Salí a correr el pasado jueves, festivo, un poco después de las dos de la tarde. Fue una carrera corta de unos 10 kilómetros, pero alegre y disfrutona. Esa mañana había amanecido pasadas las diez e invertí varias horas en leer la prensa del día y en repasar artículos, entrevistas y reportajes antiguos, cuidadosamente amontonados en inestables columnas de papel.
El día anterior, jugando al baloncesto, me encontré como hacía tiempo: activo, ligero y saltarín, corriendo arriba y abajo, reboteando, taponando y encestando. ¡Y cómo disfruté del concierto del Magic, después!
Es lo que tiene estar descansado. Que, de repente, todo te sale mejor. La música suena más armónica y acompasada, los colores lucen más y los adjetivos encajan con precisión.
Estos días me he hartado de ver cine. Y de leer. De ver baloncesto. Y de dormir. De hacer deporte… ¡y de escribir! Hartado, en el sentido metafórico de la expresión, por supuesto.
- Claro. Para eso son las vacaciones y los días festivos -podrían pensar ustedes. Y no les faltaría razón. Pero es que estos días me han servido, y mucho, para avanzar en varios frentes creativos y laborales.
No hay como salirse de la rutina y alejarse del día a día para ver las cosas en perspectiva, tener una visión de conjunto… ¡y avanzar! Sobre todo, cuando dedicas tiempo y esfuerzo a la nada más absoluta. En sentido figurado. Al descanso. A la contemplación. A la reflexión.
Corriendo, no solo “escribí” esta y otro par de columnas más, sino que también conecté ideas para algún reportaje y organicé varias cuestiones de trabajo que andaban revoloteando y no terminaban de aposentarse.
Sin embargo, lo que no conseguí fue urdir tramas y personajes para un par de cuentos que me apetece escribir. Es lo que tiene liberar la mente: tira hacia donde quiere, regalándote las conexiones neuronales más insospechadas.
Paradoja: pocos días me resultan más productivos, creativa y laboralmente, que los días de vacaciones. Por eso creo tan poco en los métodos coercitivos, en las imposiciones, en el presencialismo a ultranza, en el echar horas, en el aparecer y aparentar…
La Crisis, por desgracia, nos ha hecho retroceder años luz. Se nos llena la boca hablando de los modelos Google o Apple cuando, en la práctica, estamos volviendo a un sistema capitalista industrial cuyo objetivo es exprimir al trabajador hasta el agotamiento.
Jesús Lens