O “Mis ojipláticos ojos envidiosos cuando he pasado la última página de la más reciente y genial novela de Juan Ramón Biedma”. Ojos envidiosos de ti, si aún no la has leído. Porque, sinceramente, lo que ahora mismo me pide el cuerpo es volver a empezar “Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado”. Leerla otra vez para volver a disfrutar de las andanzas de Holmes y Moriarty por Londres. Como la primera vez.
Reconozco que me quedé un poco sorprendido al saber que Biedma había ganado la II edición del Premio Valencia de Novela Negra con una historia protagonizada por dos arquetipos de la literatura universal. Sorprendido, porque Biedma tiene una imaginación desbordante y un torrencial caudal de personajes y situaciones pertenecientes a un personalísimo universo propio. (Lo podéis comprobar, por 1 euro, en “El efecto Transilvania”, que hemos reeditado en formato digital, en la colección Nube Negra).
Pero es que, a nada que lo pensemos, el Londres victoriano de Holmes y Moriarty conecta perfectamente con la estética de Biedma: esos sucios y tortuosos callejones oscuros, esa niebla ominosa, esa humedad pútrida que se mete en los huesos, esos personajes que parecen salidos del averno, esas pandillas de chiquillos que resultan más amenazadoras que un ejército armado hasta los dientes…
Escribía yo en Twitter que “Lo nuevo de @JRBiedma enfrenta Holmes y Moriarty en una Londres muy dickensiana, infestada por la devastadora peste de un Apocalipsis zombi”.
A lo que el autor me preguntaba que dónde estaban los zombis en su novela.
Los zombis, en mi particular interpretación, serían esos personajes condenados a la miseria más absoluta por un sistema depredador, seres que deambulan por las calles sin más propósito que conseguir unos centavos con los que tomarse una pinta de cerveza y pasar la noche. Tipos sin un propósito en la vida, más allá de la mera y precaria supervivencia. Sobre todo, si tienen lepra. Que hay mucha lepra en esta novela. ¡Ay, las excrecencias de un sistema profundamente injusto y podrido hasta la médula en el que no se respeta ni a los niños! Quizá, a los niños, menos que a nadie.
Porque no hay zombis, como tales, en la novela de Biedma. Pero sí hay mucho muerto viviente. Y mucho vivo que no tardará en estar muerto. Porque un enfrentamiento entre Holmes y Moriarty siempre es susceptible de dejar cadáveres en el camino. Muchos cadáveres.
Y, en este marco, son muchos, muy variados y muy interesantes los personajes que acompañan a los dos protagonistas en una nueva batalla entre el mal y el bien. Tipos siniestros como Tansel, por ejemplo, para quienes la violencia es parte consustancial hasta de su vida amorosa. Antihéroes como Cox, un juguete en las manos de Rambalda, una de esas mujeres a las que es mejor no acercarse. Y el abad Sandler. O esa señorita que viene de Suiza, a implorar auxilio a Moriarty.
Y hay unas niñas secuestradas. Y un zoológico humano en el que, impúdicamente, se exhiben exóticos nativos traídos de los cuatro puntos cardinales; como si fueran animales, ataviados con sus ropas originales.
Y tenemos un plan. Siempre tiene que haber un plan. Porque las mentes pensantes de Holmes y Moriarty no descansan jamás, disputando una eterna partida de ajedrez en la que la reina, Victoria, nunca parece suficientemente ahíta, necesitando comer peones, comer alfiles, comer torres, comer caballos… Comer y comer.
Cualquier que haya leído alguna novela de Juan Ramón Biedma sabe que su literatura contamina. Que mancha. Que transmite sensaciones físicas. Que, cuando te sumerges en sus páginas, te sientes literalmente transportado a la insania de unas calles mefíticas, en las que cualquier cosa es posible. Cualquier cosa perniciosa, violenta y salvaje, por supuesto.
Aunque también hay lugar para la esperanza. Porque, en el fondo, Juan Ramón Biedma es un romántico.
“Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado” es una maravilla de novela que hará las delicias de los amantes de Holmes, tanto del clásico como de las versiones actualizadas que nos están ofreciendo el cine y la televisión a lo largo de los últimos años…
Pero también gustará a quiénes no son especialmente fans del personaje de Conan Doyle. Porque Biedma lo subvierte todo y, en su novela, nunca nada es lo que parece.
Jesús Lens