Aunque posteriormente se popularizo como “Es la economía, estúpido”, la consigna original de James Carville para la campaña presidencial de Bill Clinton era más sencilla: “La economía, estúpido”.
Su nacimiento fue una de esas chiripas a las que los anglosajones bautizaron como Serendipity y nosotros hemos traducido como… Serendipia: Bush padre parecía imbatible en aquellas elecciones, sobre todo, por sus éxitos en la política exterior, tras el final de la Guerra Fría y la primera guerra del Golfo. Su popularidad rondaba el 90% y los estrategas de Bill Clinton decidieron que había que focalizar la campaña en las cosas de casa, en los aspectos que afectaban a la vida diaria de los ciudadanos.
Carville condensó esa filosofía en tres puntos clave, anotados en un cartel distribuido por todas las oficinas electorales: Cambio vs. más de lo mismo. La economía, estúpido. No olvidar el sistema de salud.
El segundo de los puntos se convirtió en consigna, en un eslogan no oficial, pero que los demócratas manejaron a la perfección hasta darles la vuelta a los catastróficos vaticinios electorales.
Ayer se publicaron los datos de Analistas Económicos de Andalucía, en los que se confirma el crecimiento económico de la región para 2017 de un 3%, pero su moderación en 2018, cuando crecerá el 2,7%. Por cuanto a la gran lacra de la economía andaluza, el paro; terminará en una tasa del 26% este año y en un 24% al final del próximo.
Todo ello sin que se haya tenido en cuenta el efecto que pueda tener en la economía el asunto de Cataluña, en que el que nos jugamos más, mucho más, que los tronos y las banderas.
Con los datos publicados por Analistas Económicos, los habrá que digan lo de “Andalucía, imparable” y quienes pongan el acento en las insoportables y bochornosas tasas de desempleo. Pero, unos y otros, no tardarán en señalar al Procés, haciéndonos desviar la mirada de lo que realmente importa.
¡La economía, estúpido! Eso es lo que las grandes, medianas y pequeñas empresas catalanas le gritan a Puigdemont, mientras cambian sus domicilios sociales a Madrid, Valencia o Baleares. Y eso es lo que tendríamos que gritarle todos, más allá de banderas, idiomas, límites geográficos, río Ebro y montes Pirineos. ¡La economía, estúpido! Porque, como sigas por esa linde, ya terminada, nos vas a amargar la vida. A todos.
Jesús Lens