El ‘Corto Maltés’ del siglo XXI

Algo le faltaba a este verano para ser un verano como Dios manda. Un verano auténtico y verdad. Un veranazo. Y lo que le faltaba era leer Corto Maltés. Sobre todo porque Norma Editorial acaba de publicar lo más reciente sobre el marino —¿y pirata?— surgido de la fértil imaginación de Hugo Pratt. Se titula ‘La reina de Babilonia’ y es la segunda entrega de un Corto Maltés que, viajero en el tiempo, se ha trasladado al siglo XXI. Hablamos, cómo no, del Corto Maltés de Martin Quenehen y Bastien Vivès.

Ustedes saben que soy un acérrimo defensor de los pastiches, secuelas, continuaciones, precuelas, spin offs, reboots y demás fórmulas al uso que permiten seguir dando vida a nuestros personajes y universos de cabecera. La clave, siempre lo hemos dicho, es que se haga bien. Por lo demás, libertad total y absoluta a los creadores. De hecho, eso es lo que quería el propio Hugo Pratt, como decía en un documental sobre su vida y su obra, tan trenzadas ellas.  

En el caso de Corto Maltés, el mítico personaje surgido del fondo del océano, hijo de la Niña de Gibraltar, una gitana de Sevilla, y de un marinero de Cornualles; tenemos a nuestro alcance tres hilos narrativos, todos ellos excelentes. El primero, el clásico por excelencia, lo constituyen los doce álbumes de Hugo Pratt, por supuesto. Esa obra maestra atemporal del género de aventuras que no se termina nunca.

A continuación, los cuatro soberbios tomos —hasta la fecha— de nuestros Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, que continúan el legado histórico de Pratt y van rellenando y completando huecos de una biografía ‘bigger than life’, más grande que la vida, trazando conexiones entre los personajes secundarios y ampliando el abanico de escenarios y tramas. Por ejemplo, en una Europa cada vez más convulsa que asiste al auge de los fascismos. 

Y nos queda el Corto Maltés contemporáneo, del que son ‘culpables’, benditos culpables, el guionista Martin Quenehen y Bastien Vivès. Como hiciera Pratt, sitúan al personaje en el centro de la geopolítica mundial de un Planeta cada vez más globalizado, por lo que el individualismo de Corto, al estilo del Rick de ‘Casablanca’, resulta más transparente aún. En ‘Océano negro’ buscaba un tesoro de los Incas y se enfrentaba al resurgir del fascismo en Japón, además de asistir al 11S, verse involucrado en una trama de tráfico de cocaína y cruzarse con los ecologistas.

En ‘La reina de Babilonia’, la entrega más reciente del personaje, pasará por unos Balcanes en los que la herida del cerco de Sarajevo aún palpita y terminará en la antigua Irak asolada por la guerra desencadenada por Estados Unidos tras el ataque a las Torres Gemelas. 

El dibujo de Vivès, de un blanco y negro refulgente que conforma una infinita gama de grises, luce especialmente en las viñetas nocturnas. Y en los escorzos que provoca la acción. Y en las sombras de los rostros. Y en los bocetos de los paisajes de las ciudades. Y en el mar, claro. Siempre el mar. La radicalidad estética del artista francés es una gozada que, al principio, exige al lector un plus de atención. No tardará, sin embargo, en navegar por esas páginas a toda vela. 

A ver si este verano aprovecho para leer los preciosos y artísticos libros sobre Hugo Pratt publicados por la editorial Confluencias. Y, por supuesto, para releer ‘La balada del mar salado’ con la que todo comenzó. A partir de ahí, seguro que vuelven a caer los 18 álbumes que, hasta la fecha, conforman el fascinante universo Corto Maltés, ése que no se termina nunca. 

Jesús Lens

El eterno retorno de ‘Blacksad’

Intento recordar la primera vez que leí ‘Blacksad’, pero no lo consigo. He mirado la fecha de edición de mi ejemplar de ‘Un lugar entre las sombras’, el primer álbum de esta serie prodigiosa, y es de 2006, pero estoy convencido de que lo leí antes. ¿Me lo prestaría mi querido Jorge? Él siempre ha sido de los desprendidos y generosos. Yo no: tengo una relación tóxica con mis tebeos y soy más posesivo y egoísta que Gollum con el anillo. 

Da igual. Para mí, es toda una vida, que diría el tango. Escribo esto nada más terminar la primera lectura de la segunda entrega de ‘Todo cae’, el nuevo tótem que acaban publicar nuestro Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales en Norma Editorial. Digo bien la primera lectura porque vendrán más, muchas más. La siguiente, mañana mismo, que el sábado presentamos el álbum a las 17.30 en Cómic Stores y hay que estar a la altura de las circunstancias. 

Decir que me ha gustado ‘Todo cae’, un portentoso doble álbum, es quedarme corto. ¡Me ha enamorado, claro! Conquistado. Abducido. Si la primera entrega terminaba con un cliffhanger de manual y la reaparición de una figura mítica en la serie, este segundo álbum termina de redondear la historia, dándole mucho protagonismo a uno de esos personajes trágicos que tanto les gustan a Canales y Guarnido: Shelby, la gaviota. 

Y está el puente, claro. El puente que sirve como eje medular de la trama. Un puente que tiene tanta, tantísima simbología… Ustedes lo saben: soy muy de puentes. A los puentes de verdad, me refiero, no a los vacacionales. Me gustan tanto que tengo pendiente un viaje temático dedicado a los puentes históricos de la provincia de Granada, con mi Cuate Pepe; y un proyecto sobre los puentes más cinematográficos. Me apresto a leer ‘El puente’, de Gay Talese, que estaba esperando al desenlace de esta historia de Blacksad, y me fascina un librito que nunca pierdo de vista: ‘Cómo leer puentes’, publicado por Blume. 

¡Y los bares! ¡Y los bares!

Sí. ‘Blacksad’ también me ha hecho feliz este ‘Noirvember’ tan negro y criminal. Como ‘El cielo en la cabeza’, esa otra joya de Sergio García, Antonio Altarriba y Lola Moral. ¡Cuánto talento surgido de Granada en el Noveno Arte! Lo tengo muy escrito: un día alguien se va a enterar… y verán ustedes, entonces.

Jesús Lens     

A veces oigo voces

Se va uno un par de días y Granada se pone patas arriba. ¡No se les puede dejar solos! Que si el Palacio de Congresos, lo de Rules, las conexiones aéreas, la A-92 ferroviaria… ¡chiquillo! Y está lo de la niña y la señora mordidas por su rottwelier meses después de que le fuera retirado por otro salvaje ataque. Es una aberración, una temeridad que demuestra el grado de agilipollamiento al que llegan algunos con su amor perruno, rayano en obsesión patológica. Esperemos que se depuren responsabilidades.

Pero me van a permitir la frivolidad de que les hable de chismes literarios, que acabo de llegar de BCNegra, uno de los grandes festivales europeos dedicados al noir. Me siento como al despertar, con la sensación de que si no escribo los sueños se irán difuminando hasta quedar completamente borrados.

Por ejemplo: antes de Navidad tendremos un nuevo ‘Blacksad’, la obra magna de Juan Díaz Canales y nuestro paisano Juanjo Guarnido. He visto fugazmente tres páginas del desenlace de ‘Todo cae’, el sexto álbum de la serie, y me quedé sin habla. Después me dio el hipo y terminé cayendo de culo. Súmenle a eso que, de cara al Salón del Cómic, también en Barcelona, ¿dónde si no?, el guionista va a presentar otro tebeo sensacional, en este caso, con Jesús Alonso en la parte artística. 

Y, como no hay dos sin tres, Juan ya está trasteando con un nuevo ‘Corto Maltés’ que pinta extraordinariamente. En este caso, secreto de confesión, no les puedo decir dónde es posible qué transcurra la acción principal. Y ojo a los ‘Patos’ de Kate Beaton, subtitulado como ‘Dos años en las arenas petrolíferas’. He tenido ocasión de echarle algo más que un ojo y será uno de los cómics del año. Dará que hablar. Y que pensar. 

A las puertas de El Molino, en pleno Paralelo barcelonés, por fin conocí en persona a la editora Anik Lapointe. La felicité porque en su colección Salamandra Black no hay un solo título que no roce el sobresaliente. ¡Ni uno! Es increíble. Pero hablamos, sobre todo, de ‘La autopista Lincoln’, de Amor Towles, uno de los mejores libros que he leído en los últimos años. Anik sonreía y cerraba un poco los ojos, achinándolos. Como buena lectora, recordaba su lectura. Y le afloraba la felicidad.

“Las voces, tantas y tan diferentes”, decía. ¡Esas voces que no dejamos de oír cuando están bien cuidadas!

Jesús Lens

Nocturno berlinés, el Corto Maltés más noir

Fue el regalo que me hice cuando terminó Granada Noir. Aunque lo había comprado antes, no lo había podido leer hasta que finiquitamos la octava edición del festival. Entonces sí. Lunes después de comer. Me tumbé en el sofá cuan largo soy y me entregué a una lectura lenta, tranquila y morosa del ‘Nocturno berlinés’, la entrega más de reciente de Corto Maltés, publicada por Norma Editorial. 

A estas alturas, ustedes ya saben que el célebre personaje de Hugo Pratt está teniendo una segunda vida gracias al talento y al trabajo de dos grandes del cómic español: el guionista Juan Díaz Canales, a la sazón coautor de ‘Blacksad’ junto a nuestro Juanjo Guarnido; y el dibujante Rubén Pellejero. Y también esta actualización del personaje en ‘Océano negro’

Su aventura comenzó en otoño de 2015, con ‘El día de Tarowean’. Después llegaron ‘Bajo el sol de medianoche’ y ‘Equatoria’. Y ahora tenemos a Corto en el corazón de la Europa germánica de entreguerras. Estamos en la Alemania de 1924 y nuestro héroe deambula por las calles de Berlín junto al escritor Joseph Roth cuando casualmente descubre la muerte de un viejo camarada de aventuras: Steiner. El marino seguirá la pista del asesino sobre el telón de fondo de un país convulsionado por la bancarrota, la guerra, el asesinato político, los golpes de estado y la amenaza incipiente del nazismo.

La República de Weimar figura en el imaginario colectivo como un tiempo de libertad absoluta surgida y generadora del caos. Como sabemos en qué desembocó, resulta más enigmática y fantasmagórica aún. La cultura canalla de los cabarets y la filosofía de los cafés. El cine, la UFA y el expresionismo, que tan importante papel desempeñan en este majestuoso ‘Nocturno berlinés’; el arte degenerado, el ocultismo, las sociedades secretas…

Todo eso y más se encuentra en un álbum prodigioso, el más inequívocamente policíaco de la serie de Corto Maltés, ya desde su fascinante portada. ‘Nocturno berlinés’ es pura ética y estética del noir. Como muestra, asómense a la soberbia, muda, elocuente y expresiva página 33 de la edición de Norma. ¡Puro Dashiell Hammett!

El guion es prodigioso, como todos los de Juan Díaz Canales, un lector voraz, investigador infatigable que encuentra increíbles biografías de personajes históricos caídos en el olvido, aparentemente marginales, para usarlos como metáfora de lo que pasaba en el mundo. Que era tremendo. Y ojo a secundarios de lujo, personajes invitados como el citado Roth, el boxeador Schmeling o la mismísima Marlene Dietrich.

El uso del color en ‘Nocturno berlinés’ es igualmente sensacional. Lo mismo hay expresionismo puro y duro que un rojo infernal que ya anuncia el baño de sangre que está por llegar. Y ojo a la última página, de ida y vuelta, tan evocadora como triste e inquietante. Estamos ante uno de los cómics del año, para leer y releer sin desmayo, para exprimirlo y sacarle el abundante, nutritivo y sabroso jugo que atesora. 

Por cierto que se acaba de anunciar que Frank Miller va a escribir y dirigir una versión de Corto Maltés para televisión. ¡Qué gran excusa para volver a releer toda la serie: la original de Hugo Pratt y los cuatro álbumes de Díaz Canales y Pellejero, un tándem imbatible.

PD.- Recuérdenme que les hable del ‘Noir burlesque’ a no mucho tardar, otro inmejorable regalo para disfrutar de la mejor Navidad negra y criminal.

Que ahora es el mejor momento para entregarse a la trilogía sofá, manta y tebeos.

Jesús Lens

       

Se acabó lo que se daba

Advertencia: la lectura de esta columna puede producir melancolía, tristeza y pesadumbre. Aunque vamos a intentar que no sea así. Ustedes lo saben. Hoy es 29 de agosto. Lunes. Para algunos afortunados, la vida normal no empezará hasta el lunes 5 de septiembre. ¡Suertudos ellos! Para el común de los mortales, hoy comienza todo, otra vez. Los equipos deportivos  aprovechan para hacer pruebas de selección, los bares y cafeterías de toda la vida reabren sus puertas y toca darse un garbeo por el barrio a ver cómo sigue todo.

Lo más importante para no sucumbir a la llamada depresión posvacacional, una de esas folletaícas de pijos sin mayores preocupaciones, afortunados ellos; es buscarse buenos planes para estos días que nos permitan recuperar el pulso a la normalidad con optimismo y alegría, dentro de lo que cabe. 

Por ejemplo, en Bubión nos invitan a disfrutar de un festival adscrito a la filosofía Slow con Soleá Morente como cabeza de cartel. También podemos ver la película de Elvis en televisión, que la estrenan el 2 de septiembre, engancharnos a ‘La casa del dragón’ o ver a Stallone, superhéroe de barrio, como si fuera el personaje de una canción de Kiko Veneno. Y apoyar a nuestra selección en el Eurobásket, faltaría más, además de al Granada C.F.

Es tiempo de rentrée literaria y ya tenemos una nueva entrega del Corto Maltés clásico en las librerías, a la espera de la nueva aventura que nos propondrán Díaz Canales y Pellejero. No hay como acompañar a Corto en sus viajes por el mundo para sentir el salitre, el sol y el viento en el rostro. 

Serpiente Negra trae los primeros conciertos de su siempre excitante y provocadora propuesta musical desde el mismo 13 de septiembre, El Roto desembarca en el Centro Guerrero antes de fin de mes y Lorenzo Silva publica una nueva entrega de Bevilacqua y Chamorro en unas semanas. Y ojo a la magna retrospectiva que se está preparando del dibujante e ilustrador Sergio García en el Hospital Real. 

También toca apuntarse al gimnasio. Otra vez. Y a la academia de idiomas. Y/o a la de música. O comenzar uno de esos coleccionables que —¿todavía los hay?— nos fidelizan a nuestro quiosco de confianza. 

Para evitar cualquier atisbo del referido síndrome posvacacional, roce más o menos de cerca la depresión —un concepto que no debemos banalizar, dicho sea de paso— tengo otra propuesta, pero es mucho más desagradable. ¿Han visto ustedes lo de la inflación, los tipos de interés, el Euríbor y las previsiones económicas y geopolíticas para el otoño y el invierno? ¡Está el patio como para deprimirse por el final de las vacaciones!

¿Lo ven? Es mejor concentrarse en el disfrute de las pequeñas cosas. Para amargarnos, de verdad, tendremos motivos de sobra. Por todo ello… ¡vamos, vamos! Comienza un nuevo curso y a buen seguro que, con curiosidad y buen ánimo, nos reserva un montón de grandes momentos, aunque sean sencillicos.

Jesús Lens