De todas las estadísticas que he leído estas últimas semanas, hay un dato que me parece especialmente aterrador: el 28,7% de los jóvenes de entre 16 y 30 años de la provincia de Granada no estudia ni trabaja. (Leer AQUÍ)
Lo contaba Juanjo Cerero en IDEAL a comienzos de semana, partiendo de los microdatos obtenidos de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre de 2020. Sobre el tema no he visto ni un solo comentario alusivo. Las redes ardían con la tala del pino de la cuesta del ídem, cuyo nombre ya es anacrónico. Y está bien que así fuera, ojo, que la furia arboricida sigue desatada en nuestra ciudad. La Isla de las Tentaciones era trending topic y el nombre de varios futbolistas copaba la conversación, que para algo era lunes. Pero del fenómeno nini, ni rastro.
Los jóvenes, así en general y al bulto, se han convertido en los malos de la película de la segunda ola de coronavirus. Que si botellones, fiestas clandestinas, reuniones sin mascarillas… Las autoridades sanitarias les ruegan mesura, sentido común y empatía con el resto de la sociedad. Miramiento. Solidaridad. Compromiso. Más o menos, todo lo que la sociedad no hace con ellos, a nada que lo pensemos.
Con una facilidad pasmosa hemos pasado de hablar de la generación mejor preparada de la historia a la generación perdida. De Millenials a Ninis, sin solución de continuidad. ¿Será por etiquetas y clasificaciones?
Todavía sin superar la crisis del 2008, aquella que laminó a la clase media, ahondó en las desigualdades sociales y económicas y dejó malparada a toda una generación de jóvenes; nos encontramos con un nuevo tsunami de cuya capacidad letal aún no somos del todo conscientes.
La incapacidad de los diferentes gobiernos del PP y PSOE para ofrecer una mínima expectativa laboral digna a los jóvenes de nuestro país es uno de sus grandes fracasos. Por desgracia, no se habla de ello todo lo que se debiera.
Muchos de aquellos jóvenes llevan ya años en el extranjero, sin trazas de volver. Pero es que con el cierre mundial por la Covid, si antes no era muy ilusionante la opción de emigrar, ahora parece imposible. No es de extrañar, pues, que la actitud vital de cada vez más jóvenes sea la que planteaba Albert Pla en su mítica canción ‘Veintegenarios’: sentaditos sin razón / en el portal cara al sol / nada somos na tenemos / na queremos ni hacemos.
Jesús Lens