The African Connection

Hace unos días publicábamos esta foto, de Juan Jesús García. Es lo que podríamos llamar una pillada in fraganti en mitad de un concierto, en los miércoles de jazz del Magic.

 Jesús-Lens-Jazz-Magic

Hubo quien afeó mi conducta lectora en mitad de un concierto, que fue estupendo, por cierto.

Pero había una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a dar.

Todo empezó cuando el propio Juanje me mandó un mail preguntando que cuándo íbamos a coincidir en algún bolo jazzístico. Que tenía que darme una cosa.

Pensaba yo en algún disco. En alguna foto. En algún afiche… no sé.

– Oye, pues esta noche voy a pasar por el Magic. ¿Piensas ir?

– No lo tenía seguro, pero… ¡venga va! Nos vemos allí, a eso de las 22.30.

Llovía. Juanje llegó empapado, sacó su cámara y empezó a hacer fotos del grupo que, en ese momento, desgranaba su música. Y entonces me avisó para que me acercara a la barra: me había sentado junto a mi Cuate en una mesa, en primera fila, y no era cuestión de molestar.

– Estaba hace unos días en una librería de viejo. Encontré este libro, me acordé de ti y lo compré.

 La reina de África

¡Joder!

Solo quienes amamos los libros como si fueran una prolongación de nosotros mismos sabemos apreciar en toda su dimensión, no ya que te regalen uno; sino que un amigo esté en una librería, vea un ejemplar que sabe que te va a gustar, lo compre y te lo regale.

Permíteme que me repita:

¡¡¡¡JODER!!!!

Pero es que, además, cuando vez de qué libro se trata, los pelos se te ponen como escarpias.

¡Atención!

 

¿Qué te parece? No sé si lo creerás o no, pero usé referencias de este libro para mi nuevo e incipiente trabajo, “Cineasta Blanco. Corazón Negro”, al hablar del rodaje de “La reina de África”, encontradas en Internet, en entrevistas con Kate y en las propias memoria de John Huston.

Emocionado como estaba, a pesar del extraordinario concierto que estábamos escuchando, no pude evitar hojearlo, palparlo, olerlo…

Y, entonces, llegó la sorpresa final.

 La reina de África

¿Puedo tripitirme?

¡¡¡¡¡¡¡ JOOOOOOOOOOOOOOOOODEEEEEEER !!!!!!!!

¿Qué te parece esta contraportada? ¿Crees en las casualidades? Porque, como ya habrás visto, la portada que manejamos para mi nuevo libro es esta:

 Yo Casablanca 1

Si pocas dudas tenía sobre lo molona que es… ahora ya no me cabe (casi) ninguna.

Y, otro detalle: ¿Has visto la editorial que publicó el libro de la Hepburn? Y bien sabes bajo qué sello publico yo mis libros de cine, ¿verdad?

 CafŽ Bar Cinema portada 2.indd

En fin.

Un subidón. Una emoción. Una impresión. Una sensación. ¡Pedazo de conexión!

Detalles como este son los que hacen valorar, aún más, el enorme privilegio y la suerte de conocer a una persona estupenda como es Juanje.

¡Mucha África y que viva el jazz!

@Jesus_lens por si quieres seguirme en Twitter

Y ahora… a ver los 11 de febrero de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012, qué blogueamos

Africaneando

¡Quería haber llegado a la página 400, pero me quedo en puertas! Me siento como Charlie y Rose, esta noche. Me pesan los párpados y los dedos están amoratados de tanto teclear, el fin de semana entero. Pero bueno. Estamos ya en la recta final. ¡En la finalísima de la cuenta atrás!

¡Lo que cuesta, a veces, avanzar!

Ya sabéis que estamos trabajando en Una Ventana Africana, un nuevo libro en que hablamos de cómo el cine occidental ha mirado al continente africano. De las 57 películas que tenemos listadas, me quedan por revisar diez de ellas. Esta noche caerá una. Ya veremos cuál. Adjunto va el listado, a ver qué os parece y, sobre todo, a ver si echáis de menos algún título importante.

Además, es una invitación para que empecéis a ver algunos de estos filmes de forma que, cuando el libro esté en vuestras manos y/o pantallas, podamos entablar un buen diálogo sobre las mismas.

Diálogos como este, extraído de «La Reina de África», entre el teutón gordinflón, capitán del acorazado Luisa, que ha prendido a Charlie y Rose al terminar su vibrante y accidentado descenso por el río:

– Todo el mundo sabe que ese río no es navegable.

-Es posible, pero nosotros vinimos por él.

Termina una semana.

No. Tampoco es eso...

Comienza otra.

Y, nosotros, ¡seguimos!

Listado:

14 kilómetros

Retorno a Hansala

Bajarse al moro

Los pasos perdidos

La puerta del retorno

Wilaya

Hijos de las nubes

Kartum

Nostalgia del hogar

La batalla de Argel

El cielo protector

El paciente inglés

Cleopatra

La batalla del Alamein

Casablanca

Diamantes de sangre

Las montañas de la luna

Las nieves del Kilimanjaro

El rey león

Los demonios de la noche

Memorias de África

Hatari!

La reina de África

Cazador Blanco, Corazón Negro

Gorilas en la niebla

Mogambo

Las minas del Rey Salomón

El último tren a Katanga

La presa desnuda

El jardinero fiel

Grita libertad

Invictus

Drum

Shaft en África

Tarzán de los monos

Greystoke

Cobra Verde

Soñé con África

Historia de una monja

Black Hawk derribado

Sudán

Las cuatro plumas

District 9

Cuando éramos reyes

Alí

El último rey de Escocia

Adiós Bafana

Zulú

La pesadilla de Darwin

Hotel Rwanda

Disparando a perros

Congo

Under African skyes

En un mundo mejor

Drum

Amanecer Zulú

Diario de Kisangani

UNA BICICLETA EN LA PLAYA

Me quedé flipado cuando me enteré de que Peter Viertel vivía en España. Y más flipado aún cuando, al consultar la guía de teléfonos de Marbella, su nombre aparecía en ella. Viertel, P. Por aquel entonces, yo acababa de ver en el cine «Cazador blanco, corazón negro», una de las grandes obras maestras del Clint Eastwood más clásico (e injustamente olvidada a la hora de reivindicar el talento de nuestro amado Clint) y estaba todavía impresionado, si no absolutamente conmocionado, por esa historia de cine, aventuras, literatura, África, alcohol, mujeres, amistad y lealtad. «Los años prodigiosos», creo que les llamó John Huston, uno de esos hombres que, como Hemingway, eran bigger than life, más grandes que la vida, absolutamente desmesurados en todo lo que hacían.

 

Hemingway, legendario
Hemingway, legendario

Y, entre ellos, de repente, se colaba ese tal Peter Viertel, guionista de «La reina de África» y testigo de uno de los rodajes míticos en la historia del cine, además de haber adaptado para la pantalla novelas del mismo Hemingway y de ser él mismo, por supuesto, novelista de prestigio.

 

Viertel, introductor del surf en España
Viertel, introductor del surf en España

El caso es que yo nada sabía de Viertel. Y resulta que vivía en Andalucía, con su mujer, la también famosa actriz Deborah Kerr. Pero lo cierto era que, de sus libros, ni flores. Sencillamente, no estaban traducidos al español. No existían. Por eso me pareció tan extraordinaria la noticia de que la editorial Berenice publicase una novela como «Una bicicleta en la playa», en que el autor, a través de Carl, el joven hijo de un escritor austriaco que en la época de entreguerras se estableció en California, nos cuenta la historia de su familia, amigos y demás personas de su entorno.

 

¡Éramos tan jóvenes!
¡Éramos tan jóvenes!

Lo bueno de las vidas apasionantes, como la de Viertel, nacido y criado en un ambiente cosmopolita y creativo, es que realidad y ficción están tan imbricadas en su obra que la lectura de todo lo que escriben siempre resulta doblemente atractivo, al denotarse que todo lo narrado fue realmente vivido en una intensa primera persona. Porque hay realidades que superan a las más imaginativas de las ficciones.

 

Así, la pérdida de la inocencia de Carl con Pamela alcanza una desaforada intensidad, en ese ambiente prebélico en que mientras los nazis se hacían con toda Europa y los ingleses y franceses transigían y contemporizaban con Hitler, un joven judío se enamoraba irremisiblemente de una mujer casada, en una historia imposible que, sin embargo…

 

Peter Viertel y Deborah Kerr
Peter Viertel y Deborah Kerr

Deseo, anhelo, frustración, amor, lujuria, celos, inseguridad, desbordamiento de los sentidos… todo ello y más se encuentra en «Una bicicleta en la playa», una fascinante novela que me deja con ganas de leer más, mucho más de Peter Viertel. Por ejemplo, sus novelas policíacas ambientadas en esa Marbella que tan bien conocía. Lástima que nadie se haya animado a publicarlas en español… de momento.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.