Como hoy es día para reflexionar sobre una cultura comprometida, concienciada y socialmente responsable, en mi artículo de IDEAL voy a hablarles de Leila, nacida en París, en 1982. Su ascendencia marroquí y los años que pasó en el país alauita la hicieron muy sensible a todo lo que tiene que ver con la emigración, la identidad cultural, las minorías y la marginalidad.
Fotógrafa y videoartista, aprovechó su doble nacionalidad para afrontar su proyecto artístico-creativo más reconocido: la serie “Los marroquíes”, en la que retrató el rostro de los habitantes del país norteafricano. (En su muy recomendable web, toda la información sobre ella y su trabajo)
Rostros. Y punto. Sin más aditamentos. Las caras de las personas que, como reza la sabiduría popular, son el espejo del alma. Siguiendo la tradición naturalista de Robert Frank en “Los americanos” o la sorprendente serie “El Oeste americano” de Avedon, Leila se embarcó en un largo peregrinaje por lo más recóndito de un país desmesurado, mucho más grande, variado e intercultural de lo que los tópicos nos hacen pensar.
En el año 2013, Leila dio un paso más y organizó un movimiento internacional de artistas para recaudar fondos para las víctimas de la guerra de Siria. A la vista de su excelente trabajo y de su acreditado compromiso social, Amnistía Internacional encargó a Leila Alaoui un trabajo muy especial: continuar con su labor como fotógrafa para retratar los derechos de la mujer.
Y ahí estaba ella, a sus 33 años de edad, recorriendo África, buscando rostros de mujer que fueran representativos, vívidos, fotogénicos, ilustrativos… En concreto, a comienzos de este año, Leila estaba en la capital de Burkina Faso, acompañada por Mahmadi Ouedraogo, su chófer y guía en el país saheliano.
Cae la noche del 15 de enero. Leila y Mahmadi están cenando en el Café Capuccino cuando tres hombres irrumpen en la terraza del local, sacan los rifles que llevaban escondidos entre la ropa y comienzan a disparar a diestro y siniestro. 26 personas asesinadas. Mahmadi es uno de los fallecidos. Leila consigue sobrevivir. Tres días después, un ataque al corazón termina definitivamente con su vida, víctima de la barbarie terrorista de Al Murabitun, batallón integrado en Al Qaeda del Magreb Islámico.
Me entero de esta historia mientras España arde de indignación por el tema de los titiriteros. Y, la verdad, ¿qué quieren que les diga?
Jesús Lens