‘Principiemos por el principio… Recuerdo que donde al fin me abordó fue en las solitarias ruinas de la Alcazaba… Tendría él sesenta años, y yo nueve. Al verlo, di de mano a mi tarea -echar abajo los muros de la Alcazaba- y traté de marcharme; pero el hombre de lo pasado me atajó en mi camino; congratulóse muy formalmente de aquella afición que advertía en mí hacia los monumentos históricos, tratóme como a compañero nato suyo, dióme un cigarro, mitad de tabaco y mitad de matalahuva, y acabó por referirme todas las tradiciones accitanas del tiempo de los moros y todas las tradiciones alpujarreñas del tiempo de los moriscos, poniendo particular empeño en sublimar a mis ojos la romántica figura de Abén-Humeya’.
No piensen que soy un jeta que transcribe el arranque de ‘La Alpujarra. Sesenta leguas a caballo precedidas de seis en diligencia’, de Pedro Antonio de Alarcón, por no tener otra cosa que escribir. ¡Muy al contrario! He pasado un día de fábula en Guadix con mi amigo Gustavo Bernal, trabajando en un proyecto que tenemos entre manos para la Feria del Libro con el festival Gravite sobre viajes en el tiempo, patrocinado por Bankia y CajaGranada Fundación.
Una jornada de paseo y descubrimiento, siguiendo las huellas de Don Pedro Antonio por su ciudad natal, guiados por Marisa Ruiz López, de Cultura del Ayuntamiento, y por Julio García de los Reyes, un sabio, un erudito, máxima autoridad en la figura del autor accitano.
Aunque ya habrá ocasión de profundizar en el sentido de esta escapada, no puedo dejar de compartir mi euforia por tener en mis manos una primera edición de un libro de viajes capital, publicado en 1874, y que convertía a La Alpujarra en un territorio mítico a la altura de los valles del Nepal, el desierto del Kalahari, Machu Pichu o el Transvaal sudafricano.
Un libro de viajes por La Alpujarra que tantísimo me influyó de joven, de forma indirecta, gracias a la Guía General de Eduardo Castro, en la que contaba su periplo por la recóndita comarca granadina, siguiendo los pasos de Pedro Antonio de Alarcón. Un libro esencial, reeditado en una versión más completa con el título de ’La Alpujarra en caballos de vapor’ y que no puedo dejar de recomendarles.
Jesús Lens