¡ALERTA! FRANKIE JURADO

Hace unos días, cuando hablábamos de los Amigos, me refería a esos tipos a los que conoces un buen día y con los que, desde el primer momento, sabes que vas a encajar.

 

¿Ustedes serían amigo de este tipo?
¿Ustedes serían amigo de este tipo?

¿Saben que con Francisco José Jurado, me ha pasado… pero sin necesidad de conocerlo?

 

Leí «Benegas» y escribí una reseña sobre la misma. Y muy pronto tenía un mensaje en el Facebook de su autor, alabando la misma ya que, decía, había sabido captar la esencia del personaje principal de la misma. Eso, como podéis suponer, me llenó de orgullo y satisfacción.

 

En ese momento, Joserra, de NOVELPOL, me hizo una de esas ofertas que no se pueden rechazar: entrevistar al autor.  

 

Se me ocurrieron siete preguntas. Se las mandé a Francisco, pensando que eran escasas, banales y superficiales. La intención de que, partiendo de sus respuestas, me surgieran más ideas para repreguntarle.

 

Sin embargo, cuando me encontré con un mail con sus contestaciones, largas, brillantes, aceradas y acertadas, ¡me sentí como un auténtico periodista de raza!

 

Así que, como sin haber cruzado más que un puñado de mails, este Francisco José Jurado me tiene poco menos que rendido a sus pies, pues… ¡alerta!

 

¡Pongamos distancias con el sujeto, que me empieza a parecer más peligroso que un Cetme en las manos de nuestra Ministra de defensa! No es sólo que escribe bien, que sus personajes tienen fuerza y que sus tramas están estupendamente armadas… es que el tipo, además, tiene unos puntos de vista sobre la vida que nos rodea auténticamente clarividentes.  

 Danger! Este tipo... piensa.

Si quieren conocer al peligroso individuo, la reseña y la entrevista referidas incluidas, pinchen los enlaces correspondientes. Bajo su propia responsabilidad. Yo ya les he avisado. Y advertido. Si se convierten en Beneguistas irredentos, un virus más contagioso que el de la Gripe A, es su culpa. Yo, me lavo las manos.  

 

Jesús Lens, en absoluto traidor.    

LA HABANA Y ALEJANDRÍA

La editorial ALMED presenta dos auténticas perlas bibliográficas.

 

Por un lado, el clásico de E.M. Foster sobre Alejandría.

 

Y, por otro, un libro muy especial: «La Habana. Puerta de las Américas», del cubano Amir Valle.

 

¿Es posible que les suene el nombre de Amir?

 

Sí. Cuando hablábamos de él y de La Otra Cuba. O cuando estuvimos en Carmona, celebrando con él la consecución del premio de Novela Negra Ciudad de Carmona, de Almuzara, con «Largas noches con Flavia». Vinculado, por lo general, a ese género negro y criminal que tanto nos subyuga. Sin embargo, hace un par de años, en Semana Negra, le pregunté a Amir si le gustaría escribir la historia de su ciudad. De esa La Habana que es parte de su existencia.

 

No se lo pensó. Y dijo que, por supuesto, sería un honor.  

 

Y tras meses de documentarse, leer y estudiar, se lanzó a escribir un libro prodigioso que, en cada una de sus páginas, consigue captar la magia, la esencia, la dureza y el goce de vivir de una de esas ciudades que, más allá de ser la capital de un país tan arrebatadoramente hermoso como controvertido, atesora buena parte de la historia de Latinoamérica.

 

Como decía, es un libro muy especial para mí. Porque Amir es un buen amigo. Porque La Habana nos arrebató, cuando la visitamos, hace unos meses. Porque es uno de mis escritores favoritos. Porque la idea surgió en Gijón, en ese mágico festival que es Semana Negra. Porque, dejando aparte «Hasta donde el cine nos lleve», es el libro del que más cerca he estado. Desde su génesis, siguiendo la redacción, corrección, diseño, búsqueda de la foto de la portada…

 

Amir y Eduardo Monteverde, en Negra y Criminal versión Gijón
Amir y Eduardo Monteverde, en Negra y Criminal versión Gijón

Escribir es fantástico. Pero asistir al proceso de creación literaria va más allá. Ha sido un placer y un honor compartir conversaciones, e mails, manuscritos y maquetaciones tanto con Amir Valle, el autor, como con Jerónimo, José Manuel y Juana, artífices de que esta aventura haya llegado a buen puerto.

 

Ahora sois los lectores a quiénes os toca juzgar.

 

En unos días volveremos a hablar de «La Habana. Puerta de las Américas».

 

Jesús Lens, contento como un niño con zapatillas nuevas.          

BENEGAS

Novela negra, de raíz andaluza. ¿Quieren conocer los entresijos de la Córdoba actual, muy parecidos a los de tantas ciudades de tamaño medio de nuestro entorno? Universidad, Internet, (Des)Memoria histórica, Premios literarios turbios, entidades financieras y pelotazos inmobiliarios…

 

Pinchando AQUÍ accedéis a la reseña que escribimos de «Benegas», de Francisco José Jurado, publicada por la Editorial Almuzara.

 

Recomendable hasta ser necesaria.

 

Jesús Lens.

 

PD.- Estamos urdiendo una entrevista al autor. Si habéis leído la reseña y/o el libro y os suscita alguna curiosidad o inquietud, a tiempo estamos de trasladársela a su autor.

 

¡Animaos!

 

PD 2.- ¿Estáis siguiendo ese desquiciado «Asesinato creativo»?

 

¡Animaos igualmente!

ASESINATO CREATIVO II

Hace unos días, con tal de no ponerme a trabajar en uno de esos proyectos de largo alcance que tantas energías consumen y adicciones provocan, escribí un cuento llamado «Asesinato creativo». Fue bastante bien acogido por los amigos, pero hubo quién pensó que el final era un churro.

 

Al estar bastante de acuerdo con el preclaro y contundente diagnóstico de mi querida Silvia, habitualmente SILENCIOsa, pero que cuando habla, sube el pan; hice una ronda de consultas blogueras a través de una entrada titulada «¿Triste y solitario, ese final?» y el resultado fue abrumadoramente favorable a que la historia continuara, en busca de otro final.

 

Como uno es demócrata convencido, acepta el reto PERO que conste que, siendo la mano que aporrea la tecla, me hago responsable de lo que escribo, pero la responsabilidad por la continuación de la historia, si os aburre, decepciona o cansa, es de Silvia, como líder de la Silvirrevolución, y de todos los que la apoyasteis con tanto convencimiento como vehemencia.

 

¡Va por todos vosotros y, por supuesto, por Silvia, la primera!  

 

 

 

Aunque intentó mantenerse impertérrito, como cuando jugaba al Impávido en sus partidas de póker de los últimos jueves de cada mes, el Juez Bárcenas dejó traslucir un leve asomo de emoción, que no pasó inadvertido al Fiscal, al escuchar el vibrante alegato de Bermellón. Un Fiscal bien acostumbrado a escrutar el rostro de sus interlocutores, no en vano, Candelo Pérez Moliner, apodado como Tricky en los juzgados por su inveterada costumbre de proponer acuerdos a los acusados a los que intentaba condenar; era uno de esos hombres que gustaba de salir por la noche a la caza de otros hombres que también entendieran. Y para eso, había que fijarse en los detalles, las señales y los gestos.

 

  • El guión.
  • ¿Cómo?- dijeron al unísono tanto el acusado como el fiscal.
  • Digo que, en el origen de este embrollo, lo que hay es un guión ¿no?
  • Pues… sí- se vio obligado a reconocer el fiscal. -¿Y?
  • Pues que, si no tienen inconveniente, antes de tomar una decisión sobre qué hacer con el detenido, me gustaría leer el guión de marras. ¿Cree usted que será posible, Sr. Bermellón?
  • Hombre, señoría, no es que yo desconfíe de usted, pero la verdad es que todavía no está registrado…

 

Definitivamente, aquel chiflado le caía al Juez mejor que bien.

 

  • ¿Pretende usted decirme que piensa que voy a irme con el guión a la SGAE y registrarlo a mi nombre?
  • No, pero claro… un descuido, un manuscrito que se pierde, alguien que lo encuentra… y no vea usted cómo está el patio de la SGAE, como para pedirles que rectifiquen en algo… ¡Menudos son esos tipos!

 

Y el Juez se vio obligado a dar su palabra, a un presunto asesino, de que sería extremadamente cuidadoso con el manuscrito en cuestión, dejando aplazada la resolución de la comparecencia hasta el día siguiente, con el detenido en el calabozo y el Secretario judicial y Tricky, el Fiscal, intercambiando una imposible mirada de estupefacta complicidad ante el rumbo que estaban tomando los acontecimientos.

 

Porque el Secretario, Don Augusto López de Castañeda y Ayllón era uno de esos adustos y austeros caballeros de honesta carrera judicial que ni compartía ni entendía las desviaciones de personas como Candelo. Y que, por el bien de la judicatura española, renunció a ser él mismo Juez ante las peculiaridades, extravagancias y cuasi locuras del titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Granada, ese Don Juan Bárcenas que pugnaba por igualar en lo mediático al otro Gran Juez de la capital nazarí: ese Juez de Menores, Calatayud.

 

Y es que, cuando los medios de comunicación le hurtan a un miembro de la judicatura su nombre de pila para bautizarlo nada más que con el apellido y delante, a modo de sobrenombre, el término «Juez»… malo. Que si el Juez Garzón por aquí, que Juez Grande-Marlaska por allí, el Juez Calatayud por acullá y, más recientemente y siempre polémico, el Juez Bárcenas.

 

¿Qué sería de ese Juzgado número 3, si Don Augusto no estuviera en él, mañana, tarde y noche, intentando minimizar los estragos de un juez chiflado y un fiscal mar… gay perdido, como dicen ahora los políticamente correctos?

 

CONTINUARÁ.

ASESINATO CREATIVO

  •  ¿Usted sabe lo que es el crowdfunding?
  •  ¿Perdón?
  •  Pues mal empezamos.

 

El inspector López salió del calabozo dando uno de esos portazos susceptibles de provocar, por sí mismos, un terremoto devastador.  

 

  •  ¿Ha llegado ya el maldito abogado de oficio?- bramó López, mientras se iba para su despacho, mascullando entre dientes.

 

Pero, sin llegar a sentarse en su sillón, enfiló para el bar.

 

  •  A ver, Jorge. ¿Tú sabes lo que es el crowdfunding?
  •  ¿Un nuevo deporte de riesgo en los que cualquier gilipollas paga una pasta gansa para que le suba la adrenalina, supuestamente jugándose el tipo, pero en realidad más seguro que el Air Force One?
  •  Pues será. Anda. Ponme un Pampero con Coca-cola Zero, que no estamos más que a dos de septiembre y ya estoy hasta los cojones.

 

Volvió a la comisaría. El abogado seguía sin aparecer y el fiscal quería irse a casa a ver el resumen del partido del Real Madrid, que, aunque quisiera ocultarlo, el CR9 le ponía cantidad.

 

  •  A ver, López. ¿Qué pasa con el detenido del siete?
  •  Que dice que la culpa fue del crowdfunding. Y de un cuñado suyo adicto a Internet. Que lo hizo en estado de necesidad y en legítima defensa creativa.
  •  En serio, López, ¿has superado realmente lo de Paulina?

 

Y cuando López iba a contestarle al fiscal que lo de Paulina lo había superado a través de las bondades de la boca de su hermana, y no por lo bien que hablaba precisamente, apareció el abogado. Un pipiolo. Para variar. Traje de chaqueta, gomina a espuertas y una de esas carteras, seguramente regalada por sus orgullosos suegros, que costaba lo mismo que él cobraba en un mes… guardias, mordidas y coimas incluidas.

 

  •  Señor abogado, que es verdad que yo le maté.
  •  ¡Calle, hombre, calle! ¿No ve que ya le han leído sus derechos y que todo lo que diga puede ser usado en su contra?
  •  Pero si es que no lo puedo negar. ¿Para qué? El portero de su casa me trincó con las tijeras en la mano y todo cubierto con su sangre. Hay testigos, tienen el arma del crimen con mis huellas en ella, todas las pruebas de ADN que quieran y, además, había motivo. Y ahí es donde radica el quid de la cuestión y la única defensa posible, señor abogado.
  •  Y el motivo es…
  •  El crowdfunding.

 

López pudo sonreír. Por fin. El pipiolo interrogaba con la mirada al veterano policía, angustiado, intentando buscar su complicidad para encontrar algo de luz en las palabras de su defendido. Como toda respuesta, López dedicó al abogado un leve arqueo de cejas que, traducido, venía a significar algo así como «¡chúpate esa, mete el crowdfunding en tu carterita, la enrollas y te la embutes por el culo, pijo de mierda!»

 

  •  ¡Ah! El crowdfunding… ya. Eso es algo parecido a la estafa piramidal de Madoff, pero en versión más sofisticada, ¿verdad? Creo que leí algo sobre ello en las páginas sepia del periódico del domingo…
  •  Pero ¿de qué coño está hablando? ¿Y usted es mi abogado? Creo que lo mejor será que me defienda yo mismo.

 

Y, efectivamente, renunció a que el abogado le representara en la comparecencia ante el Juez de guardia, en la que el fiscal solicitó el ingreso en prisión sin fianza de Andrés Berbellón, acusado del asesinato de Matías Angulo, al que degolló, acuchilló y medio desmembró con unas afiladas tijeras, tras sostener con él una acalorada discusión.

 

  •  Y la culpa dice usted que fue…
  •  ¡De mi cuñado!
  •  Ahhhh. Vale. Su cuñado. ¿Y eso?
  •  Porque mi hermana y yo habíamos heredado un dinerito. Y no sabíamos qué hacer con él. Con esto de la crisis, ¡como para embarcarse en algún piso! Y ni pensar en la Cuenta Naranja de un banco que no existe y que cualquier día, en vez de Naranja, se pone rojo como un tomate. Y entonces llegó él. El espabilado. El listo. El E-cuñado, como a él le gusta definirse.
  •  ¿E-cuñado?
  •  Sí. ¿Usted no tiene en su familia a un cuñado que hace paellas los domingos o que lo sabe todo acerca de los últimos modelos de coches?
  •  Hombre, la verdad… pues sí. A mí me ha tocado el paellero.
  •  A mí, sin embargo, me ha tocado el cuñado del siglo XXI. El cíbercuñado. El que está todo el día enganchado a Internet. Y el que descubrió el crowdfunding…

 

El Juez tenía que reconocer que aquel tipo le caía bien. Sinceramente, él mismo había barajado, más de un sábado, la posibilidad de contratar a un sicario que matara a su cuñado el paellero, por la vía de hacerle tragar kilos y kilos de arroz pasado, requemado y pastoso… Eximente completa, quizá no, pero todo el mundo sabe que cargarse a un cuñado, por lo general, lleva implícita una cierta carga atenuante…

 

  •  Pero usted no ha matado a su cuñado…
  •  Ya. Pero en cuanto decrete usted mi libertad, créame que pienso estrangularlo con mis propias manos.

 

Decididamente, aquél tipo le caía mejor que bien… de hecho, empezó a fantasear con la posibilidad de soltarlo a cambio de que aplicara una oferta «dos por uno» en eso de llevarse por delante al cuñado.

 

  •  ¿Está usted loco? Olvide sus desbarros y explique de una vez qué tiene que ver su cuñado con Matías Angulo y con el crownfulling ése…
  •  ¿Crownfulling? Señoría, por favor. Aunque nuestra monarquía empiece a dar risa, no estamos aún en la Inglaterra del príncipe Charles… ¡CROWDFUNDING!

 

El juez dio un respingo que casi le tiró de la silla, ante la exclamación del detenido.

 

  •  Lo mismo me pasó a mí, Señoría. Casi me incrusto en el techo cuando el capullo de mi cuñado gritó la palabrita de marras, como si hubiera encontrado la piedra filosofal o el arca de alianza, a través de Internet.
  •  ¿Y podría usted explicarnos, someramente, qué es eso?
  •  Crowdfunding. Unión y fuerza. Técnicamente, se describe como «la forma que tienen los nuevos creadores de sacar partido de la Red, gracias a la obtención instantánea de datos, información, publicidad y dinero.»
  •  O sea, que le timaron por Internet a través de una nueva modalidad de pshishing con nombre de estilo clásico de natación… a través del que le limpiaron la cuenta bancaria hasta bien el fondo…
  •  ¡Que no! Que no es tan sencillo.
  •  Ya me parecía a mí…
  •  En pocas palabras, de lo que se trata con el crowdfunding de los cojones es de captar socios capitalistas para que financien la producción de películas y, dependiendo de lo que aporten, además de que su nombre aparezca en los títulos de crédito y de participar en un hipotético reparto de beneficios, los inversores tienen derecho a participar en el proceso creativo de la misma.

 

Y el Juez se quedó, lógicamente, más estupefacto aún. Si cabe.

 

  •  Perdone, pero yo entiendo ni una palabra de lo que me está usted contando…
  •  Pues más claro, el agua. Matías Angulo es el director de la película. O lo era. ¡Menudo cretino! ¿Se puede usted creer? Teníamos una historia fabulosa sobre la que trabajar. En eso, el memo de mi cuñado tenía razón. ¡Pedazo de historia! Tan buena era, que no sólo invertí en el proyecto el importe completo de la herencia, sino que, a medida que la preproducción necesitaba de más y más fondos, hipotequé mi piso de la ciudad y el apartamento de la playa y hasta pedí un préstamo personal a mi Caja de Ahorros de toda la vida.
  •  ¿Como?
  •  Claro. Al principio iba a ser una película modesta, de ínfimo presupuesto. Pero a medida que me metí a fondo en la escritura del guión, me di cuenta de que la historia era demasiado buena como para desperdiciarla en una cutreproducción de tres al cuarto.
  •  ¿Y qué pasó?
  •  Pues que llegó Matías a joderla. Que llegó el directorcillo ése de las narices, un mindundi, un don nadie recién salido de la Escuela de Cine de Barcelona, al que no conocía ni Dios, y empezó a hacer cambios en mi guión. Que la productora había firmado con él un contrato en el que le permitía hacer y deshacer a su antojo. A ese miserable.
  •  Pero ¿por qué habla usted de su guión con tanta insistencia? ¿No era un trabajo creativo comunitario?
  •  ¡Comunitario y unos cojones! ¡Mío, mío! ¡Era mío! ¡Yo lo pagué! ¡Era mío! ¡Yo había escrito! Eran míos tanto el guión como la película. ¿No lo entiende? Yo había puesto la pasta y aquel indeseable quería robar mi proyecto, destrozarlo, poseerlo, hacerlo suyo…

 

Es un relato de Jesús Lens Espinosa de los Monteros y…  CONTINUARÁ… 

…por culpa de ESTO.  

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