El IVA del cine

Les podrá parecer una frivolidad que, en medio de maremágnum soberanista, el desafío, el choque de trenes y demás eufemismos que lo están petando estos días; venga yo a hablarles del IVA del cine, que parece que por fin bajará, del 21% al 10% en 2018.

No piensen que no me interesa el tema del procés o que me resulta indiferente. Ni que me ha hartado. Que estamos en un momento decisivo de nuestra historia, por mucho empacho que pueda producir. Mi problema es que no lo entiendo. Desde un punto emocional, quiero decir.

 

No comulgo con el nacionalismo. Con ninguno. Las banderas, los himnos y la patria… me dejan indiferente incluso tras las gestas deportivas de nuestros atletas, para las que el “We are the champions” se ha convertido en la sintonía habitual y más reconocible.

Y, espero que nadie se ofenda, en todo el tema del Procés, como ocurrió con el Estatut y, en su momento, con el Plan Ibarretxe; priman las emociones sobre los argumentos, la lógica y la racionalidad. De hecho, en este momento, las emociones están incluso por encima de la legalidad vigente. Y eso sí que me resulta aterrador.

 

Pero en el debate nacionalista, los argumentos que utilizan unos y otros se basan, sobre todo, en lo emocional. Y a mí no es que me embargue la emoción de ser español, catalán, andaluz o del antiguo Reino de Granada, precisamente. Si de algo me siento feliz y contento es de ser europeo, por mucho que el europeísmo también ande de capa caída. Y, quizá por eso, porque no hemos sido capaces de construir una Europa más democrática, solidaria, social, integradora e ilusionante es por lo que tanta gente anda como loca con su patria chica.

No consigo convencerme de que, en este debate, unos tienen más razón que otros. Porque la razón no casa bien con el nacionalismo. Por tanto, solo nos queda la ley. A mí, al menos. Sigo creyendo en el imperio de la ley. Con sus fallas. Con sus disfunciones. Con sus problemas. Pero la ley y su estricto cumplimiento es lo único que garantiza la pervivencia de los regímenes democráticos.

 

Por lo tanto, no voy a escribir sobre la Ley del Referéndum, la respuesta del Tribunal Constitucional ni el nacionalismo, centrando esta columna en la bajada del IVA del cine…

 

Jesús Lens

Turbulencias y (negros) presagios

Así comienza el sensato, clarividente, necesario e imprescindible artículo que el abogado y editor Jerónimo Páez publica en las páginas de opinión de El País:

En las últimas décadas una oleada de fanatismo, intolerancia e irracionalidad se está apoderando de numerosos sectores de población en algunos países, hasta el extremo de amenazar la convivencia entre distintas comunidades y, en algunos casos, poner en peligro la paz mundial. Se presenta embutida en un ropaje ideológico que se pretende progresista y enraizado en las más puras esencias de cada pueblo. En el fondo, son variantes de un mismo fenómeno: “nacionalismos integristas”, reaccionarios y excluyentes, ya sean de índole religiosa, étnica, cultural o identitaria.

No son, como a primera vista podría pensarse, exclusivos del mundo musulmán. Se dan también en muchas otras naciones que creíamos vacunadas de esta enfermedad. Es un fenómeno que está desvirtuando la naturaleza de estas sociedades y destruyendo los valores que cimentaban la convivencia entre comunidades que antaño vivían en relativa armonía. No son movimientos espontáneos. Durante años han sido apoyados, atizados y subvencionados por partidos políticos, Gobiernos y por determinados grupos y lobbies con mezquinos intereses.

Aquí puedes seguir leyendo «Un futuro de turbulencias y negros presagios», uno de esos serenos y reflexivos artículos ante los que solo cabe decir: ¡Amén! Y no porque nos guste el panorama que pinta, precisamente.

Jesús Lens

Felabration

Hoy es el día de Fela Kuti. Al menos, hoy se celebra, en Granada. Es curioso cómo sentimos o cómo nos afectan las cosas a los humanos. Seguro que a mucha gente, el décimo quinto aniversario de la muerte de Kuti le trae al pairo. Mayormente porque no tiene ni idea de quién fue aquel músico nigeriano.

 

¡Ni modo!

Hoy hay gente que siente intensa emoción al celebrarse la Hispanidad. Una celebración que, personalmente, no me dice mucho, la verdad. Aunque me parece fantástico que haya personas que disfruten con el desfile, los himnos y toda la parafernalia inherente a este Día del Pilar.

Si algo bueno tiene la Democracia es que nos permite disfrutar, el mismo día, de la Hispanidad y de la Felabration.

 

Sin embargo, me surgen dudas con las palabras de Wert de hace unos días sobre españolizar a los niños catalanes. Igual que me preocupa la obsesión nacionalista de algunas regiones españolas. Y digo que me preocupa cuando, en general, todos los nacionalismos me traen sin cuidado.

¡Qué complicación!

Y pienso: ¿qué tal si pongo en marcha una campaña para Felabricaros a todos? Ojo, no me refiero a colgar unos cuantos vídeos sobre Kuti y a contaros algunas cosas sobre su vida, su compromiso con los pobres de Nigeria o sobre aquel lugar misterioso y mítico, el Club Shrine de Lagos en el que nació el Afrobeat.

Me refiero a organizar una batería de actuaciones encaminada a que todos vosotros os hagáis de la República de Kalakuta, os guste más u os guste menos.

Ojo, que Kalakuta es algo muy chulo y molón. Ahora hago un copy/paste de la Wikipedia:

Kalakuta Republic es una productora musical nigeriana que funciona en régimen de cooperativa. Fue fundada por el compositor, cantante y activista en pro de los derechos humanos, Fela Kuti. La empresa está ubicada en su casa natal.

Fela Kuti consideraba su casa como parte de su vida y de su trabajo. El edificio está en el número 14 de la calle Agege Motor Road, en Lagos (Nigeria).

Levantó un gran muro rodeando su propiedad y la proclamó Estado independiente al que llamó Kalakuta Republic. Él se erigió como único soberano del mismo (lo que le produjo problemas con las autoridades que no vieron con buenos ojos la proclamación de un Estado independiente en la propiedad de Fela Kuti).

En este Estado se ubicó la productora musical en régimen cooperativo, que agrupaba a un número relevante de artistas, que solían reunirse en el Hotel Empire que se constituyó como una sucursal de la Kalakuta Republic y funcionaba como club nocturno donde Fela actuaba regularmente.

Cuando Fela murió se le enterró en territorio de su Estado.

¿A que mola?

Hoy, desde el corazón del Zaidín, me siento tan español como Kalakutiano. Pero lo que no se me ocurre es ir a casa de mi hermano y bombardear a mis sobrinas con esta querencia mía.

En todo caso, les pondría un disco, un rato. Para que conozcan una música distinta, abrasadora y fantástica. Pero ya está.

Después, me iría al Planta Baja a gozar de la Felabration con otra gente aficionada al Afrobeat, a disfrutar de un género musical que recomiendo fervorosamente, pero que no se me ocurriría tratar de imponer a nadie como himno de obligada entonación.

Dejémoslo aquí. Y del Nobel de la Paz a la Unión Europea, hablamos en el otro momento.

Jesús felón Lens

¿Y los anteriores Días del Pilar? 2008, 2009, 2010 y 2011