Respeto por la maestría culinaria

Estos días se me han mezclado la preparación de Maestros Culinarios, el certamen gastronómico que hacemos en IDEAL —¿han votado ya por su favorito? Si no… ¿a qué esperan? Vota AQUÍ.— con la celebración de San Sebastian Gastronomika, de la que tanto les hablé en el Gourmet de la semana pasada; y con la tercera temporada de ‘The Bear’. ¡Menudo maridaje! Por cierto que mira que maravilla de menús han preparado para Maestros Culinarios los 20 cocineros finalistas. ¡Mira… y prueba! AQUÍ, la oferta. Por 42,50 euros, son una de esas ofertas que no deberías perderte.

De la popular y multipremiada serie televisiva he terminado un poco/mucho hasta el colodrillo, que ha entrado en bucle autorreferencial y me empieza a aburrir. Sólo me gustan los capítulos en los que se salen de lo suyo, de las broncas, gritos y tensiones habituales. Por ejemplo, el último episodio, que vuelve a transcurrir en un restaurante ya mítico para los seguidores de ‘The Bear’, reconocido con tres estrellas Michelin y cuyo lema es ‘Cada segundo cuenta’. 

Me gusta cuando los chefs —allí todos son chefs, menos uno ya veterano que se define como ‘cocinero’— hablan del sentido de su profesión. De lo que supone su trabajo para la clientela que va a sus restaurantes a celebrar algún hito importante, a disfrutar en familia o a de una velada romántica. De la importancia de ser cada día una pizca mejores, de esforzarse un pelín más. De no resignarse a que un servicio sea un día más en la oficina. 

Al terminar la T3 de ‘The Bear’ me acordaba de esos Maestros Culinarios que se dejan la piel yendo al mercado por la mañana temprano, haciendo las elaboraciones y, al abrir al público,      volando sobre los fogones para que todo salga a tiempo y en su punto. Después, al terminar, fregar y frotar para dejarlo todo limpio y ‘espercojao’.

Estudiar, practicar, probar y errar, mejorar, seguir formándose; salir por ahí fuera y probar para ir un poco más allá. La nueva carta, el menú de temporada, las jornadas gastronómicas, el trato con los proveedores, la bodega, la vajilla, la hoja de cálculo, las cuentas, el escandallo…

Cada profesión tiene lo suyo, pero yo estoy volcado ahora en la gastronomía y admiro profundamente a toda esa gente que, como en una precisa coreografía, trabaja en las cocinas y las salas de nuestros restaurantes para que nuestras vidas sean más alegres, coloridas, festivas, felices, ricas y sabrosas. ¡Salud!

Jesús Lens