La información como objeto del delito

Hoy, en El Rincón Oscuro, hablamos de un tema espinoso: el tráfico de datos e información.

En un momento de “Citizenfour”, uno de los personajes secundarios exclama: “¡Esto parece una historia de John le Carré!”. Lo que no tendría nada de particular si no fuera porque “Citizenfour” es un documental protagonizado en primera persona por ese archifamoso John Snowden que, actualmente, sigue reclamado por los Estados Unidos para ser juzgado por espionaje.

Citizenfour cartel

La comparación entre la historia de Snowden y una novela de le Carré no es baladí. De hecho, el documental dirigido por Laura Poitras podría ser considerado como uno de los mejores thrillers de los últimos tiempos. Todo comenzó en enero de 2013, cuando la realizadora, una documentalista seria, rigurosa y muy conocida por su compromiso político, comenzó a recibir correos electrónicos encriptados de alguien que, haciéndose llamar Citizenfour, decía tener pruebas sobre un programa ilegal de espionaje, puesto en marcha por la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos) y por otras agencias de inteligencia.

En verano de ese mismo año, la realizadora concreta una reunión con su anónimo informante en un hotel de Hong Kong. Y allí comparece, junto a dos reputados periodistas del prestigioso diario The Guardian. Y se encuentran, por fin, con Snowden. El resto es historia y se puede consultar en las hemerotecas de todos los periódicos del mundo.

Citizenfour Snowden

Impresiona “Citizenfour” y el desarrollo de unos hechos que, hace apenas un par de años, conmovieron al mundo. Y cuyas consecuencias, todavía hoy, siguen levantando una enorme polvareda.

Creo que no desvelamos ningún secreto en este Rincón Oscuro si decimos que la información es uno de los bienes más preciados del siglo XXI. Y no me refiero a esos dossieres, a esa información confidencial que hicieron famoso a John Edgar Hoover. Me refiero a la información más aparentemente banal sobre lo que usted, yo y millones de personas como nosotros hacemos cada día.

Información basada en lo que publicamos en Facebook y Twitter, en lo que Me Gusta y en lo que retuiteamos. Información basada en lo que compramos on line y pagamos con nuestras tarjetas de crédito; en las palabras que usamos en los buscadores de Internet, en las noticias de los periódicos digitales que leemos, comentamos y compartimos, en los gadgets y wereables que usamos haciendo deporte… Y es que las cookies han dejado de ser unas apetecibles galletitas para convertirse en las puertas de acceso que abrimos a nuestro Yo más analizable, mensurable… y comerciable.

CitizenFour Greenwald

La gestión del Big Data, que se ha dado en llamar. La acumulación de ingentes cantidades de información, su análisis para encontrar patrones de repetición y su posterior utilización. Por ejemplo, para predecir tendencias de consumo. Porque las más avanzadas tecnologías de la comunicación y la información pueden hacer usos del Big Data que ahora mismo no somos capaces ni siquiera de imaginar.

De ahí que la información, así a lo grande, a lo bruto y a lo bestia, empiece a ser una mercancía más codiciada que el oro, los diamantes, los billetes de 500 euros… o la mismísima cocaína. Un oscuro objeto del deseo que, por lo tanto, atrae tanto a los grandes empresarios de las multinacionales, a los partidos políticos y a los propios gobiernos de los estados como a   delincuentes, estafadores y timadores de todo pelaje.

Citizenfour quotes

Y ahí entra el Noir, por supuesto. Lo hemos visto en un documental como “Citizenfour”, pero el acceso ilegal a la información y su filtración más o menos interesada a la opinión pública también están en el meollo narrativo de la nueva temporada de la serie “Homeland”, en la última (y muy decepcionante) película de Michael Mann, “Blackhat” o en la cinta sobre Wikileaks y Julian Assange, la muy atractiva “El quinto poder”.

Citizenfour parabólicas

Así, no resulta casual que la última entrega de James Bond ponga en cuestión la utilidad de los súperagentes al servicio de Su Majestad en un siglo XXI en el que el espionaje no se parece en nada al de hace unos años. De hecho, la siniestra organización Spectra, la archienemiga de 007, ha cambiado de objetivos y ahora practica una modalidad de terrorismo posmoderno que le hace trenzar extrañas y sorprendentes alianzas…

Citizenfour cárcel

Tengamos claro, pues, que la información será la gran protagonista de mucho del mejor Noir que está por venir.

Jesús Lens

Twitter Lens

El quinto poder

Hay que ver el pánico que les entra a los potenciales defraudadores de Hacienda cuando el Ministerio del ramo anuncia que va a hacer públicos los listados de personas con problemas con el fisco, ¿eh? Y no podemos olvidar que uno de los trucos más usados por los cobradores de impagados es identificar al deudor y llenarle la puerta de su casa de pegatinas con la leyenda “Moroso paga”.

 el quinto poder poster

Solo sacar a la luz los secretos de la gente tiene tanto o más morbo que ser el discreto depositario de ellos. Y, para interpretar el papel del Fisgón Global, del Ojo que Todo lo Ve, de Todo se Entera y Todo lo Cuenta; apareció en escena un tipo cadavérico con el pelo blanco llamado Julian Assange y cuyo aspecto de vampiro, si tenemos que hacer caso a lo narrado en “El quinto poder”, no es en absoluto casual.

No está gustando la película. Ni a la prensa especializada ni al público en general. Al menos, no está arrasando, como podría haber sido previsible, al tocar el famoso y controvertido tema de Wikileaks, máxime cuando estos días estamos asistiendo a un nuevo escándalo con el espionaje como protagonista.

 el quinto poder

A mí me gustó la película. Quizá, porque tiene factura de serie de televisión. Porque conecta un mundo globalizado a través de la Red. Y, sobre todo, porque los protagonistas son unos geeks de tomo y lomo, unos auténticos enganchados a los ordenadores, pero a la hora de la verdad, no dejan de verse, reunirse, citarse y encontrarse en cafés, bares y tugurios de todo tipo y condición. De hecho, en el momento culminante de la película, cuando un personaje hace entrega a otro de un mensaje cifrado de vital importancia… ¡se lo da escrito en una servilleta de bar!

 el quinto poder café

Pero donde falla la conexión de la película con el público es en el personaje del teórico héroe de la historia, ese Julian Assange interpretado por un Benedict Cumberbatch que, ya como Sherlock Holmes, resulta bastante indigesto. Como personaje, que no como actor. Y en “El quinto poder” pasa lo mismo: desde su primera aparición en pantalla resulta cargante, histriónico, agobiante y pesadísimo. Uno de esos tipos encantados de haberse conocido cuyo ego no encuentra un recipiente lo suficientemente grande como para ser contenido.

Y así, el amigo del héroe, que se convierte en el héroe de una historia en la que no está llamado a ser el héroe, aunque esté sólidamente interpretado por el siempre solvente Daniel Brühl; me deja frío. Porque el guion está basado en su libro. Y, ¿por qué será?, a estas alturas de vida, uno ya no se cree el libro de nadie. Ni su versión. Ni su discurso. Ni nada. De nada.

 THE FIFTH ESTATE

Ahora iba a hablar sobre ese Quinto Poder que ha trascendido el otro, al mítico y reverenciado Cuarto Poder. Pero ya llevo más de quinientas palabras y no es cuestión de provocarte hastío, tedio o mareos, ¿verdad?

Pronto. Muy pronto volvemos sobre “El quinto poder”.

Mientras… ¡seguimos!

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens