SERVIMOS

Hace un par de días publicábamos ESTA reseña sobre “Buda blues”, justa y apasionadamente entusiasta, a la que algunos amigos respondieron de forma igualmente encomiable, diciendo que iban a comprar el libro. Y, además, a leerlo.

A veces, es frustrante escribir reseñas literarias. Cuando escribo de cine, es más habitual que haya comentarios, tertulias y conversaciones, aunque pensaba que “La red social” iba a generar un gran debate y, sin embargo, nadie dice ni pío sobre la misma.

Las entradas de libros, sin embargo, suelen pasar sin pena ni gloria por el Blog, hasta el punto de que uno no sabe siquiera si son leídas o sirven para algo.

Hasta que pasan cosas como la que relatamos a continuación:

Al día siguiente de blogueada la reseña, un amigo me manda un e mail pidiéndome que le recordara el título del libro recomendado en cuestión, para encargarlo en su librería de referencia. Y, a los cinco minutos, me manda otro: hacía sólo unas horas que la librería había vendido el único ejemplar que les quedaba de “Buda blues”, asíq ue habían tenido que pedir a la distribuidora que lo repusiera.

Ni que decir tiene que podía haber sido casualidad, pero prefiero pensar que cuatro o cinco “Buda blues” habrán acabado en manos de lectores de “Pateando el mundo”, atraídos por el libro tras leer la reseña.

Sería el mejor síntoma de que, efectivamente, servimos.

Jesús Su Seguro Servidor Lens.

PD.- Comentad lo que leéis, que así todos vamos descubriendo cosas nuevas, opiniones diferentes.

AVISOS LIBRESCO-LITERARIOS

I

Nos alegramos de que el próximo mes de noviembre salga a la venta la reedición de la primera novela de Pedro de Paz, «El hombre que mató a Durruti». El texto —una novela policíaca de inspiración clásica— fue galardonado en su día con el premio José Saramago de novela corta.

En su momento y pese a su buena acogida, el libro tuvo una vida breve debido a que se emitió una tirada institucional (producto del galardón que recibió) prácticamente testimonial, lo que hace que, a día de hoy, resulte tarea imposible encontrar un ejemplar.

Por fortuna, la editorial Aladena ha decidido rescatar el texto y ponerlo de nuevo en circulación. Con motivo del relanzamiento, la novela ha sido sometida a un proceso de revisión y corrección y, además, cuenta con el valor añadido de incluir un epílogo biográfico sobre Buenaventura Durruti, escrito ex profeso para esta edición, en el que se incluyen algunos datos inéditos hasta la fecha sobre las circunstancias de la muerte del líder anarquista y, en particular, sobre algunas de las personas que le acompañaban aquel día.

II

CHARLA CON DOMINIQUE MANOTTI

SÁBADOS NEGROS EN LA LIBRERÍA TRAFICANTES DE SUEÑOS

Sábado 6 de noviembre 2010 / 18h-20h

Entrada libre hasta completar el aforo

C/ Embajadores 35 – 28012 – MADRID

Dominique Manotti (Paris, 1942)

UNA GRAN DAMA DEL «POLAR», LA NOVELA NEGRA FRANCESA VIENE A MADRID.

Sus relatos proponen una reflexión sobre un turbio marco social francés, con un estilo tajante y vertiginoso que recuerda a James Ellroy. En su actualidad la novela «Nos fantastiques années fric»(1) ha sido adaptada al cine por Eric Valette en 2009. También ha publicado»Bien connu des services de police» (2) en 2010, una crónica de la política securitaria desde su barrio al norte de la capital.

(1) / (2) – Se puede traducir por «Nuestros fantásticos años de pasta » – «Bien conocido por los servicios de policía»

Novelas traducidas al español Ed. Tropismos – Lengua de Trapo – Alba Editorial

MI CUERPO ES UNA CELDA

“El mundo no es sino una cuestión de adicción y sustracción.

Todo lo demás no es sino conversación.”

Robert Rossen.

“Cuerpo y alma”

No es habitual que suene el teléfono de mi mesa, en la oficina. Ni el móvil, en realidad. Soy persona de e mails y de SMS más que de conversaciones telefónicas. Era Ángel, con un aviso:

– Jesús, que te espera Manuel Villar aquí abajo.

– Dile que suba, por favor.

– Que no puede. Que tiene el coche mal aparcado y se tiene que ir volando.

Bajé a dar un abrazo a uno de esos tipazos que, por suerte, viven, trabajan y producen en Granada y me encontré con la sorpresa de que venía a traerme el libro de un autor del que llevaba tiempo hablando maravillas: el colombiano Andrés Caicedo.

Tras la alegría por el hecho de que un amigo se arriesgue a que le multen para traerte un libro, lo cogí con reparo. No soy, tampoco, persona de leer libros prestados. Me fastidia no poder pintarrajearlos a mi antojo, aunque luego no los pintarrajee en absoluto, por ejemplo.

Eso sí. El reparo me duró dos estornudos. Me hice con papel y bolígrafo, me tumbé en el sofá y, de dos sentadas, devoré uno de los libros más intensos, enigmáticos y peculiares que he leído en los últimos tiempos. El protagonista único es el propio Andrés Caicedo, un enfermo de cine que, a los 25 años y tras dos intentos frustrados de suicidio, escribió a su madre una carta de despedida que terminaría por ejecutar unos meses después, antes de llegar a los 26.

“Mamacita:

Un día me prometiste que cualquier cosa que yo hiciera, tú la comprenderías y me darías la razón. Por favor, trata de entender mi muerte. Yo no estaba hecho para vivir más tiempo. Estoy enormemente cansado, decepcionado y triste, y estoy seguro de que cada día que pase, cada una de estas sensaciones o sentimientos me irán matando lentamente. Entonces prefiero acabar de una vez”.

A partir de aquí, “Mi cuerpo es una celda” se irá construyendo gracias a las cartas, los artículos y las críticas de cine de Andrés, un tipo hiperactivo, descrito como cinépata, que toda su vida la vive en forma de palabras y fotogramas. Un cinéfilo compulsivo que sostiene tesis tan sensatas como ésta: “Yo podría pasarme los días sin otra cosa que intercambiar títulos de películas y nombres de directores”.

Y declaraciones de principios tan radicales como ésta otra: “Llegué con Luis a la conclusión de que somos débiles mentales, sólo nos interesa una persona en la medida de la cantidad de cine que vea”.

Y es que, en una luminosa revelación, Caicedo llega a una conclusión que podríamos suscribir, palabra por palabra: “La cantidad de horas pasadas en el cine me hizo pensar en que la vida contemplativa ya no es como la describieron los antiguos, en el campo, observando mañanas y atardeceres, etc. el ruido de los pájaros y la pureza de la sangre: la vida contemplativa del siglo XX se encuentra dentro de la atmósfera confortable de una sala de cine”.

Después, su vida se va haciendo cada vez más complicada, luchando por vender guiones, sacar adelante su revista de cine o conseguir editor para sus novelas. Emprende, además, una lucha contra las adicciones y las depresiones. Una lucha en la que Andrés siempre lleva las de perder: “ya no soporto la compañía de las personas, porque implica raciocinio, conversación, y no estoy dispuesto para ninguna de las dos”.

El final del libro está escrito por un admirador de Caicedo que termina haciéndose una serie tan terrible como clarividente de preguntas:

“¿Era Caicedo el Cobain de los fanáticos del cine? O sea que de hecho el cine podía matar. ¿Era la cinefilia una adicción peligrosa? ¿Y no sólo un refugio para cobardes?”

Un libro, “Mi cuerpo es una celda”, que acredita que no hay diferencia entre la realidad y la ficción. Porque el cine y la literatura son la vida. Aunque, a veces, te la puedan quitar.

Gracias, Manolo, por este feliz descubrimiento.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

ROBERT-DOISNEAU

Amigos, desde que nos embarcamos en ESTE proyecto (que os invitamos a seguir, al estar a punto de materializarse y entrar en otra dimensión)  tenemos una especial sensibilidad por bares, cafés, fotografías, películas, libros… Paradójicamente, cada vez piso menos esos templos de la sabiduría, algo que es necesario corregir.

 

Hoy os dejo unas imágenes fascinantes, de París y sus terrazas, cafés y bistrós, retratados por un maestro: Robert-Doisneau.

Jesús Lens, desembarecido en acción.