Tras el anuncio de que el astronauta Pedro Duque iba a ser Ministro de Ciencia, en las redes sociales empezó a correr como la pólvora un deseado, aunque imposible nombramiento: el del nuevo Ministro del Tiempo. (Más AQUÍ sobre los ministros)
¿No sería fascinante contar con un Ministerio del Tiempo que tuviera capacidad para viajar a lo largo de la historia, cambiando esos avatares que tan nefastos han resultado ser?
Pensemos en el caso de Granada y en posibles misiones para una cartera tempo-ministerial… que rebosaría de trabajo. Por ejemplo, ¿se imaginan impedir la firma del decreto que ordenó embovedar el Darro, a su paso por el centro de Granada? ¿Se imaginan la belleza de los puentes sobre el Río de Oro, cruzando Reyes Católicos y Puerta Real? Siempre que no se dejara intervenir al genio que encauzó el Genil, por supuesto. Que este también se merece una visita, si no del Ministro en persona, sí al menos del Secretario de Estado… (AQUÍ escribí más sobre el tema)
Otro al que girar visita: a quienquiera que dictara la sentencia de muerte de los tranvías. Imagino que sería difícil hacerle creer que, en el siglo XXI, la gran revolución del transporte urbano la protagonizaría un llamado Metro que, en realidad, es un tranvía de los de toda la vida. ¡Y el tranvía a la Sierra! ¡El que que salía del Charcón! ¡Que no nos lo arrebaten, tampoco!
Tarea diplomática de enjundia sería convencer a los Reyes Católicos de que no firmaran el Edicto de Granada por el que se expulsó a los judíos de España para, posteriormente, conseguir que Felipe III no echara a los moriscos. Quizá así, viviríamos en una España diferente, más abierta, rica y tolerante.
Y, por supuesto, el Ministro del Tiempo tendría que viajar a agosto de 1936 para intervenir en la locura, la sinrazón y el absurdo que desembocó en el fusilamiento de Federico García Lorca. Que lo deseable sería evitar la Guerra Civil, por supuesto, pero que, seguramente, eso excedería sus competencias.
Evitar el fusilamiento de Lorca haría que no aplicara esa petición a la Academia Sueca para la concesión del Nobel de Literatura, a título póstumo: Federico García Lorca lo habría recibido, vivito y coleando, allá por 1953, sintiéndolo mucho por el controvertido Winston Churchill, premiado de aquel año. Un Lorca que, a esas alturas, se habría convertido en maestro de la novela negra, también…
Jesús Lens