No, queridos amigos, no. De ninguna manera. Perdónenme, pero discúlpenme: ¡NO!
Ni de broma voy a empezar hoy a leer la última novela de Dennis Lehane. ¿Estamos locos? No. Hoy no. Quizá sea cualquier otro día cuando comience a leer «Cualquier otro día», la última novela del autor de Boston, recién publicada por RBA Serie Negra.
Dennis Lehane. ¿Quién es ese tipo?
Pues ese tipo es el autor de la novela «Mystic River», a partir de la que Clint Eastwood rodó una de sus más recientes obras maestras. Y de «Adiós, pequeña, adiós», igualmente trasladada al cine en una modélica adaptación del imprevisible y sorprendente Ben Affleck.
Pero, además, en cuanto escriba las próximas dos palabras, entenderéis perfectamente por qué no pienso meterle mano a «Cualquier otro día».
Bueno, en vez de escribirlas, veámoslas:
Sí. «Shutter island». ¿Os acordáis? La que se montó hace un puñado de años, a costa de esta novela. De hecho, muchos de vosotros tenéis vuestro ejemplar, firmado por el autor, a su paso por «Negra y Criminal».
Entonces, si os acordáis de los efectos que provocaba «Shutter island», ¿por qué os extrañáis de que hoy NO vaya a empezar a leer «Cualquier otro día»? ¿Qué queréis? ¿Verme aún más ojeroso que ahora? ¿Que me recluya en casa, a leer? ¿Que deje de escribir, bloguear y salir a tomar cañas? ¿Que no vaya al cine hasta que termine de leer sus setecientas y pico de páginas?
No, amigos. Tras la adicción del 2009 a Lisbeth Salander, no me pidan que me enganche, nada más empezar el 2010, a otro autor narcotizante. Al menos, no hoy. Si os parece, lo dejamos para cualquier otro día… Y si no creéis en mi palabra, leed a Enric González, AQUÍ. O a Rosa Mora, AQUÍ.
¿Hasta dónde puede llevarnos el cine? -me preguntaban el pasado viernes en una entrevista radiofónica.
Pues, de la mano de amigos como Encarni, Colin, Mariano, Gonzalo, Pepe, Panchi o Josefina; el cine puede llevarnos… hasta donde nosotros queramos y estemos dispuestos a ir. Lejos. Muy lejos. Hasta Salobreña, por ejemplo -hubiera podido contestar, sin temor a equivocarme, tras la estupenda velada del 15 de enero…
Porque Salobreña está ahí al lado pero, desde que este verano se planteó la posibilidad de presentar allí nuestro querido libro «Hasta donde el cine nos lleve», han pasado un puñado de meses. Y, sin embargo, por cómo salió todo, debemos convenir en que la espera ha merecido la pena.
Porque la presentación salió, claro, de cine. De dulce. De maravilla. De lujo.
Pero empecemos por el principio. Que bajar con mi Cuate Pepe y con Panchi en su coche, iniciando un nuevo mini On the road a cuenta del libro, ya fue un placer, con ese «A kind of blue» de Miles Davis sonando en el equipo de música.
Cuando quedaban quince minutos para el inicio de la presentación, aún no había mucha gente en la Biblioteca de Salobreña. De hecho, excepto los organizadores, no había nadie. Por eso, mi querido Colin estaba tan nervioso. Encarni y él se habían tomado tantas molestias… pero Gonzalo, el concejal de cultura, estaba tranquilo. Con mucha o poca gente, la cosa saldría a pedir de boca. Es lo que tiene hacer las cosas bien, como está claro que hacen los regidores de esa fantástica localidad costera.
Y llegó Mariano Navas, mi presentador. Filólogo, lector, cinéfilo y cubano de adopción. Abrazo, charla y… buen rollo. Y empezó a llegar gente. Y más gente. Y una poca más. Colin sonreía satisfecho. Y tranquilo. Lo estaba viviendo con tanta o más intensidad que yo. Por eso, cuando Juan Madrid, uno de los padres de la novela negra española entró por las puertas, Colin y yo sonreímos a lo bestia. Privilegio y honor el que nos hacía Juan, con su presencia allí, la mágica noche del viernes 15. Y llegaron Javi, Rosario, Concha… ¡Ay!
Y entonces apareció, con su melena rubia de guerrera vikinga. De verdad que no me la esperaba, pero Josefina se ganó su carné de Cuatrera (*), a pulso, bajando inesperada y sorpresivamente a Salobreña para acompañarnos en la presentación costera de «Hasta donde el cine nos lleve». ¡Detalle de los que no se olvidan!
Y, al final, la sala se quedó pequeña. Más de cincuenta personas, algunas de pie, nos escucharon, impávidos, a Mariano y a mí.
Lo de Mariano… un lujo de presentación. Vamos, que me sacó los colores por todo lo mucho y bueno que dijo de un servidor y de nuestro libro. Y de Fran, el coautor, cuya trayectoria se puede seguir por Internet y al que mandamos un fuerte abrazo desde Salobreña. Y todo ello, en unos folios primorosamente manuscritos, una joya bibliográfica de la que tengo que conseguir una copia, sí o también.
Entonces empecé yo a largar. No había preparado nada, para esta presentación. Había repasado las notas de otras anteriores y, prometiendo ser breve, me lancé a hablar a tumba abierta. Y lo siento por los presentes, pero estaba disfrutando tanto que fui enlazando unos temas con otros y, al final, me enrollé como una persiana, cascando media hora sin parar ni a respirar.
Pero no fue mi culpa. Creo. Porque miraba a la gente, allí enfrente, y nadie parecía aburrirse. Sin bostezos, sin mirar el reloj, sin mandar SMS… el buen público de Salobreña parecía seguir la plática con atención e interés. Así que, como ya me conocéis… no encontraba momento para callar y meter lengua en paladar.
Vamos, que estuve en la gloria y que la de Salobreña ha sido la presentación de «Hasta donde el cine nos lleve» más relajada, disfrutona, amistosa y agradable de las que hemos hecho hasta el momento. Todas han sido únicas y especiales, pero, por alguna razón, en ésta ha sido en la que más cómodo me he encontrado, al igual que me pasó la víspera, hablando de financiación privada para montar una empresa, en la ESNA. Vamos, ¡que el 2010 trae buenos presagios!
Y, después, ese momento tan especial que siempre es el de la firma de libros. Un goteo constante y, al final, unos veinte libros vendidos, todos ellos cariñosamente dedicados a esa gente que venía, saludaba, comentaba, preguntaba, sugería… ¿he dicho ya que estaba en la gloria? Y, por cierto, un saludo muy especial a la gente de la librería motrileña «La evasión», sita en C/ Ramón y Cajal 9 y que ya ardo por visitar, dado que sus dueños son auténticos amantes de los libros.
El siguiente paso en nuestra noche de libros, birras y amigos nos condujo a La Caleta, a la taberna «El Puentecillo», uno de esos lugares que, si no existieran, habría que inventarlos. Uno de esos bares pequeños en los que, nada más entrar, ya te sientes como en casa, decorados con fotos de músicos y con todo el sabor de lo auténtico. Tras la barra, El Gato, un tipo, además de encantador, dotado con un inmejorable gusto musical.
Ya completamente relajados, llegaron los brindis, el recuerdo para la gente que quería estar allí pero no podía, las felicitaciones y los parabienes. Y los agradecimientos. Y esas tapas de tortilla con salsa de ajo o el bacalao con una salsa de tomate y carne que, sorprendentemente, estaba para chuparse los dedos. La música, jazzera, con Miles Davis de protagonista y una curiosa coincidencia acerca del genio de la trompeta y el mismísimo Michael Jackson, a cuenta de ese excepcional «Human Nature». Que Colin y Pepe tienen el mejor de los oídos.
Y de allí al corazón de Salobreña, al Pub Studio J.A. del que es dueño Mariano y donde pasamos una extraordinaria madrugada de charla, copas, música y disfrute, con esos momentos en que nos parábamos a hablar de las cosas realmente importantes de la vida: Miles Davis y «A kind of blue», las mujeres, los hombres, Guardiola, los cóckteles, los viajes, los restaurantes y el ceremonial de una buena comida… la vida, en una palabra.
Y así, no es de extrañar que al volver al hotel, cansados pero felices por haber disfrutado de una noche extraordinaria, cuando le deseamos buenas noches al portero de turno, el hombre, con toda la acidez y carga de profundidad de que era atesorador, nos respondiera con un lacónico, ilustrativo y preclaro:
Buenos días, querrán decir…
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
(*) Cuatreros. Dícese de los amigos que se embarcan en salidas On the road, más largas o más cortas, para acompañarnos a mi Cuate Pepe y a mí en esta vorágine de charlas, presentaciones librescas y encuentros que llevamos felizmente a cuestas…
PD.- Posiblemente, pronto prepararemos Fran y yo otra presentación, esta vez en Madrid… ¿os animaréis a montar un On the road capitalino?
¿Quién se viene el próximo viernes 15 de enero a las 21 horas, a la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Municipal de Salobreña, para hablar de cine, viajes y libros, tomando como punto de partida nuestro querido «Hasta donde el cine nos lleve» (*)? Gracias a Encarni y a Colin (que ha diseñado el cartel, como vemos en su esencial La otra mirada) tendremos la ocasión de pasar una buena velada.
Allá estará un servidor, presentado por el filólogo y, sobre todo, humanista Mariano Navas Bascuñana, dispuesto a contar cómo nació el libro, sus entretelas, alguna anécdota o curiosidad y, sobre todo, a comentar las dudas e inquietudes que se os ofrezcan.
A pasar un buen rato, en pocas palabras, que después nos tomaremos un vinito, nos iremos de birras y visitaremos un pub muy especial, allá mismo en Salobreña. Como viene siendo felizmente habitual desde que el libro está en la calle, mi Cuate Pepe y su Pam se apuntan. Una buena opción para dormir en Salobreña y no andar de noche y con coche es el hotel Avda. Tropical, un Tres Estrellas cuyas habitaciones dobles salen a 55 euros. Venga. ¡Anímense! ¡Apúntense! ¡Vénganse!
Así que, no hay excusa.
El viernes nos vemos.
¡Os espero!
Jesús Lens, parlanchín.
(*) No me creo que no sepas qué es «Hasta donde el cine nos lleve». Pero, por si no lo sabes, pincha AQUÍ, malandrín.
Este libro, para mí, es muy especial, íntimo y sentido. Por muchas razones. Pero antes de entrar en ellas, dejadme que os lo presente, para que lo conozcáis y le vayáis cogiendo cariño…
«Bañada por las aguas del mar Caribe, estilizada a la entrada del Golfo de México con la rara semejanza a una llave antigua o a un delgado caimán, Cuba es una vieja dama que carga orgullosa en los huesos sus más de ocho siglos de existencia desde que a ella llegaron los primeros aborígenes.»
Así comienza el escritor Amir Valle su narración de La Habana, posiblemente, el personaje más interesante de su ya larga y fecunda carrera como periodista y novelista. A través de las páginas de «La Habana. Puerta de las Américas», recién publicada por la editorial granadina ALMED, Amir Valle cuenta la historia de la Perla del Caribe con la pasión del habanero convicto y confeso, pero también con el rigor del periodista más objetivo y analítico de una realidad tan dura como contradictoria.
Por todo ello, además de referir las leyendas y los mitos fundacionales de una de las ciudades más excitantes del mundo, con la que los españoles mantenemos una especial y muy sentida relación, Amir Valle hace una precisa disección de la auténtica y verdadera historia de la ciudad fundada en 1514 por Pánfilo de Narváez y que cuenta, por tanto, con casi cinco largos siglos de intensa y apasionante vida.
Una vida repleta de acontecimientos y momentos decisivos en la historia no sólo de Cuba, sino de toda América. Porque como el propio Amir Valle señala, «…su estratégica posición geográfica posibilitó ser elegida como centro de experimentación de muchas de las industrias, inventos científicos y técnicos más adelantados que surgieron luego de la Revolución Industrial en Inglaterra; fue cuna y casa de la mayoría de los grandes movimientos culturales, sociales y políticos de los siglos XVIII y XIX en este lado del mundo; inauguró el siglo XX a la cabeza del desarrollo de la industria, el comercio y la cultura latinoamericana; y conmovió al planeta Tierra con una Revolución social que todavía hoy para unos es «la última dictadura socialista» y para otros, un «ejemplo único de resistencia ante la hegemonía de los Estados Unidos de Norteamérica».
Además, el libro de Amir Valle nos cuenta La Habana desde la óptica de las muchas y muy distintas personas que, atrapadas por su magnetismo, dejaron testimonio escrito de su experiencia cubana. Desde ese mafioso, Meyer Lansky, que acuñó la etiqueta de Puerta de las Américas a un Albert Einstein para quién la capital de Cuba era «la ciudad de los asombros».
Para el escritor norteamericano Ernest Hemingway fue «la llave del Golfo de México» y el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer la consideró «la meca de la arquitectura latinoamericana». El cantante norteamericano Elvis Presley la definió como «la capital musical del Nuevo Mundo» y para el gran pintor español Pablo Picasso, La Habana era la «ciudad donde los colores hablan» mientras que, en fin, para el mítico actor Alain Delon, se trataría de «la ciudad más alegre de las Américas».
Y de todas esas La Habana nos habla Amir Valle en un libro cargado de datos e información, pero escrito con el temple de las mejores novelas, lo que hace que su lectura resulte tan ilustrativa como apasionante.
EL AUTOR
Amir Valle Ojeda (Guantánamo, Cuba, 6 de enero de 1967) escritor, crítico literario y periodista, está considerado como una de las voces esenciales de la actual narrativa latinoamericana.
En Cuba ha obtenido importantes premios literarios, así como en la República Dominicana, Colombia o Alemania. Sus últimos premios más importantes han sido el Premio Internacional de Novela Mario Vargas Llosa 2006 por Las palabras y los muertos; el Premio Internacional Rodolfo Walsh 2007 a la mejor obra de no ficción publicada en lengua española en el mundo por Jineteras, el Premio Novelpol a la mejor novela negra publicada en España durante el 2007 por Santuario de sombras, y el Premio Internacional de Novela Ciudad de Carmona 2008, en España.
Sobre Amir Valle, el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos ha dicho que «estamos ante uno de esos narradores natos que no abundan, de mirada incisiva, pericia increíble para su edad, y con un admirable sentido de pertenencia literaria e intelectual a su tierra».
Su colega, el prestigioso novelista de Santa Clara Lorenzo Lunar Cardedo, le define así: «El líder de gran parte de una generación. Explorador incansable de la narrativa cubana, generador de opiniones y suplente de una crítica casi inexistente al fenómeno de la más nueva narrativa cubana. Renovador, junto a Leonardo Padura, del policial cubano. Una lectura imprescindible en la narrativa cubana actual.»
Actualmente, reside con su familia en la ciudad alemana de Berlín.
Y lo hace pasando por Santiago de Chile, donde reside uno de esos tipos a los que, sin conocer, conoces. Y aprecias. Y hasta quieres.
Con Bartolomé Leal vengo manteniendo un intercambio literario de lo más rico y fecundo desde hace algunos años. Concretamente, desde que leí y disfruté su aventurera «Morir en La Paz».
Y es que Bartolomé no sólo escribe el tipo de libros que a mí me gustaría escribir, sino que otra de sus facetas profesionales, le acerca a ese mundo del microcrédito y la cooperación para el desarrollo que tanto nos apasiona.
Por tanto, saber que ESTA RESEÑA de «Hasta donde el cine nos lleve» ha aparecido en el periódico La Ramona de Bolivia, de manos de nuestro Leal hombre en Sudamérica, no por no extrañarme deja de hacerme más feliz.