Un minuto antes de la oscuridad

Ustedes saben que el final está cerca. Y lo más probable es que ese final desemboque en una gran, abisal, inmensa y absoluta oscuridad. La pregunta es: ¿qué ocurrirá un minuto antes? ¿Cómo será el minuto previo a la oscuridad?

Hay libros cuyo título ya contiene, en sí mismo, un pedazo de historia. “Un minuto antes de la oscuridad” es de esos. Lo que es un riesgo. ¿Y si luego no está el contenido a la altura del continente? No voy a decir que, cuando empecé a leer la novela de Ismael Martínez Biurrun, sentía ese temor. En absoluto. Lo que ya había leído suyo me había parecido tan excelente que estaba bastante seguro de que ésta me iba a gustar. Mucho. Muchísimo.

 un minuto antes de la oscuridad

¿Se acuerdan ustedes de “El escondite de Grisha”, que reseñamos hace un par de años?

Pues “Un minuto antes de la oscuridad”, una de las primeras novelas publicadas por Mondadori en su nuevo sello Fanctasy, aunque cambia de tercio, abunda en ese fascinante género de ciencia ficción distópico que tantas alegrías literarias nos está dando… y tantos miedos nos está provocando.

Situémonos.

 un minuto antes de la oscuridad Biurrun

Madrid. Caos. Revueltas. Y la luz eléctrica, que deja de fluir hasta los barrios de la periferia. Con lo que ello conlleva. O contrae. La policía, en esas zonas, no es más que un recuerdo. Pero hay que seguir viviendo. Y eso es lo que tratan de hacer Ciro, su mujer Sole y su hijo; que siguen habitando en su casa unifamiliar y pareada, en una zona residencial de la capital que no está demasiado lejos del centro. Pero que, aun así…

Lo malo de las zonas residenciales en tiempos revueltos es que, cuando cae la noche, grupos de personas, masas anónimas de gente, se enseñorean de las calles. Y, a veces, entran en alguna casa y arrasan con todo lo que hay dentro. Y con quiénes se encuentran en su interior, por supuesto. ¿Qué criterio siguen? ¿Por qué unas casas sí y otras no?

 un minuto antes de la oscuridad detalle

Ciro, todas las mañanas, va a la Universidad, en la que sigue dando clases. Prácticamente no tiene alumnos, pero está empeñado en mantener una apariencia de normalidad. Hasta que el rector de la misma es brutalmente asesinado.

Y, otra vez, las preguntas: ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo? Y, sobre todo, ¿para qué? ¿Para qué seguir yendo a clase? ¿Para qué seguir saliendo de casa? ¿Para qué levantarse de la cama, cada día? ¿Para qué empeñarse en permanecer en esa ciudad?

Ciro, cuando ve que las cosas se ponen realmente feas, juega la última baza que tiene a su disposición. Una baza de la que ha renegado, una y mil veces. Una baza relacionada con la ingeniería genética…

Es más que probable que no entiendas nada de lo que trato de decir en esta reseña, pero es muy complicado hablar de este libro sin arruinar las múltiples sorpresas que Ismael le va incorporando. Poderosos giros en la trama y en la forma de pensar y actuar de los personajes; hasta llegar a un impresionante final que pone los pelos de punta.

 Un minuto biurrun

Lo sé. No soy objetivo. Me gustan las distopías, creo en el inminente fin del mundo y le tengo gran aprecio personal y literario a Ismael, un tipo trabajador y discreto que escribe cojonudamente.

Aun así, yo que tú la leería.

Y comentamos. ¡Claro que sí!

Jesús Lens

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Capital

Hacía tiempo que no me enfrascaba en la lectura de un tochaco de 600 páginas, pero las referencias que venía leyendo de “Capital”, de John Lanchester, y el hecho que esté publicada por la editorial Anagrama, en su mítica colección Panorama de narrativas me decidió a llevármelo, en una de mis últimas y renovadas cacerías literarias por librerías y casetas de Ferias del Libro varias y variopintas.

 Capital Anagrama

Soy un comprador compulsivo de libros. Lo confieso. Pero también reconozco no tener mucha voluntad de enmienda. Y, sin embargo, aunque tengo cientos de títulos exigiendo mi atención inmediata, “Capital” me tenía particularmente subyugado. Y en cuanto pude, le hinqué el diente.

Historias cruzadas. ¿Te gustan? ¿Y las teorías sobre los Seis grados de separación? ¿Y el efecto mariposa? ¿Y las narraciones que transcurren básicamente en un espacio muy concreto y limitado, aunque tengan alcance universal?

Pues eso es “Capital”. Eso y más. Mucho más. Se trata de un fresco del Londres del siglo XXI. Un Londres que se concentra en las vidas de los residentes de una calle concreta de la capital: Pepys Road. Residentes habituales o circunstanciales. Algunos de los vecinos, como Roger, trabajan en la City londinense y ganan dinero a espuertas. Otros, como Petunia, ya son mayores y la propiedad de su casa, muy valiosa en plena burbuja inmobiliaria, la tienen por herencia. Conoceremos a su hija. Y a su nieto.

 Capital Pepys Road

“En realidad todo empezó –señala Lanchester en una entrevista –cuando descubrí que había empleados de banca que cobraban primas de un millón de libras. Entonces me pregunté cómo sería vivir con seis ceros en mi cuenta y empecé a investigar. Descubrí todo lo que puede hacerse con ese dinero y de ahí surgieron Roger y su mujer. No puede decirse que sean malas personas, pero sí que están enfermos. Viven completamente alejados de la realidad”.

Pero hasta en las calles más caras y sofisticadas de una de las grandes capitales del mundo tiene que haber tiendas de alimentación que satisfagan las necesidades primarias de los vecinos. Y ahí están Ahmed y sus hijos, originarios de Pakistán. Y encontramos a unos polacos que arreglan las casas de la beautiful people y las reforman cada poco tiempo, de acuerdo con los caprichos de sus dueños. Y están las criadas. Y los vigilantes de tráfico. Y el empleado de un club de fútbol, que aloja en Pepys Road a un jovencísimo y prometedor jugador del Senegal.

Y, sobrevolándolo todo, una palabra, un concepto, un estado mental: crisis. Pero crisis no solo económica y financiera, sino también la crisis como ominosa amenaza llamada a cambiarlo todo. La crisis. Como castigo. Como fin de época. Como catalizador. ¿O como profecía lampedusiana? Señala Lanchester “Todo lo que provocó la crisis sigue estando ahí. Y el problema es que no parece que vaya a irse a ninguna parte”. Una crisis que se anuncia con las enigmáticas postales que la gente de Pepys Road empieza a recibir en sus casas: “Queremos lo que usted quiere”.

 Threatening notes

¿Qué era aquello? ¿Una amenaza? ¿Una campaña viral iniciada por una inmobiliaria para tratar de adquirir propiedades? ¿Una de esas intervenciones artísticas que tan estupefacta dejan a la gente de a pie?

Como señala en novelista, “los artistas y sus obras son, desde hace un tiempo, bienes de consumo, igual que los futbolistas, con los que se especula como si fueran objetos que se revalorizan”.

A través de una narración exquisita, John Lanchester nos permite asomarnos a las vidas de muchas y muy distintas personas, la mayoría, que nada tienen que ver entre sí. Pero que están vinculadas.

Y, por supuesto, para los que nos gusta el voyeurismo, “Capital” es una gozada. ¡Claro que tenemos a nuestros personajes favoritos! Que no tienen porque ser, ni mucho menos, los mejores –o los menos malos- de la narración. ¡Cuestión de gustos! Pero el gran acierto del autor es conseguir que todos, absolutamente todos los protagonistas de esta novela coral nos resulten interesantes y sus vidas, dignas de ser leídas.

 Capital

Un libro que he disfrutado de principio a fin. De los que te llaman y te exigen atención. De los que cuesta cerrar para apagar la luz y tratar de dormir, mientras el mosaico trazado por Lanchester se agranda y expande en la mente, de lo bien compuesto que está.

En Twitter: @Jesus_Lens

 

Planeta negro

Le pregunta un periodista a Lorenzo Silva, que acaba de ganar el Planeta con una nueva entrega de sus personajes Bevilacqua y Chamorro que si ya tiene una entrega en la cabeza.

 

Y así contesta Lorenzo: “Los tengo siempre encima. Son como un par de petardos que se cargan de pólvora hasta que llega el momento de la explosión. Tengo muchas historias y las dejo madurar. La frecuencia es de dos o tres años; la cosecha anual para la serie se puede cargar a los personajes. Con el boom de la novela policial paré un poco. Si no quería que me arrastrara el tsunami tenía que dejarlo pasar y ver que quería hacer. Me tomé cinco años tras cinco libros. O me pensaba el sexto o caía en la autoimitación. Sería el fin.”

Aunque el resto de la entrevista es igualmente jugosa (la podéis leer aquí) me gusta esa respuesta ya que en ella hay muchas cosas interesantes, de la moda de la novela negra a las sagas, pasando por la presión de la actualidad y la repetición de esquemas.

Del boom de la novela negra hemos escrito mucho. Lo que antes era un género para selectas minorías; denostado, despreciado e ignorado, de pronto se convirtió en objeto de consumo masivo, atrayendo a miles de lectores que antes no se hubieran acercado a esta literatura ni con máscara de gas. Pero lo peor es que también se sumaron al carro autores que, al calor de las ventas y la atención mediática, empezaron a escribir de polis y cacos lo mismo que antes escribieron de ángeles y demonios.

Quede constancia de que Lorenzo Silva no es un recién llegado: sus dos guardias civiles han protagonizado siete novelas, hasta la fecha, a lo largo de casi veinte años. ¡Que se dice pronto!

 

Pero está la realidad. Esa realidad que nos rodea y nos arrastra. Una realidad que está pidiendo a voces un Markaris que la desenmascare y que la vengue.

¿Podrían ser estos picoletos quiénes la desbrozaran? Y si no, ¿quiénes?

Esa es la cuestión.

Ni que decir tiene que apenas salga la novela la compraré y la devoraré. Como he hecho con todas las anteriores de la saga. Y sé que Lorenzo habrá parido una nueva novela canónica, con total seguridad, el mejor procedural escrito en España. Profesional. Muy profesional. Lorenzo conoce todos los resquicios de una investigación. Y él, a su vez, investiga hasta la extenuación y no se le pasa ningún detalle. Nada de corazonadas o casualidades en la resolución de sus tramas.

 

Además, sus personajes me caen bien. Son de esos personajes normales, con los que uno se identifica. Personajes que viven en este mundo, en este país y en este siglo XXI.

Funcionarios.

De los que funcionan.

De los que hacen funcionar el país.

¿Les habrán bajado el sueldo? ¿Les habrán recortado a ellos también o todavía no les habrá tocado?

La respuesta, pronto, en la librería más cercana.

Jesús Lens

Y ahora, a ver qué blogueamos los 16 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011

Emiliano Monge, David Hernández Sevillano y Daniel Blanco, galardonados con los Premios Literarios Jaén 2012

Esta mañana se han fallado los Premios Literarios Jaén que convocamos en CajaGRANADA. ¡Y ya ardo por leer las obras premiadas!

En la modalidad de novela, premio dotado con 24.000 euros y al que han concurrido 286 manuscritos, el jurado, después de examinar las tres obras que quedaron finalistas, ha acordado por mayoría proclamar ganadora la obra titulada “El cielo árido”, del autor Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978). Emiliano Monge es escritor y politólogo, y autor de otros títulos como “Arrastrar esa sombra” o “Morirse de memoria”.

Sobre “Cielo árido”, el jurado ha destacado “la admirable arquitectura de una novela honda y compleja que indaga en los entresijos del tiempo, la violencia en un escenario rural mejicano y la condena de la conciencia a través de las generaciones”.

El Jurado de Novela ha destacado la calidad de los 286 manuscritos presentados y lo difícil que ha resultado la elección. En este sentido, han comentado el indiscutible valor de otras obras como “Hora violeta”, aconsejando a la Editorial su publicación.

El jurado de poesía, en sucesivas deliberaciones y votaciones, fue seleccionando los mejores manuscritos hasta que en la última votación eligió, por mayoría, la obra titulada “Anonimario”, de David Hernández Sevillano, (Segovia, 1977). Esta modalidad está dotada con 15.000 euros y al mismo han concurrido 184 originales.

En su trayectoria, el autor segoviano, ha sido distinguido con otras galardones como el XXV Premio de Poesía Hiperión, con su poemario “El peso que nos une”; o el Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández para menores de 35 años, por “Razones de más”; el XXIV Premio de Poesía Villa de Benasque, por “Suma de azares”; y el II Premio José María de Los Santos, por “Uno y uno no es dos frente al espejo”.

El jurado subraya su gran calidad literaria, siendo un libro muy bien trabajado, con una estructura unitaria muy bien definida y que aporta, con frescura, la visión subjetiva de una serie de personajes anónimos con los que acierta a describir sus emociones y con los que se identifica plenamente.

En la categoría de Narrativa Juvenil, dotado con 15.000 euros y en la que se presentaron 95 obras, después de examinar las tres finalistas, el jurado ha acordado, por mayoría, proclamar ganadora la obra titulada “El hijo del boticario”, de Daniel Blanco (Moguer, 1978), escritor y periodista especializado en política y sociedad, en medios como El Correo de Andalucía. El joven escritor onubense, ha sido distinguido en otros certámenes como el de poesía infantil ‘Versos en Nubes’, de la Ciudad de León, y otro de prosa por la Universidad de Sevilla.

El jurado ha valorado que la trama es coherente y que mantiene el interés hasta el final. Una historia de amor entrañable con personajes que consiguen despertar la empatía del lector. Destaca, asimismo, la capacidad de su autor o autora para combinar el humor y la simpatía con momentos de tensión dramática.

Los jurados

Los jurados de las tres modalidades han tenido que realizar una ardua labor en esta edición, ya que se han presentado un total de 523 manuscritos. El jurado de la modalidad de Novela, integrado por Rodrigo Fresán Mastrorilli, Andreu Jaime Enseñat y Marcos Giralt Torrente; estuvo presidido por Javier Argüello Mora y Araujo, licenciado en Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y autor consagrado.

El poeta y catedrático de literatura inglesa y norteamericana de la Universidad de Córdoba, Bernd Dietz Guerrero, ha presidido el jurado de Poesía, del que forman parten autores y especialistas como Francisco Castaño Clavero, Manuel García García y Jesús Munárriz Peralta. En la modalidad de Narrativa Juvenil, por su parte, ha presidido el jurado la editora Teresa Petit Cibiriain. Junto a ella, han estado Juan Santiago García Clairac, José Antonio Cotrina Gómez y Laura Gallego García.

Jesús Lens

Veamos los 21 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011

Africaneando

¡Quería haber llegado a la página 400, pero me quedo en puertas! Me siento como Charlie y Rose, esta noche. Me pesan los párpados y los dedos están amoratados de tanto teclear, el fin de semana entero. Pero bueno. Estamos ya en la recta final. ¡En la finalísima de la cuenta atrás!

¡Lo que cuesta, a veces, avanzar!

Ya sabéis que estamos trabajando en Una Ventana Africana, un nuevo libro en que hablamos de cómo el cine occidental ha mirado al continente africano. De las 57 películas que tenemos listadas, me quedan por revisar diez de ellas. Esta noche caerá una. Ya veremos cuál. Adjunto va el listado, a ver qué os parece y, sobre todo, a ver si echáis de menos algún título importante.

Además, es una invitación para que empecéis a ver algunos de estos filmes de forma que, cuando el libro esté en vuestras manos y/o pantallas, podamos entablar un buen diálogo sobre las mismas.

Diálogos como este, extraído de «La Reina de África», entre el teutón gordinflón, capitán del acorazado Luisa, que ha prendido a Charlie y Rose al terminar su vibrante y accidentado descenso por el río:

– Todo el mundo sabe que ese río no es navegable.

-Es posible, pero nosotros vinimos por él.

Termina una semana.

No. Tampoco es eso...

Comienza otra.

Y, nosotros, ¡seguimos!

Listado:

14 kilómetros

Retorno a Hansala

Bajarse al moro

Los pasos perdidos

La puerta del retorno

Wilaya

Hijos de las nubes

Kartum

Nostalgia del hogar

La batalla de Argel

El cielo protector

El paciente inglés

Cleopatra

La batalla del Alamein

Casablanca

Diamantes de sangre

Las montañas de la luna

Las nieves del Kilimanjaro

El rey león

Los demonios de la noche

Memorias de África

Hatari!

La reina de África

Cazador Blanco, Corazón Negro

Gorilas en la niebla

Mogambo

Las minas del Rey Salomón

El último tren a Katanga

La presa desnuda

El jardinero fiel

Grita libertad

Invictus

Drum

Shaft en África

Tarzán de los monos

Greystoke

Cobra Verde

Soñé con África

Historia de una monja

Black Hawk derribado

Sudán

Las cuatro plumas

District 9

Cuando éramos reyes

Alí

El último rey de Escocia

Adiós Bafana

Zulú

La pesadilla de Darwin

Hotel Rwanda

Disparando a perros

Congo

Under African skyes

En un mundo mejor

Drum

Amanecer Zulú

Diario de Kisangani