La primera persona ambigua

Hace unas semanas planteábamos en esta sección la cuestión de la escritura en primera persona (leer AQUÍ), algo que en el género negro y criminal adquiere una singular importancia. Que la acción avance a través de los ojos, la mirada y la interpretación de un solo personaje es tan atractivo como complejo. Si ese personaje es un investigador, sea una policía como Petra Delicado; un detective privado como Philip Marlowe; un periodista, juez o abogado… podemos confiar en ella o en él. Se podrá equivocar, le faltarán datos o tardará en atar cabos, pero es fiable. 

¿Qué pasa, sin embargo, cuando la primera persona se corresponde a un personaje dificilito, extraño, complicado y complejo? Empecemos hablando de una novela que no es ni policíaca ni ‘noir’… sobre el papel. En la preciosa ‘Memorias de Leticia Valle’, de Rosa Chacel, nos dejamos guiar por una niña preadolescente de once años que nos cuenta lo que pasa a su alrededor. O, mejor dicho, su interpretación de lo que pasa. Su versión. 

De una forma magistral, Chacel apenas muestra una mínima parte de los hechos, dejando en sombra, apenas apuntado, todo lo que podría haber pasado. ¿Se entera Leticia Valle de lo que ocurre a su alrededor? ¿Es consciente de lo que provoca cuando habla y cuando calla, cuando entra y cuando sale, cuando va y cuando vuelve? ¿Sabe, interpreta bien lo que hace, lo que le hacen y lo que le dejan de hacer? Ese es el ambiguo y turbio juego que plantea Chacel en una novela que, al terminar, tienes que volver a comenzar a leer dado que final y principio, omega y alfa, caminan de la mano y se engarzan en un bucle sin fin por siempre jamás.

Algo parecido ocurre en un libro del que les llevo hablando varias semanas: ’48 pistas sobre la desaparición de mi hermana’, la novela más reciente de Joyce Carol Oates, publicada por RBA. En el propio título está ya esa primera persona que nos va a contar la historia. O, de nuevo, su versión de la historia. Ella es Gigi, la hermana pequeña de la bella, hermosa y exitosa Marguerite, que desaparece súbitamente del pequeño pueblo del estado de Nueva York en que viven sin dejar (apenas) rastro.

Gigi será la encargada de ‘presentarnos’ a Marguerite a la vez que tiene la misión de conducirnos por la investigación sobre su desaparición que emprenden la Policía primero y un detective privado después. Una investigación que no será nada fácil ya que, como veremos, se enfrentará a diferentes y sucesivos imponderables. 

La autora utiliza diversos recursos gráficos para guiarnos y ¿confundirnos?, de los paréntesis a la letra en cursiva. ¿Qué son hechos objetivos y qué es interpretación, opinión o incluso fabulación de Gigi? ¿Qué es realidad y qué es ficción? Joyce Carol Oates nos regala una novela de nuevo repleta de ambigüedad que nos invita a jugar y fantasear. Y a sufrir. Por Marguerite. Con y por Gigi. Y sus circunstancias. 

Hay páginas memorables y durísimas, como es habitual en esta prodigiosa autora. Por ejemplo, este párrafo sobre la conocida Autopista de las Lágrimas “donde se encontraron decenas de cadáveres de mujeres, la mayoría de ellas nativas, entre 1970 y la actualidad”. Y esa otra carretera, entre Oklahoma y Texas “donde durante décadas los cuerpos de numerosas mujeres y niñas, muchas de ellas jamás identificadas, han sido abandonados en las cunetas. La tierra está empapada de sangre de los cuerpos de mujeres y niñas violadas, asesinas y desechadas”.

Para otro día nos dejamos las primeras personas de ‘Zombi’, de la propia Carol Oates, y al bueno de Jim Thompson. Van a flipar. 

Jesús Lens

‘Adictos al crimen’, un nuevo club de lectura

Aunque vivimos tiempos inciertos y no se lleva lo de hacer planes o poner en marcha nuevos proyectos con visos de continuidad y perdurabilidad en el futuro, con la llegada de 2021 arrancamos un nuevo Club de Lectura en Granada Noir, junto a la librería Picasso y los diferentes sellos editoriales del grupo Penguin Random House Mondadori.

Lo hemos llamado ‘Adictos al crimen’ y, como les decía, empezamos este mismo mes, leyendo a Benjamín Prado y su novela ‘Todo lo carga el diablo’, publicada por Alfaguara. Se trata de una nueva entrega de la saga protagonizada por Juan Urbano que, en esta ocasión, investiga las vidas de tres mujeres deportistas de la II República.

Juan Urbano es un detective muy peculiar dado que su profesión real es… profesor de instituto. Y escritor vocacional. A lo largo de cinco entregas, Benjamín Prado nos ha ido contando sus diferentes casos, habiéndoselas visto con ladrones de niños y con espías de diferentes pelaje, por ejemplo.

También reputado poeta, recuerdo a Benjamín Prado, ataviado con un sombrero que le asemejaba a un tahúr del Mississippi, en una actuación del grupo Pereza. ¿Pudo ser en el marco del Festival de Poesía de Granada? Juraría que sí. En el Parque Federico García Lorca, en un concierto, rodeados de gente. ¡Qué tiempos!

En principio, y mientras La Cosa siga mal, no nos podremos reunir cara a cara en la propia librería Picasso, que es lo que nos pide el cuerpo. Lo haremos a través de alguna plataforma. ¡Qué remedio! Así es la lectura en los tiempos del Zoom. La lectura compartida, quiero decir. Porque si leer es una actividad solitaria por naturaleza, nada más placentero que juntarse para comentar el libro o el cómic de turno.

Hace unos días, por ejemplo, estuvimos cerca de hora y media hablando de ‘Ave del paraíso’, de Joyce Carol Oates, galardonada este año con Premio Pepe Carvalho de BCNegra 2021. Y hubiéramos seguido dándole a la lengua si la plataforma no nos hubiera echado… por segunda vez.

En ‘Adictos al crimen’ vamos a leer a autores y autoras nacionales y extranjeros. Después de disfrutar de la narrativa de Prado nos trasladaremos nada menos que a Calcuta de la mano del autor hindú Abir Mukherjee. Ahora que viajar al extranjero es una quimera, nada como el cine y la literatura para trasladarnos lejos y conocer otros países, otras culturas. Si les apetece conocer más sobre ‘Adictos al crimen’, contacten conmigo a través de jesus.lens@gmail.com

Terminamos esta entrega de la sección semanal dedicada a la cultura negra y criminal recomendando la lectura de un tebeo: ‘Tórax 1975’, de Pablo Lara y Jaime Martínez, recién publicado por Evolution Cómics. Mientras Franco agoniza, a un policía novato recién llegado a Tarrasa le toca investigar un caso que todo el mundo quiere cerrar demasiado rápido. Un caso que le llevará a un lugar muy peculiar: el sanatorio para enfermos de tuberculosis de la localidad, popularmente conocido como Hospital del Tórax.

A camino entre el noir de manual y el género fantástico-terrorífico, ‘Tórax 1975’ surge de la fértil imaginación de Pablo Lara, coguionista de ‘El Ministerio del Tiempo’. Como él mismo cuenta, la idea era hacer una serie de tres temporadas. Cada una contaría la investigación de un caso. Esta habría sido la primera. De momento, es un cómic. ¿Con hechuras de storyboard? Veremos.

Me lo he pasado en grande con un cómic en que el dibujo de Jaime Martínez responde perfectamente a una narración repleta de sorpresas y de giros de guion, con un protagonista carismático que pide a voces continuar con sus aventuras.

Jesús Lens