¡Sacabó!

Al menos, en un 99%. O en un 95%…

Ahora quedan los retoques, los pulimientos y demás. Y las conclusiones. Y las sorpresas, los añadidos, los engarces… Pero ese nuevo libro, mi nuevo libro; está básicamente terminado.

Fue un domingo cuando le puse el punto y final. Provisional. Además, era el último día de septiembre.

Habían llegado los primeros fríos, las primeras lluvias y el tiempo tormentoso.

Es como cuando estás en África y llegan las lluvias: ¡se acabó!

Se acabó el turismo, se acabaron las visitas y se acabó el moverse. Cuando llegan las lluvias, más te vale tener billete de vuelta… o una buena habitación de hotel desde donde ver llover.

Han sido meses intensos, viendo cine sobre África, leyendo, investigando… y escribiendo. Y las semanas del verano, frenéticas: horas y horas frente al ordenador, tardes, noches y fines de semana sin poner un pie en la calle.

Pero cuando se escribe con gusto y pasión, nada de eso importa y, muy al contrario, se saca tiempo hasta de debajo de las piedras, con tal de escribir. Semanas en que no he pisado una sala de cine, en las que apenas he leído algo más que material de trabajo para el libro y en las que ni siquiera he bajado a Carchuna, los fines de semana.

Ahí tengo pendientes de ver las nuevas temporadas de “Mad Men”, “Juego de Tronos” o “Tremé”. Los libros se acumulan en pilas y en precario equilibro y pocos discos he escuchado, fuera del “Graceland” de Paul Simon, del “The Roll Back Malaria Concert” y otros de músicos como Salif Keita, Cheik Lo, Fela Kuti o Rokia Traoré.

Porque África es su cine, África es su literatura y África es su música.

Una vez que hemos terminado lo más duro, llega lo no menos importante: la publicación y, en su caso, la portada, las imágenes, las fotografías, los textos, el prólogo, el prefacio…

¡Uf!

Pero todo eso vendrá después. Ahora toca parar y dejar descansar las 430 páginas que nos han salido. Que respiren. Que se asienten. Que cojan cochura, antes de volver sobre ellas. Además, ya sabéis que hemos creado un grupo de Facebook, Una Ventana Africana, para ir hablando de todos estos temas, poner música, fotos, vídeos, etc. ¡Dadle al Me Gusta, para estar on line!

Tiempo de regresar a las calles, a los libros, al cine, a los tebeos. Y a los bares. Tiempo de recuperar el pulso a esa normalidad que tanto nos gusta y que, bien lo sabemos, no tardará en verse afectada por otra idea, otro proyecto, otra locura.

Porque en nuestra vida hay una máxima, que aprendimos en Semana Negra y que nos aplicamos todos los días.

Una máxima que sirve para cerrar cada mail, cada correo, cada conversación…

¡Seguimos!

Jesús Lens

Con Daniel Barredo en Salobreña

No sé si podré estar finalmente con Daniel el viernes, a las 19 horas, en la librería 1616 Books de Salobreña, presentando su “El viaje a Budapest”, pero me gustaría.

Horrores.

En el mejor sentido de la expresión. ¿Os acordáis que hace unos meses reseñábamos su excelente, dura, contundente y salvaje novela? Pues lo mejor es que Daniel, en las distancias cortas y frente al público, se crece. Conecta. Comunica. Encandila.

Tener a Daniel en Salobreña es una de esas conjunciones planetarias que engrandecen el mundo de la literatura y la cultura. Salobreña, tierra de efervescencia artística, acoge a uno de esos autores con mucho que decir. Con mucho que contar. Y el escenario no podía ser otro que ese templo de la resistencia lectora: 1616 Books, con el incansable Antonio Fuentes a la cabeza.

Llegue yo o no llegue, da igual. Daniel cuenta con una presentadora de lujo: la periodista María Pérez Rico, cuyos reportajes culturales en Granada Hoy nos han hecho disfrutar enormemente todo este verano.

El viernes va a ser, por tanto, un día interesante.

Yo, si fuera tú y estuviera por la Costa, no me lo perdería. La poderosa prosa de Daniel Barredo tiene una excelente correspondencia con su dialéctica, quizá menos agresiva, pero igualmente fluida, preclara, adivinadora y, sobre todo, inteligente. Muy inteligente.

Eso sí. Si vas a la presentación, deja hueco en la agenda del fin de semana para leer “El viaje a Budapest”. Porque, además de comprarla y llevártela firmada y dedicada; no te podrás sustraer al torbellino de su fuerza y la devorarás en un puñado de horas que te harán volver a sentir la capacidad táctil y succionadora de la literatura escrita con las tripas. Y con las entrañas.

Jesús Lens

Africaneando

¡Quería haber llegado a la página 400, pero me quedo en puertas! Me siento como Charlie y Rose, esta noche. Me pesan los párpados y los dedos están amoratados de tanto teclear, el fin de semana entero. Pero bueno. Estamos ya en la recta final. ¡En la finalísima de la cuenta atrás!

¡Lo que cuesta, a veces, avanzar!

Ya sabéis que estamos trabajando en Una Ventana Africana, un nuevo libro en que hablamos de cómo el cine occidental ha mirado al continente africano. De las 57 películas que tenemos listadas, me quedan por revisar diez de ellas. Esta noche caerá una. Ya veremos cuál. Adjunto va el listado, a ver qué os parece y, sobre todo, a ver si echáis de menos algún título importante.

Además, es una invitación para que empecéis a ver algunos de estos filmes de forma que, cuando el libro esté en vuestras manos y/o pantallas, podamos entablar un buen diálogo sobre las mismas.

Diálogos como este, extraído de «La Reina de África», entre el teutón gordinflón, capitán del acorazado Luisa, que ha prendido a Charlie y Rose al terminar su vibrante y accidentado descenso por el río:

– Todo el mundo sabe que ese río no es navegable.

-Es posible, pero nosotros vinimos por él.

Termina una semana.

No. Tampoco es eso...

Comienza otra.

Y, nosotros, ¡seguimos!

Listado:

14 kilómetros

Retorno a Hansala

Bajarse al moro

Los pasos perdidos

La puerta del retorno

Wilaya

Hijos de las nubes

Kartum

Nostalgia del hogar

La batalla de Argel

El cielo protector

El paciente inglés

Cleopatra

La batalla del Alamein

Casablanca

Diamantes de sangre

Las montañas de la luna

Las nieves del Kilimanjaro

El rey león

Los demonios de la noche

Memorias de África

Hatari!

La reina de África

Cazador Blanco, Corazón Negro

Gorilas en la niebla

Mogambo

Las minas del Rey Salomón

El último tren a Katanga

La presa desnuda

El jardinero fiel

Grita libertad

Invictus

Drum

Shaft en África

Tarzán de los monos

Greystoke

Cobra Verde

Soñé con África

Historia de una monja

Black Hawk derribado

Sudán

Las cuatro plumas

District 9

Cuando éramos reyes

Alí

El último rey de Escocia

Adiós Bafana

Zulú

La pesadilla de Darwin

Hotel Rwanda

Disparando a perros

Congo

Under African skyes

En un mundo mejor

Drum

Amanecer Zulú

Diario de Kisangani

La vida fácil

Lo primero que llama la atención de la portada de “La vida fácil”, de Richard Price, es la frase que viene a continuación del título de la novela y del nombre del autor.

Dice así:

“Guionista de “The Wire”.

Efectivamente. Guionista. Ni actor protagonista ni director. Ni tan siquiera productor. Sencillamente, guionista.

A estas alturas, lo más normal es que sepas qué es “The Wire”, aunque no hayas visto sus cinco temporadas, y que conozcas el impacto catódico de una de las series que terminaron por revolucionar el actual y excitante panorama televisivo del que gozosamente podemos disfrutar en este siglo XXI.

Series de televisión en las que los protagonistas absolutos son los guionistas que tejen historias complicadas y enrevesadas, con múltiples y contradictorios personajes, complejos y en absoluto maniqueos. Guionistas como Richard Price, Dennis Lehane o George Pelecanos, para quienes no hay diferencia entre escribir los libretos de las diferentes temporadas de “The Wire” o sumergirse en la construcción de sus propias novelas, igualmente largas, densas y complicadas.

Cuando Álvaro terminó de leer su ejemplar de “La vida fácil”, firmado por el propio autor, resumió lo que le había parecido con un lacónico, pero suficientemente explicativo: “es como una temporada de “The Wire”. Y es que Álvaro es otro de los enganchados al fascinante y adictivo universo de estirpes como la de los Soprano o la de los polis de Baltimore que se enfrentan a lo peor de cada casa, luchando contra el tráfico de drogas, la corrupción sindical o las mafias urbanísticas locales.

Una muerte estúpida. Y quinientas páginas para explicar el porqué, más que el quién lo hizo. Y el cómo se concatenaron todas las circunstancias que concurrieron en aquel desafortunado incidente. Y, sobre todo, lo mejor de “La vida fácil” es asistir a las consecuencias que aquella muerte tuvo en todas las personas relacionadas con ella, de una forma más o menos cercana.

Richard Price, en su visita a "Negra y Criminal"

Richard Price ha escrito una novela negra, dura y sin concesiones, pero en la que apenas hay tiros, persecuciones o heroísmo alguno. “La vida fácil” es un bocado de realidad, narrado con la precisión de un entomólogo que estudia la vida de un puñado de personas con las que, a priori, no tenemos relación alguna. Pero de las que estamos mucho más cerca de lo que nos creemos.

Cameo de Richard Price en The wire

Porque la comedia humana es así y los seis grados de separación, en manos de un escritor tan sólido y potente como Price se diluyen como un azucarillo: Eric, Ike y el resto de personajes son tan cercanos como nuestros vecinos y las calles de Nueva York en que acaece la acción podrían ser las calles, las malas calles de una ciudad cualquiera.

Porque la literatura, la buena literatura; además de no saber de etiquetas o limitaciones, es absolutamente universal.

Jesús Lens

Veamos los 7 de septiembre anteriores qué publicamos: 2008, 2009, 2010 y 2011

La zona

Apenas escuché al Jefe Taibo el comienzo de su presentación de “La zona”, en Semana Negra, supe que tenía que comprarla. Y leerla. A toda velocidad. Porque si a Paco Ignacio se le había metido en la cabeza el runrún de Nigeria, ¿qué os voy a contar yo, que llevo todo esto año tratando de dar cuerpo a nuevo proyecto literario-cinematográfico con África como protagonista?

El resto de la presentación de la nueva novela de Juan Miguel Aguilera y Javier Negrete terminó de convencerme de que, posiblemente, “La zona” iba a ser uno de los grandes libros de Semana Negra, junto a “Cenital”, de Emilio Bueso. Al menos, en su dimensión más terrorífica y de ciencia ficción que puramente policíaca. Lo que pasa es que, posiblemente y por desgracia, las historias que nos cuentan Bueso y el dúo Aguilera & Negrete tienen mucho más de ciencia que de ficción. Lo que no dejaría de ser terrible, por supuesto.

“La zona”, efectivamente, comienza en Nigeria, tiempo ha. Allí, la compañía farmacéutica Janus tiene instalados unos laboratorios en los que determinados científicos investigan en unas condiciones más “abiertas” de lo que podrían hacer en sus países de origen. Como que la ética se relaja, cuando uno trabaja en determinados ambientes. Como que sus habitantes son más maleables, más accesibles, a la hora de hacer ciertas experimentaciones, como tuvimos ocasión de leer y ver en “El jardinero fiel”, novela escrita por John Le Carré y trasladada a la pantalla por Fernando Meirelles.

Pasa el tiempo y, aquí y ahora, en un lugar tan improbable como la zona agrícola de El Ejido, estalla una alerta sanitaria por una posible amenaza biológica de origen desconocido. Una experta española proveniente de un organismo internacional con sede en Suiza y un joven becario inglés se plantan en Almería con el fin de aclarar la situación, seguramente algún tipo de anomalía sin la menor importancia, y allí se encuentran con el ejército, que ha trazado un perímetro infranqueable en torno a la zona caliente, y con Aguirre, médico de la localidad de Matavientos, centro neurálgico de la alarma.

Vestidos con sus trajes de aislamiento, con todo su equipo en ristre y escoltados por algunos soldados, los protagonistas entran en la zona y, a partir de ahí…

A partir de ahí, si quieres saber más, tendrás que hacer una cosa muy sencilla: ir a una librería y comprar un ejemplar de “La Zona”. O pedirlo por Internet, claro. Que, con este calor, echarse a las calles cuesta trabajo. Pero, desde luego, tienes que hacerte con la novela de Aguilera y Negrete. Porque sus quinientas cincuenta páginas son de esas que te mantienen imantado al libro, de las que te impiden apagar la luz por la noche, aunque ya te escuezan los ojos. Una novela de las que te obligan a seguir con la lectura, sí o también.

Sin contar nada que pueda reventar la trama de la novela, diremos que, si entrar en la zona caliente resulta relativamente sencillo a los personajes; salir no lo será tanto. Y que, en la narración, hay referentes a historias clásicas de grupos heterogéneos de personas muy distintas entre sí que, por mor de las circunstancias, se ven obligados a convivir durante unas horas y a enfrentar peligros y amenazas muy diferentes. En “La diligencia” eran los indios; en “Río Bravo” eran los sicarios contratados por un cacique; en “El enigma de otro mundo” está claro lo que eran y en “Asalto a la comisaría del distrito 13” eran bandas de pandilleros.

¿Qué, quién y por qué amenaza al grupo de investigadores que se internan en “La zona”?

Ya tardas en comprar el libro, leerlo y descubrirlo. ¡Y disfrutarlo!

Jesús Lens

Y con este último aPostado llegamos al final del propósito que nos hicimos cuando julio terminaba: una propuesta lúdico-cultural para cada uno de los días del mes más irreal y fantasmagórico del año. Creo que lo hemos cumplido.

¿Y los 31 de agosto de 20082009, 2010 y 2011?