La columna de hoy viernes de IDEAL. ¿Otro mundo en posible?
«Eso se lo dirás a todos», piensa Manuel cuando le comento que, de todas las charlas que doy a lo largo del año con relación al crédito social, los Montes de Piedad y el microcrédito; la que me invitan a impartir en SETEM es la más agradable, interesante y encantadora de todas. Con diferencia.
Y lo es porque, haciendo un tremendo frío en el aula del Paseo de los Basilios, pocos ambientes más cálidos se pueden encontrar para un ilustrativo y creativo intercambio de ideas y opiniones: un público de unas treinta personas que escuchan la charla atenta y pacientemente, pero que después la cuestionan. Y preguntan, apostillan, critican y comentan, incluso cuando ya hace rato que deberían estar tomando café. Y todo ello, un sábado por la mañana.
El marco en que se desarrollan estas charlas es el de los ciclos de Educación para el Desarrollo que, desde hace quince años, viene organizando SETEM, «una Federación de ONGs de solidaridad internacional que centra su trabajo en concienciar a nuestra sociedad de las desigualdades Norte-Sur, denunciar sus causas y promover transformaciones sociales, personales y colectivas, para conseguir un mundo más justo y solidario».
Y, sinceramente, no se pueden hacer idea de lo reconfortante que resulta ver que, durante cerca de quince semanas, un grupo de personas invierten las mañanas y las tardes de los sábados en estudiar, aprender y formarse… con el fin de ayudar a los demás.
Rocío, una de las participantes en el ciclo formativo, me decía lo siguiente: «soy una persona que necesita sentirse útil, pero sentirme útil de verdad. Me encanta la idea de colaborar, de comprometerme, de aprender con los demás; me gusta hacer cosas que, en la medida de mis posibilidades, sirvan a alguien o para algo que no sea mi propio beneficio. Aunque tú también te beneficias… pero de eso te das cuenta después.» Y lo dice con la humildad y el convencimiento de una envidiable juventud, cargada de optimismo y confianza en el futuro.
Hace tiempo leí una de esas frases lapidarias que, con muy pocas palabras, tanto dicen: «O formas parte de la solución, o formas parte del problema. Si no, formas parte del paisaje.» Rocío y sus compañeros no se resignan a ser aquellos veintegenarios que cantaba Albert Pla: Jóvenes pero ancianos / ya nacimos cansados / pasa el tiempo despacio / somos veintegenarios… aquí nos quedaremos / no moveremos ni un dedo / pasaremos de tó de tó…
Rocío y sus compañeros trabajan, luchan y se esfuerzan por ser parte de la solución. Y para ello utilizan uno de nuestros tesoros más preciados: el tiempo. Da gusto comprobar cómo, en estos tiempos de pereza y abulia generalizadas, hay personas empeñadas en desmentir tópicos y lugares comunes. Personas convencidas de que otro mundo es posible, pero que, para alcanzarlo, no basta con proclamas, buenos deseos y mejores intenciones.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.