15 millones de deuda con la Rober. De momento. Para final de año serán 21. Veintiún millones. De euros. Y de deuda. Acumulada. Por el ayuntamiento. Con la empresa adjudicataria de los autobuses urbanos de Granada.
Disculpen esa forma de escribir. Es que no me lo creo. Estoy estupefacto. Sobre todo porque la partida presupuestada por dicho concepto es de 10,3 millones de euros anuales. ¿La culpa? De la LAC, mayormente. Que, llegados a este punto, es tanto como decir que fue del cha-cha-chá. ¿Cómo se pueden presupuestar 10,3 millones por un servicio y, en un solo año, acumular 5 de sobrecoste? (Aquí la información de la que parto para mi columna de hoy en IDEAL)
Lo de la LAC es uno de esos proyectos que reflejan lo malas que pueden ser las mayorías absolutas sostenidas durante el tiempo y el enquistamiento de los políticos en sus poltronas. Porque la LAC ha sido un problema desde el momento en que se presentó el proyecto, no convenciendo a prácticamente nadie. Excepto a la concejala del ramo y, por supuesto, al alcalde plenipotenciario. ¡Hasta los informes técnicos del propio ayuntamiento la desaconsejaban, según ha denunciado Raquel Ruz, la nueva concejala de Movilidad!
La única noticia positiva generada por la LAC fue la reducción de la contaminación en la Gran Vía en un 33%, según un estudio de la UGR que, sin embargo, aconsejaba “una optimización y reordenación del transporte público, para que el impacto provocado por la LAC en Gran Vía o Reyes Católicos se extienda a otras vías de la ciudad”.
Por lo demás, la LAC ha sido una fuente constante de cabreos, desde el caos de los transbordos en una ciudad tan pequeña como Granada a los problemas con las multas y las sanciones ejecutadas por los revisores. Ahora, movernos entre barrios, nos lleva más tiempo que bajar a la Costa Tropical.
El resultado: la pérdida de miles de pasajeros, cada día. Era tal el descontento que hubo que volver a meter un par de líneas rojas por el centro. ¿Y para sufragar la deuda con la Rober? Pues a subirle el precio al billete. Ahí estuvo fino el PP, sí. Muy imaginativo. Total, para lo que ha servido…
Casi nadie quería la LAC. Ni creía en ella. Pero nadie fue capaz de impedir su implantación. Y ahora nos encontramos con una deuda inverosímil, buena prueba de la Alta Incapacidad del invento.
Jesús Lens