Permítanme que insista en los resultados del Observatorio de la Cultura según los cuales, Granada se ha convertido en una ciudad bastante intrascendente a nivel nacional. Analizado el informe, me llama la atención la importancia otorgada a la gastronomía, el diseño y la moda, disciplinas muy importantes, pero cuyo alcance cultural se me hace complicado de ponderar, comparándolo con el impacto del Museo del Prado, por ejemplo. Y de ello escribo hoy en IDEAL.
Es decir, ¿penaliza a Granada, culturalmente hablando, no tener ni un solo restaurante con Estrella Michelín y el abuso de las tapas XXL? Que lo mismo los restauradores deberían pedir subvenciones a las administraciones para subir escalones en el ranking, visto lo visto. Y que conste que no es un tema baladí. Ya lo escribí hace un par de años largos, en este artículo, preguntándonos por qué no hay en Granada ni una sola distinción Michelín a nuestros restaurantes.
También hay que destacar el hecho de que la Fundación Contemporánea que emite el informe esté promovida por La Fábrica y que, entre las primeras 10 referencias culturales más importantes de España haya dos, Matadero y PHotoEspaña, que están íntimamente relacionadas con su actividad.
Dicho lo cual, centrémonos en Andalucía, donde la Bienal de Flamenco de Sevilla sería lo más de lo más, seguida del CAC malagueño, el Festival de Cine español, el Museo Picasso, el CAAC de Sevilla, el Pompidou, el recién abierto Palacio de la Aduana de Málaga, el C3A de Córdoba, la Colección del Museo Ruso y, en décimo lugar, nuestro Festival Internacional de Música de Granada.
El CAC, el CAAC y el C3A son centros de arte contemporáneo y los dos que conozco son una virguería y siempre que voy a Málaga o Sevilla, hago por visitarlos. El de Córdoba no lo conozco. Pero, ¿están, los tres, en el Top 10 de referentes culturales de Andalucía? ¿De acuerdo con qué baremos? Porque, con las cifras en la mano, el Parque de las Ciencias de Granada es el museo andaluz más visitado. ¿Y no pinta nada para este Observatorio?
Más llamativo aún: la colección del Museo Ruso de Málaga. ¿En serio? ¿De verdad? Perdónenme pero discúlpenme: no me lo creo. O, al menos, no lo veo claro. Ustedes saben que no adolezco de ese reduccionista granadinismo con orejeras que nos lleva a contentarnos con el “como Graná, ná”, que ayer mismo criticaba en esta otra columna los lamentables tijeretazos que las administraciones le han metido a la cultura en nuestra tierra. O en este otro, hablando de Málaga como ejemplo a seguir.
Pero antes de fustigarnos, hacer saltar las alarmas y tocar a rebato, analicemos con calma y sosiego los intersticios de este tipo de informes y pensémonos a nosotros mismos, más allá de lo que piensen los demás.
Jesús Lens