Nos vamos de viaje, este verano. Y te aconsejo que te vengas con nosotros. Vamos a hacer un recorrido fascinante, aunque complejo, duro y exigente. Eso sí: favor de no olvidar el chaleco antibalas, ¿estamos? Si te lo dejas en casa, luego no me llores. Advertido quedas. Y casco, también. Y gafas de sol. De esas reflectantes.
Pero tranquilo. Que no cunda el pánico. Lo bueno de este viaje es que lo haremos de la mano de unos guías excepcionales, empezando por un abogado muy especial: Saul Goodman, que nos recogerá en el aeropuerto de Alburquerque.
¿Has oído hablar de él? Se trata de un sujeto muy peculiar, con una innata capacidad para dar la nota, en todo momento y en toda ocasión. De hecho, sus anuncios de televisión se han hecho famosos en Nuevo México. Antes de le conocía como Slipy Jimmy. Jimmy el Resbalones. Pero eso fue en otra época.
El bueno de Saul me ha prometido que nos presentará a gente interesante de la zona. Nos dice que hay un par de tipos llamados Pinkman y White que son unos fenómenos. Unos cracks. El primero es amante del rap y de los videojuegos y el segundo es profesor de química, pero Saul insiste en que nos contarán una apasionante historia sobre unos preciosos minerales artificiales de color intensamente azul…
A mí, lo primero que me llama la atención de esos dos es que lleven apellidos tan coloristas, como los personajes de “Reservoir Dogs”. Que no sé si será casualidad, pero que ya tengo ganas de conocer al señor Rosa y al señor Blanco.
Estamos citados en un establecimiento llamado “Los Pollos Hermanos”, regentado por un tal Gus. Que nos presentará a una familia muy entrañable: los Salamanca, encargados de conducirnos a El Paso, una de las ciudades fronterizas más interesantes de Estados Unidos. Tengo ganas de internarme en el desierto, de mano de los Salamanca. Que parecen conocer muy bien algunos de los secretos que esconde uno de los paisajes más subyugantes del mundo.
Los Salamanca, además, nos hablarán sobre el turbio mundo del narcotráfico. Que este verano vamos a aprender, y mucho, sobre las drogas. Además, también nos introducirán en el sincretismo religioso y cultural mexicano, llevándonos de peregrinación al santuario de San Jesús Malverde, el Santo favorito de los Narcos.
Cuando lleguemos a El Paso, nos estará esperando la inspectora Sonia Cross. Me dice Saul Goodman que, al principio, despista. Que no es fácil interpretar sus reacciones. Que parece rígida y envarada. Pero que es absolutamente fiable. Un cerebro. Y una máquina.
Teniendo en cuenta que cruzaremos el Puente de las Américas con ella, para visitar Ciudad Juárez y Tijuana, más vale que sea de fiar, efectivamente. Que hablamos de una de las fronteras más comprometidas del mundo. Menos mal que, al otro lado, estará esperándonos Marco Ruiz, de la policía estatal de Chihuahua, que ha prometido invitarnos a tequila y mezcal en las cantinas más auténticas de la localidad, ésas en las que solo suenan Narcocorridos en las Jukeboxs. Ahora, quienes pegan duro son Los Cuates de Sinaloa, con su enigmática “Balada de Heisenberg”. Eso sí: en cuanto oigamos algún ruido extraño, la consigna es tirarnos al suelo y parapetarnos lo mejor posible. Que a ese lado de la frontera, las balas vuelan con más soltura que los mosquitos.
Uno de los objetivos al cruzar al otro lado de la frontera es conocer de primera mano la atroz historia de las mujeres desparecidas en Juárez. Que será doloroso. Pero hay que conocer la realidad si queremos entenderla para, después, tratar de cambiarla. Y, en el norte de México, la realidad duele. Y escuece.
Para comprender la dimensión del problema del que estamos hablando, Saul Goodman nos presentará a un Coyote, como se conoce a las personas que conducen a los inmigrantes ilegales que tratan de cruzar de México a Estados Unidos. Porque la tragedia de las Desaparecidas de Juárez tiene mucho que ver con este infausto tráfico de seres humanos.
¿Y para la vuelta? La vuelta la haremos a través de un túnel. Porque en la zona fronteriza entre Estados Unidos y México en que se ha construido el Muro que trata de impedir todo tipo de tráficos, han proliferado los túneles. En esta ocasión, nuestros guían van a ser Macer, Graver y el silencioso y enigmático Alejandro, un colombiano de notable parecido a Benicio del Toro. Gente de la CIA y del FBI. Pero que, a veces, necesitan usar los túneles para pasar… inadvertidos. Y armados hasta los dientes.
Vale, vale. Lo entiendo. Es lógico y normal. Entiendo que, llegados a este punto, declines mi invitación para hacer este viaje. Pero, a cambio, no dejes de aprovechar el verano para ver “Better call Saul”, “Breaking Bad”, “The Bridge” o “Sicario”. Y para leer “Huesos en el desierto” o “Viva la Vida”. Series, películas, libros y cómics cuya acción transcurre en uno de los lugares más Noir del mundo.
Y, a la vuelta de verano, en septiembre, intercambiamos experiencias.
Jesús Lens