Biblioteca

Pues sí, amigos. Estoy plenamente de acuerdo con los dos últimos sostiene del fin de semana.

Sostiene Edmundo de Amicis que «Una casa sin libros es una casa sin dignidad», al igual que Jaques Benigne Bossuet sostenía que «En Egipto se llamaba a las bibliotecas El Tesoro de los Remedios del Alma ya que en ellas se curaba la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás».

Biblioteca Novela Negra Lens

Me gustan mis libros. Como bien dice Colin Bertholet, si entro a la casa de alguien y la veo despojada de libros, se me cae el alma a los pies. De hecho, en lo primero que me fijo y donde más me gusta determe, al visitar un hogar, es en los anaqueles que albergan a esos fieles amigos.

Biblioteca Viajes Lens

Ahora, con el libro electrónico, podría pensarse que ya no son necesarias tantas baldas ocupando un espacio precioso. Es posible que todo el contenido de las imágenes que ilustran esta entrada cupiera de uno o dos de dicho mágicos artilugios. No lo discuto. Pero, desde luego, a mí no me gustaría entrar en mi casa y privarme de estas vistas.

Biblioteca Cine Lens

Aunque solo fuera por eso, por las vistas, nunca dejaría de comprar y atesorar libros.

Biblioteca Fotografía Lens

Porque, sostiene Jesús Lens: «Los libros son los que nos hacen libres».

Be Book, My Friend!

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A ver los 9 de julio de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012, qué blogueé.

A pleno sol

Una apuesta arriesgada, la de Alejandro Pedregosa, al titular su última y extraordinaria novela con el mismo título con que los editores españoles bautizaron uno de nuestros libros referenciales y de cabecera, escrito por Patricia Highsmith en 1955: “The talented Mr. Ripley”.

A-pleno-sol-Alejandro-Pedregosa

Una apuesta arriesgada y valiente que, sin embargo, tiene todo el sentido, no en vano, la acción de la novela transcurre en el lapso de unas semanas muy especiales: las que fueron de mayo a junio de 2011, en Madrid, cuando pareció que otro mundo podría ser posible. Una vez más. Para terminar demostrándose que, por desgracia, no es así. De nuevo.

Daniela es una joven inquieta que enarbola una pancarta, tan sencilla como poética, al comienzo de lo que se dio en llamar el 15-M: “Despierta y ponte a soñar”. Pronto entabla contacto y relación con algunas de las personas que protagonizaron aquellas jornadas de fraternidad, utopía y fe en un futuro mejor. Como Vigo, un actor argentino. O Chucho, un enigmático señor mayor de quien nadie sabe nada, pero que lleva ensaimadas de La Mallorquina y café caliente, todas las mañanas, a los indignados de Sol. Y está Jon, conectado a su iPhone. Y Uli, un alemán sempiternamente encuerado. Y Teresa, una señora muy chiquita con gusto por recopilar las leyendas, frases y consignas que escucha, lee y ve durante aquellos mágicos días. Y Lavane, una andaluza de habla verborreíca. Y de Cádiz.

A pleno sol consigna

Todos ellos verán su vida cambiar cuando Daniela desaparezca, misteriosamente, sin dejar rastro.

Chucho, que resulta ser un antiguo policía retirado, se hará cargo de una investigación paralela y complementaria a la oficial. Y para ello contará, con el apoyo –no sin suspicacias- de algunos de los indignados. Y de otros muchos personajes que jalonan una novela coral, extraordinaria y majestuosa, que consagra a Alejandro Pedregosa como uno de los mejores escritores españoles del momento.

La capacidad que tiene el autor de presentar y definir a sus personajes con apenas tres brochazos lo convierte en el gran Impresionista de las letras españolas: en dos párrafos, a través de un gesto, de una frase, de una réplica, de un detalle… el lector conoce y se representa, a la perfección, a todos y a cada uno de los múltiples protagonistas de una historia que, concentrada en el tiempo, va de adelante hacia atrás y de atrás hacia delante como en las mejores películas de cine negro. Ese cine negro protagonizado por enigmáticos y poderosos personajes femeninos desaparecidos, pero cuya huella, aliento y presencia se siente en cada fotograma, en cada página, a cada segundo.

Porque Daniela, a pesar de su desaparición, es la gran protagonista de la novela. Y Chucho, que lleva la voz cantante, como investigador. Solo que Chucho, como tipo enigmático que es, habla poco. Muy poco. Y, por eso, el resto de personajes también son protagonistas. Los ya citados y otros muchos. Como María de la O. Y Momo. Y el colosal Brito. Y los policías. Los de verdad. Y la familia de Daniela. Y Helena.

Tranqui, tranqui. Lo mismo estás pensando que te puedes perder en este maremágnum de nombres. ¡Para nada! Como te decía, la gran habilidad de Alejandro Pedregosa es ir presentando personajes que no solo tienen individualidad propia, sino que complementan y se retroalimentan a y de los demás, haciendo que la trama avance a pasos agigantados y, sobre todo, que te enamores de todos y cada uno de ellos.

A pleno sol Alejandro Pedregosa

¡Quién tuviera un vecino como Chucho, un amiguete como Jon o una compañera como Lavane! Lo he dicho muchas veces: las grandes novelas son aquellas a cuyos protagonistas te gustaría tener como amigos o con los que, al menos, te gustaría compartir unas Alhambras Especiales bien frías en tu bar favorito. Y, desde luego, a la cuadrilla de “A pleno sol” te la llevarías, entera, a ese bar especial, único y personal que forma parte de tu educación sentimental.

Por todo ello, si no sabes qué leer estas semanas o si alguien te pide que le recomiendes un libro para este verano, no lo dudes: “A pleno sol”. El de Pedregosa. Una novela rebosante de humanidad, cuyos personajes respiran, sudan, ríen y lloran en todas y cada una de las páginas de una novela que devorarás en tres sentadas y que no podrás olvidar. Por siempre jamás.

Y si no me crees… ¡ya puedes hacer la prueba!

Y hablamos.

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Capital

Hacía tiempo que no me enfrascaba en la lectura de un tochaco de 600 páginas, pero las referencias que venía leyendo de “Capital”, de John Lanchester, y el hecho que esté publicada por la editorial Anagrama, en su mítica colección Panorama de narrativas me decidió a llevármelo, en una de mis últimas y renovadas cacerías literarias por librerías y casetas de Ferias del Libro varias y variopintas.

 Capital Anagrama

Soy un comprador compulsivo de libros. Lo confieso. Pero también reconozco no tener mucha voluntad de enmienda. Y, sin embargo, aunque tengo cientos de títulos exigiendo mi atención inmediata, “Capital” me tenía particularmente subyugado. Y en cuanto pude, le hinqué el diente.

Historias cruzadas. ¿Te gustan? ¿Y las teorías sobre los Seis grados de separación? ¿Y el efecto mariposa? ¿Y las narraciones que transcurren básicamente en un espacio muy concreto y limitado, aunque tengan alcance universal?

Pues eso es “Capital”. Eso y más. Mucho más. Se trata de un fresco del Londres del siglo XXI. Un Londres que se concentra en las vidas de los residentes de una calle concreta de la capital: Pepys Road. Residentes habituales o circunstanciales. Algunos de los vecinos, como Roger, trabajan en la City londinense y ganan dinero a espuertas. Otros, como Petunia, ya son mayores y la propiedad de su casa, muy valiosa en plena burbuja inmobiliaria, la tienen por herencia. Conoceremos a su hija. Y a su nieto.

 Capital Pepys Road

“En realidad todo empezó –señala Lanchester en una entrevista –cuando descubrí que había empleados de banca que cobraban primas de un millón de libras. Entonces me pregunté cómo sería vivir con seis ceros en mi cuenta y empecé a investigar. Descubrí todo lo que puede hacerse con ese dinero y de ahí surgieron Roger y su mujer. No puede decirse que sean malas personas, pero sí que están enfermos. Viven completamente alejados de la realidad”.

Pero hasta en las calles más caras y sofisticadas de una de las grandes capitales del mundo tiene que haber tiendas de alimentación que satisfagan las necesidades primarias de los vecinos. Y ahí están Ahmed y sus hijos, originarios de Pakistán. Y encontramos a unos polacos que arreglan las casas de la beautiful people y las reforman cada poco tiempo, de acuerdo con los caprichos de sus dueños. Y están las criadas. Y los vigilantes de tráfico. Y el empleado de un club de fútbol, que aloja en Pepys Road a un jovencísimo y prometedor jugador del Senegal.

Y, sobrevolándolo todo, una palabra, un concepto, un estado mental: crisis. Pero crisis no solo económica y financiera, sino también la crisis como ominosa amenaza llamada a cambiarlo todo. La crisis. Como castigo. Como fin de época. Como catalizador. ¿O como profecía lampedusiana? Señala Lanchester “Todo lo que provocó la crisis sigue estando ahí. Y el problema es que no parece que vaya a irse a ninguna parte”. Una crisis que se anuncia con las enigmáticas postales que la gente de Pepys Road empieza a recibir en sus casas: “Queremos lo que usted quiere”.

 Threatening notes

¿Qué era aquello? ¿Una amenaza? ¿Una campaña viral iniciada por una inmobiliaria para tratar de adquirir propiedades? ¿Una de esas intervenciones artísticas que tan estupefacta dejan a la gente de a pie?

Como señala en novelista, “los artistas y sus obras son, desde hace un tiempo, bienes de consumo, igual que los futbolistas, con los que se especula como si fueran objetos que se revalorizan”.

A través de una narración exquisita, John Lanchester nos permite asomarnos a las vidas de muchas y muy distintas personas, la mayoría, que nada tienen que ver entre sí. Pero que están vinculadas.

Y, por supuesto, para los que nos gusta el voyeurismo, “Capital” es una gozada. ¡Claro que tenemos a nuestros personajes favoritos! Que no tienen porque ser, ni mucho menos, los mejores –o los menos malos- de la narración. ¡Cuestión de gustos! Pero el gran acierto del autor es conseguir que todos, absolutamente todos los protagonistas de esta novela coral nos resulten interesantes y sus vidas, dignas de ser leídas.

 Capital

Un libro que he disfrutado de principio a fin. De los que te llaman y te exigen atención. De los que cuesta cerrar para apagar la luz y tratar de dormir, mientras el mosaico trazado por Lanchester se agranda y expande en la mente, de lo bien compuesto que está.

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31 noches

Me gustan las historias contadas por un muerto. No me refiero a historias de zombis (que también) o de terror, sino a las historias normales, negras y criminales, que comienzan con un muerto que tiene algo que contar. El ejemplo por antonomasia es, por supuesto, El crepúsculo de los dioses, con el cadáver del narrador flotando en la piscina.

31 noches escolar

Y, en su dimensión literaria, el último libro al que me he enfrentado que parte de dicha premisa es 31 noches, de Ignacio Escolar. Y digo bien libro, que no novela, porque esta historia es uno de esos relatos veraniegos publicados por entregas en el extinto diario Público, tan llorado como escasamente apoyado. Comprado, o sea.

(Sigue leyendo, en una de nuestras webs hermanas, Calibre 38)

 

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Les ruego que me odien

Hace unos meses hablábamos de la novela ganadora de la I Edición del Premio Francisco Ayala de Literatura Digital, que ganó Guillermo Roz con su novela «Les ruego que me odien». No es fácil que la literatura digital encuentre hueco en los grandes medios de comunicación. El Cultural, sin embargo, siempre abre sus puertas a la literatura de calidad. Y si no, atentos a esta reseña.

Guillermo Roz

¿No te dan ganas de leerla?

Pues a comprarla, bien baratita, a través de este enlace, de la vanguardista editorial Musa a las 9.

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Y los 12 de mayo de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012… ¡esto!