Salimos de Fornes a la caída de la tarde y paramos en el Covirán de Jayena, que mi Cuate Pepe decía que en ese pueblo había buenos y famosos quesos de cabra, una de las delicias gastronómicas que más me pirran.
Salimos del coche y cogí la chaqueta de pana. Absurdo. Seguía haciendo calor. De hecho, durante el viaje de ida, a mediodía, llevábamos el aire acondicionado puesto.
Según todos los pronósticos del tiempo, esto ya se termina. Hoy miércoles debería llegar el desplome de las temperaturas. Así, a lo bestia. La lluvia, el viento, el frío… Veo las fotos en la prensa con la gente tomando el sol en bañador, en Salobreña, bañándose en el Mediterráneo, y me cuesta pensar que hoy voy a necesitar poco menos que una bufanda al cuello. Y de ello hablo hoy en IDEAL, con la satisfacción de saber que se han cumplido los pronósticos.
Lo de que el tiempo está loco lo venimos escuchando desde tiempos inmemoriales. Pero sí es cierto que ahora parece estar completamente chiflado. Y nos afecta a todos, en mayor o menor medida. Por ejemplo, lo de Trump. ¿No creen ustedes que ese fenómeno puede ser un efecto colateral del cambio climático?
Según todas las encuestas, no saldrá elegido presidente de los Estados Unidos. Lo que debería darnos mucho miedo. A lo de las encuestas, me refiero. Que entre el Brexit, el Gatillazo y lo de Colombia; menuda credibilidad se les puede otorgar.
Escribo en casa, cerca de las nueve de la noche, en manga corta y con el ventanal abierto. Y tengo calor. Abro la web de IDEAL y me encuentro con un incendio forestal en Cástaras.
Hace ya cerca de un mes que la gente más previsora dedicó un fin de semana a cambiar la ropa de verano por la de invierno. ¿Qué habrán hecho desde entonces? Porque tras aquellas dos horas de lluvia que regaron las Redes Sociales de otoñales evocaciones sobre el olor a tierra mojada, hemos seguido pasando más calor que los abisinios a mediodía.
En serio. Como las previsiones hayan vuelto a fallar y yo no tenga que ponerme manga larga y/o chubasquero para salir a trotar por los montes esta mañana, me voy a cabrear. Y mucho. Que sí. Que me gustan mis camisetas. Pero que empiezo a tener necesidad compulsiva de sofá y manta, de sopitas calientes y pucheros. Que empiezo a aborrecer el salmorejo y el ajoblanco.
Jesús Lens