy emocionante la película que Michael Radford escribió y dirigió en 2001 para el pianista francés Michel Petrucciani. Nacido en 1962 y aquejado desde su nacimiento de una osteogénesis imperfecta que le impidió un crecimiento normal, Petrucciani era tan frágil que se fracturaba los huesos de las manos si no tenía cuidado cuando tocaba el teclado de su piano. Batallador como él solo, superó todas las barreas hasta convertirse en un genio de una creatividad y una pasión desbordantes, elementos en los que bucea la película de Radford, utilizando para ello imágenes de archivo del músico, grabaciones y entrevistas con sus familiares, amigos, mujeres y amantes.
Pero los músicos de jazz no parecen, solo, en las películas documentales. Por ejemplo, en “Round Midnight”, Bertrand Tavernier, además de construir el mejor de los clubes posibles, reunió a los mejores músicos de jazz de los 80, y no solo para interpretar y grabar la banda sonora compuesta por Herbie Hancock, sino para que aparecieran en pantalla como los músicos con los que toca el protagonista, Dale Turner, interpretado por el saxofonista Dexter Gordon. Así, además de al propio Hancock al piano, podemos ver (y escuchar) a Wayne Shorter, a Freddie Hubbard o a Ron Carter.
Y precisamente Ron Carter aparece interpretando a un contrabajista, también, en otra de esas películas que no solo cuentan una historia, sino que tratan de filmar la esencia de la música. La esencia del jazz. Hablamos de “Kansas City”, de Robert Altman, un filme libertario cuyas mejores secuencias se desarrollan en el interior del The Hey Hey Club, uno de esos garitos en los que nació el Be Bop y en los que se desarrollaban las famosas Batallas de Jazz en las que los mejores músicos rivalizaban sobre el escenario, improvisando melodías basadas en estándares clásicos. Largos y extenuantes solos de saxo o trompeta que eran contestados por los demás músicos, que tocaban toda la noche, sin descanso, hasta que el amanecer marcaba el final de la batalla. Que no de la guerra. Eso sí, al que no daba la talla sobre el escenario… ¡lo expulsaban! Sin miramientos ni contemplaciones. Y es que había que ser muy bueno para tocar en Kansas City.
Altman se hizo construir su personal versión de The Hey Hey Club y allí filmó todas las secuencias musicales de la película, además de rodar un documental mientras se grababa la banda sonora, en vivo y en directo, con las mesas del club rebosantes de espectadores que, vestidos como en los años 30, bebían y fumaban sin parar. Porque la famosa Prohibición, a según qué locales, nunca les llegó a afectar.
Pero si hay una ciudad a la que todos identificamos con el jazz, ésa es Nueva Orleans, cuna y origen de una música que empezó a ser interpretada por los esclavos africanos que llegaban a un lugar de resonancias mágicas: Congo Square. Y, desde allí, al mundo entero. Aunque hay varias películas en que aparecen la ciudad más europea de los Estados Unidos, ha sido una serie de televisión, “Treme”, la que un mejor y más sentido acercamiento ha hecho a la esencia musical de Nueva Orleans, consiguiendo que las actuales estrellas del jazz contemporáneo aparezcan en pantalla, interpretándose a sí mismas en cameos más o menos largos. ¡Qué gustazo, encontrarse a Trombone Shorty, Dr. John, Coco Robicheaux, Allen Toussaint, Elvis Costello, Steve Earle, McCoy Tyner, Cassandra Wilson o Terence Blanchard; a muchos de los cuáles hemos podido ver y escuchar en el Festival de Jazz de Granada o en el Jazz en la Costa de Almuñécar.
Treinta y seis episodios divididos en cuatro temporadas son los que David Simon y Eric Overmyer, autores de la mítica serie “The Wire”, pusieron en marcha para la cadena HBO. La serie comienza tres meses después del paso del Katrina y alberga multitud de personajes y de tramas argumentales: chefs de cocina cajún, indios, rituales, abogados, profesores universitarios, el Mardi Grass y, por supuesto, la música.
Como señala Simon, a modo de reflexión sobre el sentido y el alcance de la serie: “de lo que de verdad habla Treme es de la importancia de la cultura en la vida de una ciudad americana, quizá la más especial de todo el país como es Nueva Orleans”.
Jesús Lens