De diez

Ayer estuvimos celebrando una de nuestras citas obligatorias del año: reunirnos para comer sardinas como inauguración del verano y cerrar la temporada de baloncesto. Que al baloncesto no jugamos, pero que la temporada hay que despedirla. Eso es inexcusable.

 

Entre los comensales, José Manuel, al que ustedes conocerán porque ha sido el estudiante que mejores resultados ha obtenido en la pasada Selectividad. O Pebao, como se llama ahora.

No voy a decir que a José Manuel lo hemos criado en nuestros pechos, expresión cariñosa, pero enormemente egoísta. Porque, a José Manuel, lo han educado sus padres, Regina y el otro José Manuel. El nuestro. Eso sí, y siendo honestos… ¿saben ustedes la alegría que nos ha dado la noticia y lo que hemos presumido estos días?

 

Durante la comida tratamos de chinchar a José Manuel, de tensionarlo un poco, metiéndole caña a ver si le sacábamos los colores. No hubo forma. Que de casta le viene al galgo y la naturalidad, sencillez y humildad con la que asume lo que, para él, no ha sido más que una casualidad, es pasmosa. Aunque él bien sabe que, de fortuito y casual, poco. Pero no hace ni un alarde.

A José Manuel le conocimos, sobre todo, jugando al baloncesto, cuando era un chavalín y había que dejarle tirar a canasta sin ponerle tapones.

 

Un día, tras tiempo sin jugar con él, volvió a la cancha. Y el niño había crecido. Y nos machacó, en ataque y en defensa, con la misma naturalidad con la que ahora ha sacado una buena colección de dieces. Como si robar balones y meter triples fuera tan normal como respirar.

 

Le preguntamos por el futuro, pero no es algo que parezca preocuparle. José Manuel sabe que va a estudiar lo que quiere y lo que más le apetece y, después, ya se verá.

 

Su confianza, carente de cualquier atisbo de divismo, duda o zozobra, es un extraordinario ejemplo para una panda de cuarentones que todavía tenemos mucho que aprender.

Cuando se habla de la juventud, y se escuchan tantos tópicos, yo procuro abstraerme y no entrar al trapo. Desde ahora, además, recordaré el ejemplo de nuestro José Manuel, un chaval extraordinariamente normal. O normalmente extraordinario. Deportista, inteligente, currante y con las ideas muy claras: el futuro es algo que se construye día a día, con trabajo, esfuerzo, alegría y sencillez.

 

Jesús Lens

¿Dónde andaba, la juventud?

Dos ausencias notables, y muy comentadas, en la manifestación del pasado sábado que exigía el restablecimiento de las conexiones ferroviarias en Granada. A ellas me refiero en mi columna de hoy en IDEAL. Por un lado, nadie del PP. Al menos, nadie orgánico. Una postura difícil de comprender y, más aún, de defender. Es como lo de la semana pasada, con los del PP tirándoles los EREs y a Griñán al PSOE a la cara y éstos, parapetados tras el rostro de cemento de Rita y de Luis sé fuerte.

IDEAL

¡Qué bien se lo pasan, unos y otros, removiendo el estercolero de la corrupción, en vez de callar… y poner las medidas necesarias dentro de sus partidos para que la palabra “política” deje de oler de tan mal. Y luego dirán que la abstención creciente, el desapego y la desmotivación son producto del desinterés de la peña…

Y ahí quería yo llegar. Al desinterés. Porque la otra clamorosa ausencia en la manifestación fue la de los jóvenes. Era más difícil encontrar a una persona de veinte años desfilando el pasado sábado que a un lince corriendo en libertad por Sierra Morena. Y sobre ello habla, también, Javier Barrera en su Blog Cableados, en esta entrada.

Granada Noir por el tren a Granada

¿Dónde estaban los jóvenes, en Granada, en vez de en la manifestación? ¿Qué tenían más importante que hacer? Porque digo yo que, enterados de la movida, estaban; que el trabajo en Redes ha sido impecable.

Lo mismo es que el tema les resbalaba y les dejaba indiferentes, algo que me resulta inconcebible. ¿Cómo les va a dar igual a los jóvenes vivir en una ciudad cuyos aviones, o no llegan, o son prohibitivos; y que tampoco tiene tren? Se dice que el tren es caro. Que no lo usan. Que prefieren el autobús o los coches compartidos. ¿Y? ¿Es esa razón para no hacer suya una causa que beneficia a la ciudad en su conjunto?

Luego está la versión apocalíptica acerca de una juventud indolente y apática, egoísta y poco comprometida, que solo se preocupa por lo suyo y a la que no puedes sacar más allá del Botellón, la fiesta y el fútbol. Tristes tópicos e injustas generalizaciones que, además, no nos llevan a ningún sitio.

Con Blanca Espigares y Antonio Cambril. Foto: José Hernández.
Con Blanca Espigares y Antonio Cambril. Foto: José Hernández.

Cuando empecemos a preguntarnos por las causas de la desconexión de una mayoría de la juventud con las cuestiones de la vida diaria de Granada, tendremos mucho ganado. Mientras sigamos despachando el tema con los tópicos de siempre, mal vamos.

Jesús Lens

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