—¿En serio? ¿En serio nos vas a dar un manual de instrucciones sobre… un libro?
Es cierto que, en principio, todo el mundo sabe usar un libro. Es bien sencillo, ¿verdad? Lo primero es elegir un buen ejemplar y sopesarlo en las manos. Deleitarse con la cubierta y echarle un vistazo a la contraportada, a ver qué cuenta. Pero ojito con los resúmenes, que los departamentos de marketing de algunas editoriales son más propensos a los spoilers que Twitter después de la emisión de cada capítulo de ‘Juego de Tronos’.
Es bueno, también, echarle un ojo a la biografía del autor, aunque no deben detenerse demasiado en su foto de la solapa. En unas ocasiones, te encuentras con la torva mirada de lo que parece un preso preventivo detenido tras una noche de altercados y borrachera. Y es que nadie dijo que para ser buen escritor haya que saber posar. Otras veces, la pose de autor es tan afectada -mano en la barbilla, mirada perdida en el horizonte, gorra o sombrero estrafalario, emocionado abrazo al propio libro…- que dan ganas de salir corriendo y no parar hasta batir el récord del mundo de media maratón.
Es importante, también, abrir las páginas del libro y comprobar el tipo, el tamaño de la letra. Sobre todo, a partir de cierta edad. Hay a quien le gusta, incluso, llevarse el libro a la nariz y olerlo, como si quisiera captar su bouquet o, a través de la tinta, rastrear los matices de la escritura, los aromas primigenios de la narración.
Y picotear. Leer al azar algunos párrafos y frases sueltas. Algún diálogo. Comprobar cómo les suena la escritura del autor, cómo fluye. Y si les convence el ritmo y la cadencia de la prosa, si se creen lo que dicen los personajes y cómo hablan, cómo se expresan.
—¿Todo eso, para elegir un libro?
Sí. Y no es una cuestión baladí: según las últimas encuestas, un 40% de españoles no lee jamás un libro. Y eso no es, no debería ser normal.
Por todo ello, hoy, Día del Libro, vayan a una librería, busquen, comparen y, en caso de duda, pregunten a los libreros, los auténticos influencers de esto de la lectura.
Jesús Lens