Y tú, ¿Qué lees? ¿Qué estás leyendo? ¿Qué quieres leer? ¿Qué nos aconsejas leer?
Jesús lector Lens
PD.- Lo que blogueamos los 12 de noviembre de 2008, 2009 y 2010.
A veces es mejor no saber. Pero si queréis saber, leed la desopilante, divertidísima, tremebunda, ilustrativa y terrorífica “El dinero de los demás”, de Justin Cartwright, recién publicada en España por la inquieta editorial Ático de los Libros.
“Nadie había leído a Keynes. Ojalá pudiera decir que fue inmune al Zeitgeist, que consistía en crear dinero de la nada. Su padre decía muy a menudo, demasiado incluso, que la banca es un negocio que debe tratar con cosas que uno entienda y con gente que uno conozca. Al intentar convencerle de que podían ganar dinero emitiendo deuda colateral y abriendo fondos de inversión, dijo: “-Sí, ¿pero para qué sirven? Puedes llamarlos derivados financieros hasta que te falte el resuello, pero si te pido que me enseñes cómo son, ¿qué harás?”
¿Imagináis de qué va el tema?
Pues sí. De la crisis. De cómo los bancos de inversión contaminaron todo el sistema financiero mundial y llevaron al borde del precipicio el mundo, tal y como lo conocemos. ¿Habría sido eso bueno, malo o regular? No lo sé. Ni el libro que comentamos habla de ello. Pero sí que expone, de una forma muy clarividente, cómo se vino abajo todo el tinglado.
¿O no?
Porque abrir las páginas sepia de los periódicos, hoy, sigue siendo más letal que leer la novela negra y criminal más salvaje y violenta.
De hecho, “El dinero de los demás” también explica cómo, con una patada seguir, hoy seguimos sufriendo las consecuencias de aquellos errores. ¿He escrito “errores”? En fin. Sería mejor que leyeras el libro y juzgaras, por tu cuenta.
Pongámonos en antecedentes: el banco londinense Tubal & Co. es una de esas entidades financieras con más de trescientos años a sus espaldas. Un banco rancio, señorial, serio y, sobre todo, fiable: el peso de la tradición lo sustenta.
Hasta que llegó un equipo de gestión que, ignorando lo que sostenía el vetusto dueño de la entidad a que hacía referencia el anterior párrafo entrecomillado, decidió hacer ingeniería financiera y, gracias a una fórmula infalible, maximizar beneficios en tiempo récord.
¿Seguimos?
Ojo, no vayáis a pensar que este libro es para iniciados o que hace falta conocer algo del mundo de las finanzas para comprenderlo o disfrutarlo. En absoluto. De hecho, lo puramente financiero apenas es el McGuffin que permite diseccionar a una sociedad contemporánea en que la obsesión por el dinero lo es todo. Obsesión por el dinero y por todo lo que se pueda comprar con él, desde un Cezanne a un yate, pasando por los servicios más íntimos de un entrenador personal o los insensatos viajes al Tíbet para localizar al Yeti.
A través de unos personajes magníficamente trazados, repletos de fuerza y consistencia, Cartwright no deja títere con cabeza en una novela tan realista como contemporánea. Por desgracia, demasiado realista. Y demasiado actual, no en vano, los nombres de Enron, Madoff o Lehman Brother´s saltan a la palestra como ejemplos de… bueno. Ejemplos de lo que no había que hacer.
“El dinero de los demás” también es un extraordinario ejemplo de cómo el humor puede ser más ácido y corrosivo que el mismo Salfumán, una precisa herramienta de conocimiento que, además, puede deparar algunos momentos de justicia poética que, con la que está cayendo, siempre son bienvenidos.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Me levanté e hice un ejercicio muy sencillo:
Teclear en Internet: www.amazon.es
Y, en su buscador, escribir «Jesús Lens»
Y me emocioné.
Jesús de padres a hijos Lens
«Óscar Urra remata con este relato la peculiar trilogía que comenzara con “A timba abierta” y continuara en “Impar y Rojo”, y cierra así uno de los relatos más ágiles y desenfadados del reciente policial español.”
Se puede decir más alto, pero imposible describir con mayor precisión y claridad la nueva novela de Óscar Urra, publicada por la editorial Salto de Página, igual que las dos anteriores.
Para saber más de un título que os recomiendo largamente, daros una vuelta por ESTE Blue and Noir, nuestro Club de Jazz virtual que empieza a echar humo, cuando llega noviembre…
Jesús jazzero Lens
PD I.- La dedicatoria de Óscar
Hará un par de años que escribí un artículo titulado “Duendes de imprenta”, (podéis leerlo aquí) dedicado a un grupo de personas que, en el periódico IDEAL, convierten un texto escrito en un ordenador en unas fantásticas páginas impresas ilustradas, rebosantes de creatividad, magia y misterio.
Hoy, jueves 27 de octubre de 2011, me vuelvo a acordar de ellos, de los duendes que hacen realidad lo que, hasta su intervención, no era más que un sueño, un proyecto y una idea que, después, se convierte en un work-in-progress interminable y, por fin, en un archivo Word que pasas a algunos amigos para que lo lean, lo revisen, te aconsejen… Por último, todo ello acaba reducido a un PDF que llega a las manos de los duendes.
Y ellos lo convierten en uno de los objetos más bellos, enigmáticos, sencillos y maravillosos que existen: un libro.
Ahora mismo tengo a mi lado un ejemplar de “Café-Bar Cinema”, mi nuevo libro de cine. No me canso de acariciar sus páginas, de abrirlo y cerrarlo, de leer párrafos al azar, de hojear las fotos, de reflexionar sobre las citas.
Y, sobre todo, no me canso del olor al papel y la tinta que conforman ese objeto único e imprescindible: el libro.
Ahora que lo tengo en las manos, pienso en todas las personas que lo han hecho posible, que son muchas y, además, buenas e imprescindibles.
Pocas veces, un libro tiene un punto de partida tan claro, rotundo y concreto como “Café-Bar Cinema”. Lo he contado algunas veces, pero AQUÍ lo tenéis bien clarito.
La fecha: el 5 de febrero de 2009.
Los culpables: 3 Joses. Bueno, 2 Joses y 1 Pepe.
El primero, Pepe, mi Cuate. Y un SMS. Imprescindible.
El segundo, Jose Guerrero. Antes en Granada, ahora en Madrid.
El tercero, Jose Santos, el Duende de la imprenta.
Porque cuando vi ese reportaje, hermosamente impreso en papel, tuve claro que podía dar más de sí. Mucho más. (Lástima no tenerlo guardado, impreso o en PDF)
Desde entonces, horas y horas de películas, libros y, sobre todo, de ordenador. De Internet, consultas…y teclazos. Escribí tanto que reventé un teclado. Masacré un portátil.
Con todos vosotros, con quiénes me veo habitual o esporádicamente, hablaba del proyecto. De su evolución. De mis dudas, angustias y zozobras. ¡No se acababa nunca! Pobre, mi hermano, mientras corríamos y le contaba las últimas películas que había visto y sobre las que había escrito.
Y llegó la hora de plantearlo.
¿Lo queréis publicar?
Mis amigos de Almed no lo dudaron: SÍ.
¡Joder! Así da gusto. Si tuviéramos en esta ciudad a otros diez tipazos con la decisión, la pasión, el arrojo, la visión y la capacidad de trabajo de Jerónimo Páez, otro gallo nos cantaría.
Ánimos renovados, nuevos bríos y más horas, muchas más, dejándome las pestañas y un par de dioptrías frente a las pantallas. ¡Esas benditas, malditas pantallas de cine, televisión y ordenador!
Aún hacíamos promoción de “Hasta donde el cine nos lleve”, esos fabulosos On the road que nos conducían a mi Cuate y a mí hablar de cine a Barcelona, Madrid, Alicante, Gijón, Canarias, Salobreña o Cuevas de Almanzora.
Pero empezaba a haber ganas de cambiar de registro. O sea, de seguir hablando de cine, pero con otro argumento.
Los bares, los cafés, los clubes, las farras, bebidas, cervezas, pintas y chupitos. Bares, posadas, cantinas, cafés, clubes y casinos.
Cuando ya iban para dos años de trabajo denodado y el verano del 2011 se nos echaba encima, cuando “Café-Bar Cinema” empezaba a ser una realidad; me empezaron a dar esos voluntos tan míos, esos detalles que hacen que la vida merezca la pena.
Que si encargarle este cuadro a Irene. Que si pedirle a Fernando Marías un prólogo (lo vais a flipar). Que si cerrar una presentación en Salobreña, con Colin y Encarni, para antes de Navidad…
Y empezamos a concretar el final del proyecto.
Y comenzó la tortura para algunos fieles amigos: Alicia “Clarito”, Raquel Páiz y, por supuesto, mi querido José Manuel Vargas, el tipo con mayor paciencia y mejor carácter que conozco.
No creo que José Manuel Vargas le haya dicho que no a nadie. Nunca. ¡Qué capacidad de trabajar, rápida y profesionalmente! ¡Qué forma de convertir una idea, una posibilidad o una sugerencia en una realidad, de forma inmediata!
Maquetación, créditos, imágenes, pruebas de portada, contraportada, textos para la solapa, pies de foto, dedicatoria, post-dedicatoria al final del libro… Nada queda al azar. Nada es casual.
Ahora tengo embarcado a otro amigo en otra idea, audiovisual, para dar a conocer el libro, pero ya hablaremos de ello.
Y llega el momento de Juan Manuel Cid. Ojo, que Juanma está ahí siempre. Solemos vernos una o dos veces al mes y compartir un café rápido, hablando de libros, de jazz o de The wire. Pero ahora tenemos que hablar casi a diario: promoción, presentaciones, reseñas… la otra parte de la literatura.
Porque los libros son palabras, papel y tinta.
Los libros son trabajo, soledad, dudas y cansancio.
Pero también son diversión, encuentros, charlas, proyectos, ideas, risas y la mejor excusa para verse. Para vernos. Para veros. Para que nos veamos.
A todos, a todas: GRA-CIAS.
Por estar ahí. Por escucharme. Por aguantarme. Por apoyarme. Por aconsejarme.
¡Gracias!
Jesús exultante Lens.
Y sí. Otros 27 de octubre, también hemos blogueado: 2008, 2009 y 2010. Pero el del 2011 será histórico 😉