EL NIÑO JOSELE EN SU MÚSICA

A ver. Hablábamos esta mañana de Niño Josele y algunos decíais que no le conocíais. Así que, con la excusa de dar a conocer su música, pero también por el gusto de recordar para siempre un concierto excelente y una deliciosa y extraordinaria velada, dejamos un par o cuatro de vídeos.

 

El primero, es sensacional Peace piece en que homenajea al maravilloso Bill Evans, con los dibujos originales del vídeo.

 

El segundo, uno de los temas que tocó anoche en el Teatro Alhambra, en los bises. El «The dolphin», grabado en directo de un programa de la televisión alemana. Vean que cosa más sencilla y, a la vez, más prodigiosa.

 

Y alguna sorpresilla más.

 

Como el Peace piece al piano, en una lección de fraseo…

O el making off del «Paz»:

Jesús Lens, flamenquito.

PD.- En Abril vuelve el Niño Josele a Granada, con toda la tropa jazzero-flamenca, incluyendo al Piraña, al Negro Hernández o a Jerry González… ¿quién se anima?

NIÑO JOSELE

Anoche estuvimos en el teatro Alhambra, disfrutando del portentoso concierto de Niño Josele en la serie Flamenco viene del Sur.

 

Aprovecho para rescatar estas notas, escritas muchos meses ha, sobre un disco que me sigue entusiasmando: «Paz». Además, aqui podéis escuchar alguna de su música pacífica.

 

Hace unos días hablábamos del contradictorio reencuentro entre Tomatito y Michel Camilo, que se saldó con una buena discusión acerca de los méritos y logros de una fusión tan complicada como la de la guitarra y el piano.

 

Por cierto que ya se anuncia para noviembre (ahí es nada) la presencia de Camilo y Tomatito en Jaén.

 

El caso es que apenas unos días después del «Spain again» le hemos echado mano a otro ¿experimento? musical, protagonizado por una guitarra y un piano. Resulta que, según se cuenta en el indispensable folleto que acompaña al disco (algo que los usuarios del Manta y la Mula nunca ponderan suficientemente a la hora de ejercer la bucanería musical) tras la llegada de Jerry García a España y gracias al acercamiento que jazz y flamenco hicieron durante las madrugadas madrileñas del Café Central, el Niño Josele, uno de esos jóvenes prodigiosos de larga vista y amplios horizontes, comenzó a enamorarse de los acordes y las notas del pianista Bill Evans, hasta el punto de atreverse a reinterpretarlas… con su guitarra.

 

El resultado, excitante, caliente, cadencioso e íntimo ya lo tenemos en forma de disco: «Paz», subtitulado como «Cartas de amor de Niño Josele a Bill Evans», producido por esa factoría musical en que se ha transformado el binomio Fernando Trueba & Javier Limón.

 

Con el diseño gráfico del estudio Mariscal y todo el excelente marketing que Trueba y Limón saben poner en marcha, este «Paz», como el propio «Calle 54» o «Lágrimas negras» es un magnífico disco para quiénes, como yo, tenemos una cultura musical trasversal, gustándonos de picotear en diversos géneros, sin profundizar en exceso, disfrutando con las mezclas y los mestizajes más aparentemente extraños y contradictorios, mestizajes que incluyen guitarras y pianos, jazz y flamenco, música de la tierra y de las pistas de baile, imágenes, estáticas y en movimiento, con sonidos y palabras… en todo lo que Trueba y Limón se han convertido en auténticos maestros.

 

A mí, cada día me gusta más el jazz y cada día disfruto más con la World Music y, por eso, un disco como el del Niño Josele me parece un regalo para los oídos. Aún no sé qué es el jazz, me falta ir a sus orígenes y beber de las fuentes. Pero sigo funcionando a base de impulsos. En cuanto a flamenco… pez. Me gusta Morente, precisamente, por su capacidad de trasgresión, su osadía y su desparpajo. Pero, de flamenco, poco más.

 

Y aquí estoy, de madrugada, bien temprano, escuchando un disco de jazz clásico interpretado por un joven prodigio de la guitarra flamenca, dejándome llevar por la sosegada batería de Horacio «el Negro» Hernández, al que conozco por sus desmelenes con el Michel Camilo más latin, dejándome mecer por el íntimo susurrar de la trompeta ensordinada de Jerry González… aprendiendo, disfrutando, escuchando, soñando, durmiendo, despertando, imaginando, describiendo… en paz.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

AVISHAI COHEN

Ayer os dejaba unas canciones y vídeos bastante raros. Del grupo Tool. Pero, de momento, en general, todos me seguís dirigiendo la palabra, aunque por dentro hayáis pensado… «este chaval no está bien».

 

Hoy cambiamos de tercio.

 

Iba a poner un anuncio de Heineken, dedicado a mis amigos de Las Verdes, pero entonces he pinchado la última joya musical, recopilada por Colin Bertholet, que abre con Avishai Cohen… y se acabó.

 

Esta canción se llama «Remembering» y la puedo haber escuchado más de cien veces. ¿Por qué me provoca esa extraña fascinación, que me obliga a oírla una vez detrás de otra? De hecho, sé que le dediqué una Entrada en uno de mis Blogs, intentando explicar el porqué de su magia. ¿O lo escribí cuando aún no era Blogadicto?

 

El caso es que no encuentro el texto 🙁

 

¿Alguien lo guarda por ahí?

 

En fin. Que tener amigos como Colin es un lujo impagable. Que su Mirada no tiene precio. Que cada vez que recibo un sobre que viene desde Salobreña, se me acelera el pulso. Y que le tengo que agradecer infinitamente que haya propiciado esta tarde tan especial de música. Una tarde que pintaban bastos…

 

Por cierto, ¿alguien ha escuchado el «Gently Disturbed», el último disco de Avishai? En el Festival de Jazz de Almuñécar, sencillamente, se salió, según me dijeron, este verano…

 

En fin.

 

Jesús Lens.

 

PD.- ¿Y por qué no poner, también, el anuncio de Heineken? Para todos y todas Las Verdes… A fin de cuentas, Beers & Jazz casan de maravilla…

 

 

Saludos cordiales.

SLUMDOG MILLIONAIRE ¿QUIÉN QUIERE SER MILLONARIO?

A-consejo: leer escuchando esta música: http://tinyurl.com/aod2de

 

Significativo, lo de la sesuda e hiperconcienciada crítica cinematográfica occidental que asiste a una película sobre la India que, con sus contradicciones y miserias a cuestas, termina resultando vitalista y luminosa… y la ponen a caer de un burro con argumentos como éste: «Pornografía de la pobreza para el público occidental», de la prensa americana. O este otro, originalísimo, muy española: «Turismo de la miseria.»

 

Lo que nos gusta, demasiadas veces, moralizar a cuenta del cine… vale que le pasemos la mano por el lomo a una peli regularcita, pero con buenas intenciones. Ahora bien, me parecen indignantes las críticas basadas en el hecho de que una película rodada en Bombay muestre la miseria de sus calles, pero, a la vez, sea capaz de dar una imagen poderosa, optimista y alegre de sus habitantes. Como si fuera un pecado o algo parecido.

 

«Bombay es la clave, es una ciudad tan intensa, con una pobreza extrema, pero también llena de vida. Sus habitantes sobreviven en condiciones muy duras, pero conservan una gran dignidad y lo que percibes en ellos es una gran fortaleza y alegría. Así que lo que decidí fue dejar que toda esa exhuberancia impregnara las imágenes, rodar con la máxima libertad posible, sin esquemas previos, para que ese nervio recorriera la película.»

 

¡Y vaya si lo ha conseguido, Danny Boyle, en la estupenda, atractiva, hiperactiva y rabiosamente contemporánea «Slumdog millionaire», estrenada en España como «¿Quién quiere ser millonario?»!

 

Además, desde que empezó a postularse como una de las candidatas a acaparar los grandes premios del cine del 2008, Óscar incluidos, la película ha sido acosada y acusada, por tierra, mar y aire, de infinidad de maldades, desde que los niños protagonistas fueron explotados laboralmente hasta que se ha utilizado el nombre de técnicos locales de la India con el único fin de dar una pátina de autenticidad a lo que no es serían sino las pijas vacaciones en la miseria de los otros de un Danny Boyle que tiene la extraña habilidad, desde su memorable «Transpotting», de poner el dedo en las llagas más purulentas y sangrantes de la sociedad global en que vivimos.

 

En este caso, la televisión será usada como metáfora de los anhelos y las esperanzas de buena parte de los parias de una sociedad tan compleja como la india. A través de una historia tan sencilla como bien resuelta, cada pregunta que le hacen a Jamal en el programa televisivo servirá para contar una historia, en forma de flash-back, que nos muestra distintos capítulos de su vida, a través de los que se construye un vibrante, contradictorio, cruel, divertido, colorista, sangriento, romántico y esperanzador fresco de la India contemporánea.

 

En críticas como las reseñadas anteriormente se pueden leer decenas de sesudas interpretaciones sobre «Slumdog millionaire». A mí me gusta la simplicidad con que la define su director: «Siempre intento usar temas universales. Si hablamos de género, en términos occidentales, ésta es una narración dickensiana; en términos bollywoodienses, es un clásico que enfrenta al buen y al mal hermano».

 

Y la música. ¿La escucharon? Un lujo. Desde que comienza. Hasta que termina, con ese número final que puede parecer extemporáneo, pero que responde a las mejores intenciones de un Boyle al que agradecemos todas estas declaraciones -que nos han dado hecha la reseña- y que sostiene lo siguiente acerca del cine de Bollywood: «Sus películas no se ciñen a la rigidez de una trama, sino al disfrute del momento. Me encanta que sitúen la música en un primer plano, al contrario de lo que hacemos nosotros, que intentamos camuflarla dentro de la narración. Por eso disfruté tanto cuando montamos la músico.»

 

Y todo ello está cogiendo desprevenida a una crítica occidental, firmemente asentada en unos valores que tendremos que ir cuestionando. Porque la India ha venido para quedarse. Spielberg ya está filmando allí. Como Disney. Como el mismísimo Saturday night live. Bollywood es un negocio billonario. El negocio que no cesa. El mestizaje está servido. Y, de inmediato, la Tercera Revolución de la Historia del Cine: el 3-D.

 

Amigos, hay que cambiar de paradigma, hay que abrir la mente. Hay que ver «Slumdog millonaire» y dejarse seducir por la capacidad visual de Boyle. Caiga quien caiga. Los tiempos están cambiando, también el cine, y estamos siendo testigos privilegiados de ello.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.                    

MICHEL CAMILO: LA BESTIA

Esta entrada, esta música, está dedicada a cuatro buenos amigos: Julia y Panchi; Álvaro y Pepe. Que me hicieron volver a abrir las puertas de una casa que llevaba mucho, demasiado tiempo cerrada. ¡Gran velada!

 

No hay otro igual. Como las figuras del toreo, no deja indiferente. O se le ama, incondicionalmente, o se le aborrece, por sus excesos, sus florituras y su exuberante salvajismo en directo. ¿Saben que en su último concierto en Granada, el teclado del piano que usó Michel Camilo quedó  ensangrentado?

 

No les extrañará, si además de escuchar, han visto esa «Descarga para Tito» de ahí arriba.

 

Pinchen este vídeo y, además de conectar los altavoces y subirles al máximo el sonido, sigan las manos del pianista. O inténtenlo. Porque sus dedos son más rápidos que la vista.

 

Yo puedo escuchar a Camilo durante horas, sin cansarme.

 

Desde que lo descubrí en «Calle 54», la magistral película de Fernando Trueba, esta canción, «From within», está entre mis favoritas.

 

Su primer disco con Tomatito me apasiona.

 

Y, como nos decía Michael Mossman hace unos meses, ver a Camilo al mando de una Big Band hace que un viaje a los Estados Unidos ya tenga todo el sentido del mundo. Y si no se lo creen, atentos a las dos partes de este inenarrable «Caribe».

 

Cuando escribo esto llevo cinco horas seguidas de música, escritura, libros y películas. Una gran, una grandiosa tarde, créanme. La pulsión ha vuelto. Del todo.

 

Jesús Lens.