Fran

Mi artículo de hoy, en IDEAL. Más escueto y minimalista no puede ser el titular… A ver qué te parece el contenido y a ver qué te parece la tesis que nos sugiere haber conocido a Fran:

Como llegamos muy temprano, Fran y otro par de muchachos todavía estaban colocando las vallas que delimitaban el aparcamiento. Era viernes por la tarde y el Festival de Jazz en el Lago de Atarfe calentaba motores.

Ese día tenía yo el honor de recibir un premio por la labor de difusión del jazz que llevo haciendo desde tiempos inmemoriales. Al presentarme, Fran me saludó sin dejar de encajar unas vallas con otras: – “Hola. Soy Fran, el concejal de cultura”. Un poco después, a la hora de subir a lo alto de la Ermita de los Tres Juanes para recoger al saxofonista Bill Evans y al resto de la banda, quien conducía era Fran; igualmente encargado de hacerme entrega de la placa conmemorativa al final del primer concierto.

Lens jazz

Me gustó un detalle: cuando subió al escenario, Fran vestía una camiseta. Yo, que soy muy, muy camisetero; agradecí enormemente ese desenfado. Y, sobre todo, me encantó el diseño de la prenda, dedicado a la Big Band de Atarfe: inmensas letras rojas y blancas en el pecho y el contorno de los instrumentos impreso en el lateral. La sorpresa llegó cuando vi que, tras darme la placa, Fran se quedaba sobre el escenario… al ser uno de los músicos de la estupenda y reconocida orquesta atarfeña.

Jazz en el Lago

No conozco personalmente a Fran, más allá del episodio descrito. No tengo ni idea de cuál es su formación ni sé a qué se dedica profesionalmente, aparte de su labor en la concejalía de Atarfe. Pero verle tan implicado y comprometido con el Festival de Jazz en el Lago, haciendo tanto y en ámbitos tan distintos, me hizo reflexionar sobre la ligereza con la que ahora se habla de eliminar los pequeños ayuntamientos y de disminuir su presencia e influencia en la vida de la comunidad.

Lo peor de la crisis es que está creando nuevos paradigmas que distan mucho de ser ciertos, de estar comprobados o siquiera de tener una cierta lógica. Uno de ellos es el de que el tamaño sí importa. El tamaño grande, obviamente. El XXL. Cuanto más grande sea una organización, una empresa o una institución; mayor sinergia, mayor ahorro de costes, mayor eficiencia y, por ende, mayor riqueza y rentabilidad. ¿Seguro? Por utilizar una muletilla que se ha puesto tan de moda: ¿quién pondría la mano en el fuego por la certeza de dicha aseveración?

Big Band Atarfe

Personalmente soy un convencido de que menos es más. De hecho, las más atractivas, excitantes y sorprendentes propuestas empresariales, lúdicas y culturales de estos años de penuria y decepción son las que, de forma artesanal, con cuidado, mimo, gusto, delicadeza y hasta romanticismo; surgen de abajo hacia arriba. Pequeñas-grandes iniciativas basadas en el amor, la confianza y el convencimiento en sueños, ideas y proyectos que jamás saldrían adelante enfrentados a la palabrería y la papelería de burócratas, consultores, comités estratégicos y planes quinquenales.

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Verano

Pateando el Mundo y la Asociación de Jazz Ool Ya Koo desean a todos los lectores, seguidores y espectadores; cómplices, amigos y camaradas; cuates, compadres y socios… ¡un feliz verano!

 

Y nada mejor que hacerlo a ritmo de jazz, por supuesto. Porque desde hoy y hasta septiembre, recuerda: si hoy es jueves, hoy toca jazz.

 

Esta versión del Summertime la pudimos escuchar anoche en el ya mítico Magic, en el concierto de despedida de la Banda Ool Ya Koo… hasta esta noche. Con Guillermo Morente y Arturo Cid.

Summertime

¿No da calor, solo escucharla?

 

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Y los 11 de julio de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012… ¡pues pincha para leerlo!

 

Ernesto Aurignac funde el Fusión

Entrada dedicada a mi Cuate,

que estaba convaleciente. 

Cuando era niño, en mi colegio proyectaban cine por las tardes, de forma aleatoria, dependiendo del curso y la edad.

Quiso la mala suerte que un día en que yo no había ido a clase por estar enfermo, tocara cine. Al final de la jornada, hablé con un amigo por teléfono y me dijo que no me preocupara, que habían vuelto a poner “Los siete magníficos” y que, como ya la habíamos visto antes, no me había perdido nada.

 magnificent-seven

Creo que, sin saberlo, entonces yo ya era un cinéfilo. ¡Cómo me dolió no haber podido volver a ver aquel maravilloso western, en pantalla grande, disfrutando de los cowboys justicieros cabalgando hacia el horizonte, mientras sonaba la música de Elmer Bernstein a todo volumen!

Esa fue, posiblemente, la primera vez que sentí y fui consciente de la enorme impresión que provoca volver a ver algo que te gusta, te emociona y te subyuga.

La ocasión más reciente en que he disfrutado esa sensación aconteció el pasado sábado, cuando entramos en el Fusión, después de una opípara cena en el Bahía de Salobreña y, tras besar y abrazar a Paco Carmona y a Concha, nos sentamos en una mesa, muy pegados al escenario.

 Ernesto Aurignac y Paco Carmona

Deja vu.

 

Paramnesia.

 

Experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación nueva.

Esa noche tocaba en el Fusión, de nuevo, Ernesto Aurignac. Sería la tercera que lo veíamos en los últimos meses. La primera, en el Magic, de la mano de la Asociación Ool Ya Koo Jazz Granada. La segunda, en el propio Fusión de Salobreña, uno de esos garitos con alma, con estilo, con fuerza y con personalidad arrolladoras. Como la de sus dueños, los referidos Concha y Paco, para quiénes la música es una forma de vida.

 Ernesto Aurignac y Reyes Villanueva

No es fácil sacarme de la Chucha, cuando estoy allí aposentado. Nada de fácil. Una vez que me dejo atrapar por el ambiente chuchero, por el relax y la paz de aquel lugar alejado de cualquier otro sitio, me cuesta horrores siquiera ir a comprar el periódico o a tomar una caña a Calahonda, por carca que esté. ¡No digamos ya trasponer a Salobreña, sabiendo que nos adentraríamos en lo más oscuro de la madrugada!

Pero, como si de volver a ver “Los siete magníficos” se tratara, no podíamos dejar pasar la oportunidad de disfrutar, una vez más, de la embriagadora fuerza de Ernesto Aurignac, del vertiginoso fraseo de sus ágiles dedos, acariciando cada recoveco de su saxofón con sus ojos cerrados, concentrado, metido hacia dentro, sintiendo cómo fluye la música por todo su ser. Y transmitiéndolo.

 Ernesto Aurignac en Fusión

Cuando entra y sale del Fusión, aunque ya estemos en verano y el frío del invierno se haya alejado definitivamente de nuestras costas, Ernesto viste una sudadera con capucha. La vez anterior, llevaba gorra. No parece que eso de ser reconocido vaya mucho con un músico al que mi querido Colin Bertholet ha bautizado como “el Charlie Parker español”.

Sobre el escenario tampoco hace grandes alardes escénicos. Ernesto es un músico al que le gusta expresarse más a través de su música que de las palabras. Habla lo justo para nombrar los temas que va tocando y para presentar y alabar a los músicos que le acompañan. Y para hablar gloria bendita del Fusión, un lugar al que no tiene empacho en definir como su casa. En este caso, los músicos fueron los excelentes Phil Wilkinson al órgano Hammond y Joncar Guasch a la batería. Sobre sí mismo, Ernesto no diría ni media palabra.

Apenas a un metro del escenario, es imposible no quedar fascinado por la potencia y la brutal fuerza de Ernesto, tocando el saxo. Con su aspecto de boxeador, moviéndose por todo el escenario igual que un púgil baila en torno a su rival, agitándose arriba y abajo, estirándose y agachándose; agitándose mientras el jazz de clásicos como Bird, Sonny Rollings o Louis Armstrong se desparrama de forma torrencial por ese Fusión cuyas paredes, con cada nota de Ernesto, se iban fundiendo, a la vez que se va convirtiendo en más y más mítico con cada acorde.

 Ernesto Aurignac himself

Porque, y en esto también coincido con Colin, dentro de unos años (y no serán muchos) podremos ir presumiendo por ahí, proclamando: “Yo vi a Ernesto a un metro de distancia, en el Fusión de Salobreña”.

Y no una. Ni dos, sino tres veces. Y las que te rondaré. Porque siempre que Ernesto toque y yo pueda, allí estaré. En el Fusión. Y es que Ernesto y el Fusión son un binomio perfecto. Maridan extraordinariamente. Son, de hecho, una inmejorable pareja. Y ver cómo se funden, a lomos de la madrugada, es como volver a ver «The magnificent seven», cuando eres niño, con tus amigos del cole.

 Ernesto Aurignac y Jesus Lens

La próxima cita, posiblemente, el 27 de julio, en un mano a mano con el pianista José Carra que ya podemos anticipar, será memorable.

Yo de ti lo apuntaría, con letras de oro, en la agenda.

No te arrepentirás.

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Granada Jazz Meeting y Jazz en Fusión

El pasado día 30 celebrábamos el Día Internacional del Jazz. Y para este sábado, tenemos el siguiente evento, más que interesante. Una pena no poder estar, pero los Sospechosos Habituales trasladamos nuestro campo de operaciones a Salobreña. Ya sabes que presento «Cineasta Blanco, Corazón Negro» el sábado por la mañana. Y por la noche, en el Fusión de nuestro queridos Paco y Concha también tenemos jazz, con Ana Cisneros y Phil Wilkinson Dúo. 

 

Así que, estés en Granada o estés en la Costa, este sábado toca jazz. 😀

Granada Jazz Meeting

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Hispanistán

Los miércoles de jazz en el Club Magic de la Plaza de Toros de Granada, organizados por la Asociación Musical de Jazz Ool Ya Koo nos deparan momentos tan hermosos como estos. El primero es una balada napolitana. El hombre va a la ventana de su amada y le canta y la convoca. La llama. Pero ella no comparece. El título de la canción es… ¡Despierta!

 

La segunda, es el remate del concierto. Veréis que la música, cuando se tiene talento, puede surgir de cualquier sitio.

 

Y recordad: si es miércoles, toca jazz.

 

Seguimos y… ¡despierta!

 

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Y los 11 de abril de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012… pues eso.