KICKBOXING EN NIRVANA

Ya tenemos la actualización de la revista JazzGranada. Y, como siempre, el Club Blue & Noir abre sus puertas a la música más caliente del mundo y a su reflejo en cine y literatura.

 

En esta ocasión, tenemos a un invitado muy especial, del que ya hablamos meses ha: Christopher G. Moore. Si pinchan aquí, se acordarán. Pero pasen, pasen di disfruten de un viaje a la Tailandia más excitante y peligrosa…

 

 

 

Si por alguna razón me tuviera que ir a vivir a Bangkok, me encantaría conocer a Vincent Calvino y, desde luego, haría todo lo posible por ser su amigo. De hecho, me gustaría ser colega de Calvino aunque no me tuviera que exiliar a la fascinante, peligrosa y atractiva capital de Tailandia.

 

Porque el bueno de Vinee es uno de esos personajes de una pieza con los que es imposible no sintonizar casi, casi desde el primer momento. Un detective privado al que, en «Kickboxing en Nirvana» (Ed. Alea-Paidós) le encargan un caso de libro: determinar quién y porque mató a Ben Hoadly, uno de esos ingleses expatriados que, en el turbio mundo del Bangkok profundo, parecía moverse como pez en el agua.

 

En su búsqueda del asesino de Hoadly, el inmediato y, sobre todo, el mediato, cuyo descubrimiento sería la única forma de entender porque alguien le pegó un tiro al rubicundo inglés, Calvino no estará solo.

 

(Para seguir leyendo, pinchen sin miedo.)

 

Jesús Lens.

HOMBRES DEL 2009

 Si alguien no sabe quién ha sido el hombre de enero, sería para darle una colleja… o un premio 🙂

 

Pero… ¿Saben quién será el hombre de febrero? Es un tipo peligroso, duro, correoso… Tengan cuidado si lo ven por Barcelona, camuflado en los fastos de la ya inminente BCNegra

 

Hablamos de Michael Connelly, cuya obra más caliente ya está editada en bolsillo, en Roca Editorial.

 

No lo duden: Connelly es nuestro hombre.

 

Jesús Lens

«EL BAILE HA TERMINADO» DE JULIÁN IBÁÑEZ, PREMIO L´H CONFIDENCIAL

Nuestro amigo José Andrés (Cables cruzados, Mente Lúcida) nos hace llegar esta Nota:

EL BAILE HA TERMINADO DE JULIÁN IBÁÑEZ, GANADOR DEL PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA NEGRA L´H CONFIDENCIAL 2009

 

 

Se presentará el 28 de Marzo en la Biblioteca La Bòbila

Tercera Edición del Premio L´H Confidencial, convocado por el Ayuntamiento de L´Hospitalet y Roca Editorial

 

 

El Jurado de la III Edición del Premio de Novela Negra L´H Confidencial, promovido por la Biblioteca La Bòbila y convocado por el Ayuntamiento de L´Hospitalet y Roca Editorial han decidido conceder el Premio a la novela «El Baile ha terminado, de Julián Ibáñez».

 

En esta historia, en que nada es lo que parece, el Jurado ha valorado una trama policial bien construida, de lectura ágil, convincente y respetuosa con la inteligencia del lector. La novela es un reflejo de las rivalidades entre los Cuerpos Policiales del País Vasco.

 

Julián Ibáñez (Santander, 1940) estudio Ciencias en la Universidad de Valladolid y Guión en la Escuela de Cine de Madrid. Durante diez años residió en diferentes paises (Francia, Inglaterra y Suecia), y actualmente vive en Argés (Toledo), dedicado a la escritura y la pesca.

 

Reconocido autor de novela negra, Julián Ibáñez ha publicado títulos como: La triple dama (1980), La recompensa polaca (1986), No des la espalda a la paloma (1983), Mi nombre es Novoa (1986), Tirar al vuelo (1986), Llámala Siboney (1988), Doña Lola (1991), ¿A tí dónde te entierro, hermano? (1994), Entre trago y trago (2000), La miel y el cuchillo (2003), Que siga el baile (2006) o El invierno oscuro (2007).

 

La obra ganadora será publicada en la colección Roca Criminal y se presentará el 28 de Marzo de 2009 en un acto público en la Biblioteca La Bòbila, con la presencia del ganador.

 

Las anteriores ediciones del Premio L´H Confidencial han sido para el mejicano Joaquín Guerrero Casasola, con Ley Garrote, y el argentino Raúl Argemí, con Retrato de familia con muerta.

Fuentes: Roca Editorial, Ayuntamiento de L´Hospitalet y Biblioteca La Bòbila

 

Traducción: José Andrés Espelt – CRUCE DE CABLES –

¡SIGUES SIENDO EL REY!

Sí, amigo Carlos. Sigues siendo el Rey. Si por algo se caracterizó el extinto 2008, literariamente hablando, fue por el descubrimiento de los estupendos autores publicados en la editorial Salto de Página. Si en Semana Negra, los grandes triunfadores fuisteis Leo Oyola y tú, con el permiso de Juan Ramón Biedma; este año le auguramos muy buenas perspectivas a Urra, cuya «A timba abierta» es una de esas novelas que se leen de una sentada y se disfrutan con frenesí. Y mirad lo que ha publicado El Cultural de El Mundo sobre los nombres imprescindibles del 2009.

 

Pero, amigo Carlos, tú sigues siendo el rey. Y bien sabes por qué lo digo. Entre mis amigotes más fieles ya tenemos una consigna clásica: cuando uno empieza con la frase «Si hay miseria…» el otro la termina con su consecuencia lógica: «que no se note».

 

Desde dentro de poco, de muy poco, espero; añadiremos una nueva consigna a la colección. Ya sabes cuál: «Lo importante no es ganar… si no hacer que pierda el otro.» Y es que nuestro amigo Soldati no tiene precio.

 

Está claro, pues, que he leído ese texto que me mandaste hace unas semanas. Aunque lo correcto sería decir que lo he devorado, casi literalmente. Porque tu último manuscrito no se lee: de cómo entra por los ojos, de cómo te engancha por las tripas, esa novela se bebe, se come y, después, se eructa con satisfacción, gracias al excelente gusto que te deja.

 

Hasta aquí la parte buena. Espero haber conseguido, querido Carlos, ganarme tu favor. Porque ahora viene la parte en que te cabreas conmigo. Y con razón. Pero tengo que confesarlo: querido Carlos… confieso que he repartido tu novela inédita. Y confieso que la he repartido a medio mundo.

 

Lo sé.

 

Es intolerable.

 

Absurdo.

 

Inexplicable.

 

Pero déjame que te cuente, amigo Carlos, antes de que cojas el teléfono y me denuncies al mismísimo Número Uno.

 

Verás.

 

El caso es que me iba de viaje. Y a la hora de decidir qué libro llevarme, pensé que nada mejor que los trescientos y pico folios de la nueva e inmaculada novela de Carlos Salem.

 

La comencé en Madrid. Leí allí un par de capítulos. Y, cerrando la bolsa de viaje para ir al aeropuerto, como si un rayo de lucidez me hubiese iluminado, pensé que esta novela sólo iba a hacer un camino. ¿Lo adivinas? Claro que sí. Camino de ida. Así que dejé los dos primeros capítulos de la misma en la capital del reino. Después, otro par más se quedaron en Barajas. Uno en el avión que me llevara a Estambul. Tres en la antigua capital del Imperio Otomano. Dos más en el avión para Damasco. En la capital de Siria descansa otro buen puñado de folios de tu novela y, por fin, la resolución de la misma está repartida entre Baalbek, Byblos (la ciudad más antigua de la humanidad, según la Biblia) y Beirut, capital del Líbano.

 

Porque siendo una road-novel protagonizada por personajes desaforados, pensé que era de justicia poética ir dejando su huella allá por donde yo la iba leyendo. Pero no temas. Como sé que esto de la literatura es un peligro y que hay más piratas bibliográficos que cibernéticos, fui extremadamente cuidadoso. Cada folio fue depositado estratégicamente en lugares inaccesibles para un posible plagiador que me anduviera siguiendo los pasos para hacerse con tu manuscrito.

 

Y es que, la verdad sea dicha, si no fuera porque nos llevamos bien y un día de estos espero pasarme por Madrid a que me invites a un buen Tequila Reposado, ya habría registrado la novela a mi nombre y andaría buscando a un buen agente que me negociara la venta de sus derechos cinematográficos. Porque si España fuera un país serio, tu nueva novela escalaría a lo más alto de las listas de ventas y, después, la película rompería taquillas.

 

Porque, querido Carlos, tu novela, a caballo entre lo negro y criminal, lo humorístico y lo aventurero, protagonizada por un puñado inolvidable de personajes principales y pespunteada por un reparto coral de secundarios de lujo es precisamente eso: un lujo. Un despelote cargado de ironía, inteligencia y desparpajo. Una novela que habría hecho las delicias de Rafael Azcona y que sería capaz de sacar de su retiro al mismísimo Luis García Berlanga. Una novela que daría lugar a una película que se convertiría en un clásico del estilo de «Amanece que no es poco.» Si España fuera un país serio, claro 🙁

 

Termino ya, querido Carlos. Sé que tienes que darle un repaso, dejarla reposar y darle otro vistazo a la novela, para que quede perfectamente niquelada. En otro mail te comentaré un par de cosas al respecto, a ver qué te parecen. Pero, querido amigo, siendo tiempo de magia, siendo día de Reyes, sólo te puedo decir una cosa:

 

Carlos, colega… ¡sigues siendo el Rey!

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.             

A TIMBA ABIERTA

Hace unos días, analizando el estallido de violencia estudiantil y juvenil acaecido en Grecia, podíamos leer el siguiente titular en un periódico: «Una revuelta a ritmo de blog y SMS», que venía a demostrar que las nuevas tecnologías se han puesto al servicio de los ardientes acontecimientos helenos.

 

¿Qué tiene que ver eso con una novela negra titulada «A timba abierta», ardoroso debut literario de un autor llamado Óscar Urra, publicado por la inquieta y necesaria editorial Salto de página y radicada en el Madrid de toda la vida?

 

Pues, para saberlo, habrán de hacerse un favor y leer la novela. Una novela protagonizada por un detective privado español -que haberlos, haylos- llamado Julio Cabria. Y por un poli al borde la prejubilación, Meléndez. Y por el camarero de El Portón, uno de esos bares que son mucho más que bares, casi templos en que los parroquianos habituales se juntan para ver pasar el tiempo.

 

Una novela que, como su propio nombre sugiere, es cachonda y juguetona, mezclando el naipe y el burle con una trama que avanza a velocidad vertiginosa, desde que el Botines le encarga a Cabria que localice a una misteriosa chica italiana, Pandora. Una novela que, además, acontece en el centro de un Madrid cuyos rectores municipales se han empeñado en hacer desaparecer de todas, todas: Tirso de Molina y alrededores. Un Madrid mítico, turbio, noctámbulo. Un Madrid de toda la vida que se quiere llenar de puestecitos clónicos de flores para intentar aromatizar los amaneceres resacosos de alcohol, juego, juerga y violencia.

 

Porque en toda novela negra que se precie tiene que haber unas ciertas dosis de violencia. ¿O no? En «A timba abierta», faltaría más, la hay. Hay palizas, interrogatorios brutales, golpizas, apaleamientos y hasta torturas. Pero todo ello contado a través de esa fina ironía que impregna todo el texto. Costillas rotas, narices partidas y cejas echadas abajo forman parte del paisaje de esta novela, muy tarantiniana.

 

Y, además, unos enigmáticos mensajes, en forma de entradas o Posts blogueros, en que unas consignas de corte apocalíptico-anarquista mezclan la revolución con Astérix. Y humor. Humor, del bueno, a raudales. ¿Cabe todo ello en poco más de ciento cincuenta páginas construidas a base de un material altamente adictivo, de hondo alcance, que deja en el lector un regusto más que agradable?

 

Por supuesto que sí. Porque si lo bueno, breve, es doblemente bueno; la contundencia, el desparpajo, el humor y el ritmo que Óscar Urra imprime a esta «A timba abierta», convierten al autor madrileño en uno de los debutantes más interesantes del panorama de las letras negras nacionales.

 

Urra, un tipo al que seguir. Muy de cerca.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.