Pinar nos envía este fantástico vídeo. Tantas veces me han preguntado las razones por las que soy un adicto a la lectura y a la escritura… pues ahí va un buen puñado de ellas…
Inma G. Leyva, a través de su siempre atractivo Blog, «Mi ventana», nos anima a sugerir lecturas para este verano. Ya sabemos que Larsson y Falcones se van a comer la mitad del mercado. Pero ¿qué más se nos ocurre recomendar?
Dejen sus comentarios y sugerencias en los comentarios a ESTE ENLACE.
Yo recomiendo el último libro de Antonio Lozano, «Las cenizas de Bagdad» y cualquiera de los dos primeros libros africanos de Javier Reverte. Ya sabéis que ambos estarán con nosotros el próximo miércoles, una ocasión única de charlar con los autores y su obra.
Además, «El Capitalismo funeral», del siempre clarividente Vicente Verdú, para saber un poco más de esta crisis en que estamos sumidos.
Y «Alta infidelidad», de Christopher G. Moore. Y es que Bangkok, para viajar, es dura, pero como material literario es extraordinaria. Y si no, fíjense en el vídeo de la Mujer Misteriosa…
Y vosotros ¿qué leéis?
Jesús Lens.
Mir, siempre imprescindible, me hace seguir este vídeo. Sin comentarios.
No sé cómo definir a Julián Ibáñez, uno de los clásicos del género negro y criminal españoles por antonomasia. ¿Periférico? ¿Outsider? Quizá. Pero, sobre todo, independiente. Porque más allá de modas, costumbres o escuelas, la literatura más reciente de Ibáñez es esencial y radicalmente independiente.
Primero, porque escapa de los escenarios negros y criminales al uso. Sus personajes no suelen transitar las grandes ciudades, no son cosmopolitas ni, desde luego, visten de diseño ni saben de gastronomías más o menos pijas o vanguardistas. Así, las putas, los chulos y los matones de medio pelo que pueblan las páginas de las novelas de Ibáñez beben whisky Dyck, fuman negro y suelen tienen halitosis.
Como escribe Paco Ignacio Taibo II «Julián Ibáñez está en la primera fila de la novela negra española porque aporta al género un realismo sombrío, un paisaje urbano denso y una tristeza metafísica ambiental que rezuma cada página.»
En «El baile ha terminado», además, los protagonistas son obsesivos, hasta un punto rayano en lo demencial, casi en la línea de aquel hipnótico y fascinante El Ojo que inventara Marc Behm en su inolvidable «La mirada del observador».
Y es que la profesión de policía, de perseguidor, no es fácil. Aunque, acostumbrados al frenético ritmo de las películas, podamos creer que seguir a alguien es algo entre lo sencillo y rutinario y lo emocionante (velocidad, tiros, choques, etc.), series como «The wire» muestran que no. Que seguir a alguien es esencialmente aburrido, tedioso y hasta cierto punto esforzado.
Y ése es el punto de partida de «El baile ha terminado», la última novela de Julián Ibáñez, galardonada con el Premio L’H Confidencial y publicada por Roca editorial. Un policía de Grupo de Localización de Fugitivos toma un tren de Alicante a Bilbao, siguiendo a una chica joven. En la ciudad vasca, el protagonista tendrá que lidiar con la Ertzaintza por una parte y con la Guardia Civil por otra, en un caso que se encuentra entre lo incomprensible y lo absurdo. Hasta que ETA entre en escena…
Una novela, «El baile ha terminado», que es el mejor exponente de eso que tantas veces hemos sostenido: que el género negro es el género realista por excelencia, el mejor y más apropiado para contar cómo son las cosas de verdad, por debajo de la mera apariencia, trascendiendo la superficie más lineal. El género negro, con maestros como Julián Ibáñez al teclado, es el que más profundamente hurga en la esencia de las historias más turbias de nuestra actualidad, poniendo de manifiesto sus complejidades y contradicciones.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Hace unas semanas anunciábamos la salida de la revista .38, en que se incluía la reseña que os dejo a continuanción, entre otras muchas exquisiteces que os recomiendé leer vivamente. ¿Lo hicistéis? 😉
La tercera de las novelas que Almuzara publica en español de Qiu Xiaolong suponía, para mí, un reto muy importante ya que si el debut del autor chino con «Muerte de una heroína roja» me deslumbró, la continuación de las aventuras del inspector Chen, «Visado para Shanghai», me dejó más bien frío.
Y me dio rabia ya que, con Qiu Xiaolong se inició mi fascinación por ese Crimen Globalizado que nos lleva a leer tramas negras y policíacas que se desarrollan en escenarios tan distintos a los habituales del género, de Suecia e Islandia a Tailandia, Camboya o, como en este caso, China.
Una China sumida en cambios tan vertiginosos como inasibles para buena parte de la población. Entre ellos, el de la vivienda y la construcción. Con lo que hemos oído hablar sobre la famosa burbuja inmobiliaria, la especulación urbanística y la grosera invasión de demenciales centros comerciales que se ha producido en nuestras ciudades, ha tenido que ser un autor chino, residente en EE.UU., el que ponga el dedo en la supurante llaga de uno de los asuntos más candentes de la actualidad del siglo XXI.
La novela comienza con el inspector Chen tomándose unas vacaciones. Como sus seguidores más acérrimos ya sabemos, para completar el magro sueldo que cobra uno de los mejores policías de Shanghai por el ejercicio de su cargo y gracias a su vocación literaria, ha de hacer traducciones del inglés al chino, sobre todo, de novelas policíacas. Y precisamente por ello, por conocer los entresijos de una sociedad como la yanqui, el todopoderoso señor Gu le pide que le ayude con un trabajo muy especial: la traducción del proyecto Nuevo Mundo, un futuro centro comercial vanguardista que se construirá en el corazón de la ciudad y que será una recreación de la cosmopolita y chispeante Shanghai de los años treinta; un proyecto a caballo entre lo cultural y lo comercial que… bueno. Ya se verá en qué acaba desembocando.
Y mientras, en un Shikumen, una auténtica casa antigua y tradicional de Shanghai, una de esas casas enormes que se han ido parcelando y cuarteando para albergar a decenas de inquilinos, aparece muerta una mujer muy especial, famosa por haber escrito una polémica novela bastante crítica con el sistema y conocida por una antigua historia de amor con un intelectual purgado en la Revolución Cultural.
De la resolución de este caso se encargará el detective Yu, ayudante de Chen, que tendrá una inmejorable oportunidad de demostrar que es un gran policía y que sabe volar solo.
Lo mejor de la novela, además de esas continuas referencias a los clásicos de la poesía china (unos cuaversos le dedicamos) que pespuntean la acción, que a muchos irritan y a mí me encantan; es la doble dimensión de la historia de la China que nos plantea Xiaolong, como espejos que se miran, enfrentados, mostrando los sueños de un tiempo, devenidos en pesadilla años después.
Y, sin embargo, toda la novela transmite un cierto optimismo y esperanza en un futuro en que lo individual termina teniendo preeminencia sobre un sueño colectivista que se ha demostrado tan imposible como catastrófico.
«Cuando el rojo es negro» nos reconcilia con un Qiu Xiaolong analítico de la actualidad de un país que es todo un universo en sí mismo, atractivo, fascinante, contradictorio… Una gran novela.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.