Temiendo estoy al 15 de marzo, cuando Facebook empiece a mostrarme los recuerdos del año pasado y, más que la sensación, tenga la certeza de vivir en el maldito año de la marmota pandémica.
Leo las declaraciones de Moreno Bonilla sobre la importancia y la conveniencia de hacer una desescalada lenta y prudente y, tirando de hemeroteca, me encuentro con la columna que escribí el pasado 17 de abril, titulada precisamente ‘Ojito con la desescalada’, en la que usaba símiles alpinos.
“Los aficionados a la montaña sabemos bien que el auténtico peligro está en los descensos. La mayor parte de los accidentes se producen al bajar de la cumbre. Por el cansancio y la falta de concentración. Porque, una vez conseguida la cumbre y asimilado el chute de adrenalina que conlleva, queda lo más aburrido, lo menos espectacular. También lo más duro e ingrato”.
Y seguía así: “cuando salimos a la montaña y nos fijamos como objetivo coronar un pico, solo pensamos en la ida. En el reto de subir y doblegarlo. La vuelta, el regreso, carecen de la épica de la subida. No tienen su atractivo. Y es ahí, en la bajada, donde más riesgos se corren. Item mas: técnicamente también es más complicado bajar que subir. Que les pregunten a esos gatos que se encaraman a la rama de un árbol con destreza y habilidad y, después, no consiguen bajar”.
Podría seguir, pero iba a resultar muy cantoso y algún lector con buena memoria me podría acusar, con razón, de autoplagio, pero la pueden leer AQUÍ. Es lo que tiene vivir en el bucle infinito: lo escrito hace unos meses aplica hoy. En buena parte, porque no le hemos hecho ni puñetero caso a la experiencia acumulada ni a los consejos de los expertos. Los expertos de verdad. Los independientes, no los expertos en decir lo que sus jefes quieren oír.
Parece que el presidente de la Junta, esta vez, lo tiene claro: de nada sirve lanzarse a tumba abierta en la desescalada si nos estampamos contra un muro. También resulta ilustrativo que apele a las legítimas presiones de los negocios más perjudicados por las medidas de contención pandémica… sin dejarse influir por ellas.
Vacunas. Vacunas. Vacunas. Ayudas. Ayudas. Ayudas. Cautela. Cautela. Cautela. Es el triple mantra que nuestros gobernantes deben recitar en los próximos meses. Eso, y rezar para que llueva, haga frío y vuelva el tiempo desapacible. Por lo del sofá y la mantita. Porque como en casa…
Jesús Lens