En Granada ya se compran más casas que en 2019. El titular es del IDEAL del 15 de agosto, y no podemos dejarlo pasar así como así. Es más, de acuerdo con las cifras de Juanjo Cerero, “la provincia cierra desde comienzos de año el mejor dato acumulado en seis meses desde el de 2008, antes de la llegada de la anterior crisis económica”. (Leer AQUÍ) Económicamente es un dato de lo más relevante, pero yo me quedo con su dimensión más íntima y personal.
Los más pesimistas sostienen que la pandemia no nos ha enseñado nada. Disiento. Nos ha enseñado un montón de cosas. Por ejemplo, nos ha enseñado nuestra propia casa, al obligarnos a pasar en ella infinitamente más horas de las que estábamos acostumbrados.
Conozco a gente que lo primero que hizo al terminar el primer confinamiento fue buscar otro lugar en que vivir. Fuera por la falta de balcón o por lo asfixiante de las cuatro paredes en que se vio encerrada semanas y semanas, terminó asqueada de su vivienda habitual y salió por patas en cuanto tuvo ocasión.
Poco a poco, el mercado se ha adaptado a los requerimientos de la vida pandémica, con cada vez más gente saliendo de las ciudades en busca de viviendas con luz y aire, patio y jardín. El auge del teletrabajo hace que vivir lejos del centro laboral no sea tan gravoso como antes, con horas y horas perdidas yendo o viniendo de la oficina.
Pero sin necesidad de afrontar cambios tan drásticos, pasar tanto tiempo en nuestro hogar nos ha hecho conscientes de qué echamos de menos en casa… y de más. Puede ser una lámpara, la pintura de una pared, un cuadro, una lámina o un mueble cualquiera. Hasta unas cortinas o ese estore que se atranca pueden haber terminado por crisparnos los nervios.
Hay quien está haciendo espacios más diáfanos en casa, tirando paredes medianeras y abriendo vanos y ventanas interiores. Y quien adecenta lugares para trabajar, que los vendedores de sillones de oficina y puestos de teletrabajo llevan año y medio haciendo su particular agosto. Por no hablar de los sofás, auténticos templos para el esparcimiento personal cuando toca quedarse en casa, que están viviendo una revolución.
Se mueve el inmobiliario, tanto en ventas de viviendas como en reformas y chapuzas varias. Se mueve, también, el mobiliario doméstico. Porque la pandemia nos ha enseñado que como en casa, en ningún sitio.
Jesús Lens