La cojobernanza

Será como en noviembre en Granada, para entendernos. Es mi apuesta para las nuevas medidas que anunciará hoy el presidente de la Junta. Cierre perimetral y actividad no esencial chapada. Dos semanas para empezar. Pero mínimo, nos iremos a San Valentín. Porque la pandemia está descontrolada. Otra vez. ¿Llegó a estar embridada en algún momento?

¿Qué podemos esperar hoy?

Dado que Juanma Moreno ha reclamado al Gobierno de Sánchez que se vaya pensando un confinamiento domiciliario, hoy no puede titubear y tomar medidas tibias. No con las insufribles cifras de contagios diarios que estamos padeciendo.

En el modelo de cojobernanza de la pandemia, tras comerse el marrón del primer confinamiento y ser criticado por su actitud de ordeno y mando, Pedro Sánchez optó por dar varios pasos atrás y dejar que cada Comunidad hiciera de su capa un sayo. Y así estamos, que ya no sabemos qué ola nos toca surfear. Le llama cogobernanza, pero se ha quedado coja. Porque gobernar, lo que es gobernar de acuerdo a criterios médicos y científicos, aquí no gobierna nadie.

Apelar a la responsabilidad de los ciudadanos suena de maravilla. Es precioso. Pero más inútil que el Ayuntamiento de Granada gestionando fondos europeos. Ya lo comprobamos en otoño, cuando el consejero de Salud, Jesús Aguirre, suplicó a los granadinos que nos encerráramos en casa. Un exitazo.

¿Quién tiene la culpa de esta nueva oleada? Todos. La tibia cojobernanza de los que deberían gobernar pero prefieren mirar para otro lado, haciéndose los tontos. El común de los ciudadanos, que nos pasamos por el forro cualquier recomendación, a pesar de saber lo que sabemos.

Los ciudadanos somos tan exigentes con los otros como laxos con nosotros mismos. Les exigimos a los demás que cumplan lo que nosotros no estamos dispuestos a cumplir. Recibo un meme tan cruel como certero: “España es un señor dando de comer a los patos, apoyado en el cartel de prohibido dar de comer a los patos, quejándose de lo gordos que están los patos”. Como lo de esa gente que va al centro comercial y se queja de cuánta gente hay en el centro comercial.

Moreno pedía ayer a los andaluces que nos quedemos en casa y no nos reunamos con amigos ni familiares por el avance explosivo de casos. ¡Oído cocina! Hoy le toca a él predicar con el ejemplo: dado que en Madrid siguen jugando al Impávido, esperemos que sus medidas no se queden cojitrancas.

Jesús Lens

Inquietante propaganda

Llevo sin abrir la puerta de casa desde hace una semana. Tampoco contesto al teléfono fijo, por mucho que se empeñe en sonar. Lo reconozco: estoy acojonao.

Ojo: si viene con espárragos, sí le abro.

El primero en amenazar fue Llamadme Juanma. Dijo que iba a pedir el voto puerta a puerta en una campaña electoral basada en el Knocking the door, una táctica habitual de ingleses y norteamericanos. Y como parece que la idea ha calado, ahora es Susana Díaz la que se apunta a la moda de hacer tantos mítines y actos de campaña que es más fácil toparse con ella a la vuelta de la esquina que encontrar una oferta para el Black Friday imposible de rechazar.

Con la edad me estoy haciendo muy impresionable y, aunque no hay excesivas posibilidades de que Juan Marín se asome al Zaidín, prefiero no correr riesgos innecesarios, hacerle caso a los consejos maternos y no abrirle la puerta a desconocidos.

¡Ahí va! La cartera…

Pero es que ahora ha llegado, también, lo de la amenaza electoral a través del móvil. ¡Ya decía yo que tanto aceptar la ingesta de cookies a mansalva no nos iba a traer nada bueno!

Todavía no sé muy bien cómo va a funcionar la propaganda electoral a través del terminal telefónico, pero sería curioso y llamativo que, al igual que los teleoperadores te intentan colocar una batería de cocina, un seguro, una tarjeta o la portabilidad de la línea; podamos recibir una llamada en la que te intenten vender las bondades de Adelante Andalucía o te adviertan del peligro -y lo absurdo- de votar a Vox.

Los Dragones entran en campaña

Molaría poner a prueba el argumentario de los teleoperadores que te tratan de convencer de que Andalucía es imparable o de que Andalucía son más que una.

Sé que los tiros no van por ahí. Que la cosa será más sutil y científica. Recuerden que soy experto en Noir. Sé positivamente que el fraude a la vieja usanza, el tradicional pucherazo y la compra de votos ya no se estilan. Ahora serán la inteligencia artificial, los robots y las neurociencias quienes tengan la última palabra. Y eso sí provoca pánico.

Jesús Lens