Se acaba de publicar que Facebook también traficó con los datos de sus usuarios con Netflix, Amazon y Microsoft. Por ejemplo, les permitió acceder a conversaciones privadas entre sus usuarios.
Hace unos días, una importante directiva de la compañía Huawei era detenida en Canadá, lo que ha provocado un fortísimo conflicto diplomático con China; y de la influencia de Rusia en las elecciones norteamericanas ya quedan pocas dudas.
De hecho, el vicepresidente de la Comisión Europea advertía que la UE debe tener miedo de firmas chinas como la propia Huawei, por la cantidad de datos que Pekín puede obtener de los ciudadanos europeos a través de sus dispositivos móviles.
Los conspiranoicos más conspicuos alertan de que las grandes compañías tecnológicas están siendo utilizadas como el arma ejecutora de diferentes golpes de estado encubiertos, poniendo y quitando gobiernos a su antojo o influyendo en procesos como el Brexit.
Me cuesta aceptar esas teorías, aunque no me parecen del todo descartables. Sin embargo, sí hay una posibilidad, más loca, más desmesurada aún, una distopía sobre la que les invito a reflexionar, esta pre-Navidad.
¿Y si los smartphones y las redes sociales fueran el medio utilizado por las máquinas, por la Inteligencia Artificial, para conducir a la humanidad a la autodestrucción y hacerse con el control del planeta?
Ustedes saben que, junto a la vigilancia extrema que predecía “1984”, el de la rebelión de las máquinas es uno de los grandes temas de la ciencia ficción más radical. El cine la suele presentar muy a lo bestia, en plan “Terminator”, con guerras, misiles y robots asesinos. ¿Y si la cosa fuera más sutil?
Lo de “1984”, comparado con las escuchas de la NSA, era un juego de niños. Estamos vigilados y controlados hasta el extremo. El tráfico de datos empieza a mover tanto dinero que no tardará en rivalizar con el de drogas, armas o personas para la explotación laboral o sexual.
¿Y si, a partir de esa ingente información almacenada sobre todos y cada uno de nosotros, las máquinas ya hubieran empezado su rebelión?
Jesús Lens