Ese momento en que, tras haber pasado una noche con los amigos, hablando de lo divino y lo humano, comentando los temas de actualidad, -“arreglando el mundo” que se dice- y debatiendo acaloradamente, con la tranquilidad de estar entre gente de confianza con la que se puede hablar con total libertad, sin necesidad de ser políticamente correcto y de andarse con paños calientes; entras en el ascensor que te sube a casa y te encuentras con la mirada de un tipo que, desde el espejo y muy serio, te espeta:
– ¿De verdad? ¿De verdad eres tú? ¿Estás seguro de quién coño eres? ¿Eres consciente de en lo que te has convertido?
Y te lo pregunta tan serio y con una cara de mala leche de tal calibre que no tienes más remedio que apartar la mirada y volver los ojos, avergonzado, hacia tus zapatos, rogando en silencio para que el ascensor llegue a tu piso lo más rápido posible…
Jesús Lens
En Twitter: @Jesus_Lens