Verano en rojo

¡Ay, aquel verano del 2010! Igual que uno siempre recordará qué hacía cuando cayeron las Torres Gemelas, los españoles siempre recordaremos dónde, cómo y con quién estábamos cuando Iniesta marcó su memorable gol a Holanda, aquel gol que no solo nos coronaba como Campeones del Mundo sino que nos permitía, por fin, sacudirnos históricos complejos de inferioridad con países como Alemania, Francia, Inglaterra, Italia o Argentina.

España vivió el Mundial de Sudáfrica entre la esperanza y el estupor; entre el miedo a perder y la pasión por ganar. Y así comienza la excelente novela de Berna González Habour, publicada por esa impresionante, magistral y espectacular, imprescindible colección que es la Serie Negra de RBA.

Efectivamente, “Verano en rojo” arranca cuando la inspectora de policía María Martín se apresta a ir a casa de su familia para ver los cuartos de final del Mundial. Solo que una llamada de Esteban, su segundo de abordo, le tuerce los planes: ha aparecido el cadáver de un hombre. Ahogado. En un lugar tan improbable como el estanque del parque Juan Carlos I de la capital del reino.

Mientras, un veterano periodista de sucesos, Luna, trata de sobrevivir a la resaca posterior a una monumental borrachera. En este caso, nada tiene que ver con los éxitos de la Roja. Muy al contrario, fue una de esas cogorzas tristes y desesperadas, rabiosas, al saberse que el periódico iba a despedir a un buen montón de compañeros, él incluido, por aquello de la rentabilidad y los cuadres contables a fin de ejercicio. Pero el instinto es el instinto y un buen fiambre no se puede dejar enfriar. Aunque, como en el caso de este jovencito, aún sin identificar, hubiera aparecido empapado en agua.

Y está Carlos, un viejo policía al que su corazón hizo cambiar las tensiones del caótico Madrid del siglo XXI por una apacible y más tranquila Santander. Y es que parece que el cadáver del muchacho puede ser el de un chavalito cuya desaparición fue denunciada en la señorial ciudad cántabra…

Teniendo en cuenta que el finado es joven, apenas un adolescente, la investigación acerca de su identidad y, posteriormente, de la autoría de su muerte, requerirá de la presencia de expertos informáticos como Tomás que, además de desbloquear teléfonos móviles y rastrear llamadas, sepan manejarse en universos virtuales tales como Tuenti o Facebook. Porque, nos guste más o nos guste menos, parte de nuestra vida está ahí dentro. O ahí fuera, según se mire. Y, a todo esto, España se prepara para recibir a Benedicto. Y el clero está revuelto.

Con estas mimbres y con estos personajes, Berna ha escrito una novela negra de libro, que sigue una investigación policíaca desde el principio hasta el final, de forma absolutamente rigurosa y canónica. Una investigación de manual, radicalmente contemporánea que, como siempre ocurre en las buenas novelas, afectará a los personajes y les irá conduciendo por tortuosos -a la vez que excitantes- caminos laborales, profesionales y personales de forma que, al final de la novela, no serán los mismos.

“Verano en rojo” es una novela que, si la subida del IVA y los recortes en cultura no lo evitan, acabará convertida en película. Yo ya empiezo a hacer cábalas con el casting. O, quizá, a Berta le propongan que desarrolle nuevas historias para convertir a sus personajes en los protagonistas de una serie de televisión que, al estilo de “The killing”, desentrañen las grandes contradicciones de esta España del siglo XXI que, por una parte, gana el Mundial, pero por otra, se sigue ahogando en la miseria de la mentira, la mediocridad, el disimulo, el miedo y la ocultación.

¡Lean, lean “Verano en rojo” y hablamos!

Los agradecimientos por el consejo, en forma de Alhambras, por favor. Especiales y muy frías, a ser posible. En el bar más cercano.

Jesús Lens

Veamos los aPostados anteriores. 22 ya, a estas alturas de agosto.

¿Y el 23 de agosto de 2008, 2009, 2010 y 2011, qué blogueamos?

Comida de trabajo

Disculpen si el aPostado de este domingo es muy concreto y conciso, pero es que me encuentro en plena comida de trabajo, como se podrá observar en esta imagen.

A las 6 tengo una reunión para ver y estudiar el contenido de lo que aparece sobre el teclado del portátil y, más tarde, una nueva reunión a varias Bandas para hablar y discutir de estrategias y posicionamientos.

Dicho lo cual, en plena enésima Ola de Calor y estando en alerta amarilla con toques anaranjados (¡ay que ver cómo son estos agostos andaluces!) y oscilando entre la materialidad y la personalidad sugeridas por el influjo de la Virgen del Rocío, me permito hacerles esta recomendación, que viene al pelo:

Por lo demás, y de aquí hacia atrás, los demás aPostados de este agosto.

¿Y en 2008, 2009, 2010 y 2011? Pues eso.

Jesús laburante Lens

Cenital

Hace un par de años me traje de Semana Negra un libro enorme, perturbador e impresionante; radicalmente moderno, global, contemporáneo y anticipador. Se llamaba “Buda Blues” y su autor, el colombiano Mario Mendoza, me impresionó por la hondura de su mirada y la serena tranquilidad de su rostro.

La sensación de la recién terminada cita anual gijonesa con la literatura de género ha sido Emilio Bueso, no solo por ganar el premio Celsius 232 a la mejor novela de terror, fantasía y ciencia ficción con su espléndida “Diástole”, sino también por presentar la muy inquietante, especulativa, incisiva y angustiosa “Cenital”, publicada por la inquieta y visionaria editorial Salto de Página.

“¿Y entonces qué?

Entonces las tiendas se quedarán sin comida. El agua dejará de salir de los grifos. Los apagones nos parecerán un pequeño inconveniente comparados con el hambre y la sed. El despliegue de la oscuridad marcará el fin de nuestra civilización”.

Con este texto de Guy McPherson, catedrático de recursos naturales y ecología estadounidense, se abre una de las partes que componen “Cenital”: fragmentos de discursos, artículos y estudios que pronostican la inminencia de una crisis energética que convertiría en una broma a la amenaza de la prima de riesgo o del rescate financiero de la UE.

¿Estaremos todavía a tiempo?

La otra parte de la novela narra la historia de una ecoaldea puesta en marcha por el protagonista de la historia, un visionario apodado Destral que, cuando entendió que el final estaba cerca, creo una web, http://www.cenital.net/, y desde ella animó a la gente a compartir con él un proyecto: poner en marcha un sistema productivo autosostenible y no dependiente de las energías fósiles.

La historia de Cenital, Destral y la ecoaldea fortificada, bautizada como Cenital, se desarrolla en dos planos: el pasado, que arranca en 2008, cuando el protagonista cobra conciencia de la inminencia del Hundimiento; y el futuro, situado en un apocalíptico 2014, cuando el caos se ha apoderado del mundo y la sociedad se ha visto reducida a un grupo de aldeas más propias del neolítico que del siglo XXI que tratan de resistir el ataque de las hordas de bárbaros nómadas que, al estilo de “Mad Max”, asolan España.

Porque lo habitual de este tipo de distopías es que acaezcan en Texas, Nueva York o Arizona. Pero no. El gran acierto de Bueso es hablar de la España de aquí y ahora; describiendo paisajes reconocibles por todos y mezclando el 15-M, la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera con un futuro inmediato en que los pocos supervivientes que lo pueblan han vuelto al trueque y a la rueca para ir tirando.

Como recurso narrativo para contar el antes y el después del Hundimiento y la construcción, puesta en marcha y modo de vivir en Cenital, Emilio Bueso se inventa las biografías de algunos de sus habitantes, desde Destral y Agro a Braqui, Sapote, Crestas o el Interventor. Además, sitúa la acción justo en un momento decisivo para la ecoaldea: falta grano y hay que organizar una expedición de trueque al exterior de la fortaleza, con el riesgo que conlleva.

Emilio distópico Bueso

Pasado y futuro inmediatos conviven en una novela de lectura voraz y apasionante que combina las causas y las consecuencias; que cuestiona el aquí y el ahora para alertar sobre la insostenibilidad de un sistema de vida abocado al desastre, a la hecatombe, a un cataclismo tan pavoroso como ¿inevitable?

“Cenital” es una novela especulativa sobre un mundo futuro en el que no queremos creer, pero que tenemos la obligación de vislumbrar y prever. Episodios como el del deshielo de toda Groenlandia, en el lapso de cuatro días, son un buen indicativo de que, quizá, hay que prestar atención a los informes y estudios de algunos científicos, expertos y profesores.

Porque quizá estemos a tiempo de cambiar (algo) las cosas, antes de que las cosas nos cambien (del todo) a nosotros.

Jesús Lens

Seguimos, seguimos aPostando. Uno al día. Y llegados a mediados de mes, vamos cumpliendo, ¿no? A ver los aPostados anteriores:

El caballero oscuro

Ejército enemigo

Ryan Giggs

Cerveza Alhambra

Prometheus

La ciudad de los ojos grises

Dejarse ir

De dioses y hombres

Garabatos y Nuevas Tendencias en Salobreña

La mano invisible

Media Maratón de Granada 2012

Vuelve el Tirano

Añejas referencias literarias de los políticos de hoy

Veamos, además, los anteriores 14 de agosto: 2008, 2009, 2010 y 2011.

Ejército enemigo

Cuando leí todo lo que se escribió sobre esta novela en los suplementos literarios de los grandes periódicos de este nuestro país, salí a escape a la librería más cercana a comprar un libro que, después de la Biblia y el Capital, iba a ser lo más. Lo más de lo más. De lo Más Allá, incluso.

Alberto Olmos es uno de los “20 de Granta”, la lista de los veinte escritores en castellano más prometedores del momento, los llamados a comerse el mundo literario de los próximos años.

Además, “Ejército enemigo” estaba publicada en Literaturas Mondadori, una de las colecciones literarias más interesantes del panorama de las letras patrias.

Y claro, con todos estos a prioris y condicionantes, ante tanta expectativa, era casi imposible que la novela no me defraudara y que, a medida que la leía, fuera pensando: “pues no es para tanto”, “esto me suena a Houellebecq”, “esta parte es reiterativa” y cosas así.

Se me hace difícil escribir sobre “Ejército enemigo”, una novela de tesis en la que su autor, a contracorriente del 15-M y todo el empalago intelectual que lo acompañó, defiende que ya está bien de tanta tontería solidaria y de tanta fraternidad universal en pos de un mundo mejor.

A través de un personaje entre lo repulsivo y lo grotesco, un cínico que trabaja en publicidad (toque moderno), iremos pasando por el mundo de las ONG (toque moderno), de las Redes Sociales (tqm), de la pornografía en Internet (tqm) de la crisis (tqm) y de las protestas callejeras (tqm)

Y lo haremos de forma fría y desapasionada. A través de un siniestro diario en Internet, no por terrorífico, sino por escueto. Un diario que pretende transmitir la soledad y el vacío, la vacuidad de la visa del protagonista. Y que, bueno, pues será así. ¿No?

Las mujeres que aparecen en la novela son, claro, puros objetos del deseo del personaje principal, del que solo sabremos, en realidad, su comportamiento compulsivo-obsesivo.

Yo no digo que lo que cuente Alberto Olmos no sea interesante. Es solo que a mí no me interesa. Ni el fondo, ni la forma.

Y, aún así, leí entera la novela.

Imagino, pues, que algo tendrá ya que, de lo contrario, habría dejado a medias su lectura. Pero a mí no me pregunten por ese algo. Si en algún momento lo encontré, ya lo he perdido. Si lo tuve delante, ya no lo veo. Si estuvo, no lo recuerdo.

Con novelas como “Ejército enemigo” me pasa como con algunas obras de arte contemporáneo: es mucho más interesante lo que sus autores hablan de ellas y lo que opinan los expertos sobre su génesis, sentido y objetivo que la propia obra en sí misma.

Cortico que es uno.

Jesús Lens

El segundo de los aPostados agosteños, cambiando el tono y el estilo. Ea. Que ayer fue Batman y mañana… mañana trataremos de que no sea lo que Dios ni los mercados quieran.

El escondite de Grisha

Desde que la Semana Negra creó el premio Celsius a la mejor novela de fantasía y ciencia ficción, en 2008, el autor pamplonica Ismael Martínez Biurrun lo ha ganado ya en dos ocasiones con sus novelas “Rojo alma, negro sombra” y “Mujer abrazada a un cuervo”.

Reconozco que, aun habiendo tenido ocasión de charlar con Ismael en pasadas ediciones de Semana Negra y pareciéndome un tipo cabal y con un discurso más que interesante, no había leído nada suyo.

Hasta ahora.

Hasta que me tocó ser jurado de la edición 2012 del referido premio, en el marco de la vigésimo quinta Semana Negra.

Me hizo ilusión cambiar de registro, después de haber sido jurado de otros premios de SN, como el Silverio Cañada (aquella “Celda 211”, ¡hasta dónde acabó llegando!) o el mismísimo Hammett.

Un premio que me ha dado la oportunidad de leer a Juan Ramón Biedma y su “Antirresurrección”, la “Diástole” de Emilio Bueso y “2022 La guerra del gallo” de Juan Guinot, cuyas reseñas tenéis disponibles en los enlaces correspondientes)

Y, por supuesto, “El escondite de Grisha”, que paradójicamente tiene algunas conexiones temáticas con la novela de Bueso, más allá de compartir la edición con la inquieta y astuta Salto de Página.

¿Por qué se esconde Grisha, un niño, en una biblioteca madrileña y tiene arrebatos de escritura automática… en idioma ucraniano? ¿Por qué Olmo, el nuevo y desgarbado bibliotecario se acerca a él, aun a sabiendas de que su vida volverá a verse transformada y trastornada, justo cuando creía haber encontrado una cierta paz en su existencia?

La novela tiene dos partes diferenciadas, pero igualmente atractivas. La primera transcurre en Madrid y cuenta la relación entre los personajes principales y de éstos con algunos de los secundarios de la historia. Después, se convierte en una narración de viajes, cuando Olmo y Grisha emprenden su periplo por Ucrania, a la vez huyendo de España y en busca de la verdad.

Una verdad que, como todas las verdades, será explosiva. Y demoledora. Y conllevará efectos secundarios.

Es complicado hablar de esta novela sin desvelar partes de su trama que arruinen la lectura. Por ello, solo insistiremos en que es un pedazo de novela de esas que se devoran, de las que imantan y cuyos personajes se convierten en parte de tu acervo literario, por siempre jamás.

La historia de Grisha, trágica, hermosa y emocionante, no dejará indiferente a un lector que se sentirá conmovido y sobrecogido en algunos de los pasajes de la novela.

Porque hay medallas que imprimen carácter, héroes que no pudieron contarlo y liquidaciones que marcan una vida.

Jesús ucraniano Lens