Hoy se celebra el Día Internacional de la Seguridad de la Información. Y, efectivamente, se trata de alertar sobre los posibles desastres cibernéticos en que podemos incurrir si somos descuidados con las contraseñas, los filtros y demás zarandajas tecnológicas.
Pero como de todo eso ya están ustedes lo suficientemente alertados, permítanme hablar hoy de otra seguridad en la información que, me temo, está igualmente amenazada.
El lunes por la noche, cenando con Fernando Marías, me decía que cuando ve la película “Bonnie and Clyde” y se acerca el final, le dan ganas de gritarle a Warren Beatty que no salga del coche. Que le van a disparar. Como si ese acto de voluntad pudiera evitar lo inevitable. ¡Cosas de cinéfilos!
De un tiempo a esta parte, hay gente que confunde los deseos con la realidad y no acude a los periódicos a informarse de lo que pasa, sino que busca una traslación exacta de sus opiniones sobre lo que pasa. Y, cuando no la encuentra, monta en cólera.
Hace unos días, Stephen Curry batía el récord histórico de triples anotados en un partido de la NBA. Cometí el error de entrar en el foro de una publicación especializada y lo que leí me dieron ganas de vomitar, con supuestos aficionados y conocedores del deporte sosteniendo que Curry es un bluff, que ese récord es una estafa porque el equipo contrario no le había defendido y no sé cuántas mentecateces más.
Por desgracia, cada vez hay más gente que pretende aplicar ese forofismo empobrecedor a los medios de comunicación: si no dan su versión de los hechos, monolítica y exacta, es que no se enteran, son poco profesionales, manipulan o están comprados.
Personas que no entienden que la información hay que exponerla desde todos los ángulos, ofreciendo todas las versiones y puntos de vista y citando a todas las fuentes. Siempre que sean fiables.
Decenas de veces he abierto las páginas de los periódicos y he leído cosas que no me gustaban. Y con las que no estaba de acuerdo. Pero jamás se me ha ocurrido tildar a los autores de la información de malos periodistas o, peor aún, de vendidos a quien sabe qué oscuros intereses.
Seamos serios. Seamos inteligentes. Y leamos la prensa. Leamos. Del verbo leer. No echarle un vistazo por encima. Le-er. En beneficio de todos.
Jesús Lens