Está perra la actualidad. Menos mal que este año, la Semana Santa llega pronto y nos dará una tregua. Al menos, eso esperamos. Hago un repaso por las noticias locales que copan la actualidad y el panorama no es precisamente halagüeño. De ello hablo en mi columna de hoy de IDEAL, llegando a una conclusión que, espero, les parezca apropiada.
Por una parte, hoy viernes vamos a “disfrutar” de una ciudad blindada, con hasta 70 policías encargados de evitar el macrobotellón de la Fiesta de la Primavera. Y, disculpen ustedes lo cansino y reiterativo del tema, pero es que este culebrón es una de las mejores pruebas de la sociedad tan ridícula que hemos construido entre todos.
Una sociedad en la que, para muchos jóvenes, la mayor prioridad es el Botellón, haciendo de ello casus belli. Una sociedad, a la vez, incapaz de articular una alternativa de ocio juvenil, tras nueve años empleando la táctica del avestruz. Y lo que te rondaré. Porque, de momento, la noticia del cierre del Botellódromo no ha venido acompañada del anuncio de propuestas creíbles que interesen a los jóvenes.
Otro de los ya habituales caballos de batalla lo tenemos con la cuestión del autobús. Que tiene tela la cosa. Meses y meses de peleas, broncas, malos humos y peores humores, sanciones, multas y alteraciones… para que la cosa termine al estilo lampedusiano: cambiarlo todo para que todo siga igual. Pero más caro. Que miren ustedes por dónde, en la cuestión del precio del billete de autobús no solo hemos alcanzado a Sevilla, sino que hemos superado a Málaga. Y olé.
Menos mal que ya llega el metro. ¡Ay, el metro! Que se anuncia la contratación de 200 personas para su definitiva puesta en marcha y, acto seguido, tiene que salir la Junta de Andalucía a desmentir que el proceso de selección vaya a incurrir en el siempre reprobable enchufismo, tras la acusación de IU de que, con la privatización del servicio, esto va a ser un descalzaperros. ¡Habrá que vigilar las catenarias, no se vayan a enganchar por ahí los enchufes métricos!
Y luego está la ignominiosa falsificación de esos certificados médicos imprescindibles para garantizar que los jugadores del Atarfe Industrial están en condiciones de hacer deporte sin riesgo para su salud. ¿Se puede ser más mentecato y miserable?
Sí. También hay buenas noticias. Y esperanzadoras. ¿Aprovechamos la Semana Santa para darles visibilidad y difusión? Si la cruda realidad nos da una tregua, claro…
Jesús Lens