Lo de esta ciudad es alucinante. En diez días, hasta tres personas diferentes más o menos relacionadas con la cultura me han cuestionado que la Orquesta Ciudad de Granada deba recibir el pastizal público que va a recibir, una vez aclaradas sus cuentas y puestas al día las deudas acumuladas por las diferentes administraciones.
Hace unos meses, que la OCG estuviera en el alambre por no recibir las ayudas necesarias para cuadrar su presupuesto era una afrenta. Ya no me acuerdo de qué color eran los lazos solidarios que la peña lucía en solapas y ojales, exigiendo más apoyo. Imposible llevar el recuento de columnas y tribunas de opinión clamando por lo injusto que era que la OCG no recibiera más pasta.
De forma sorda y discreta, las administraciones se han puesto al día con la OCG. Ya no hay deuda. Puede quedar pendiente el pago de una paga extra del 2015, pero básicamente, está salvada. La Junta de Andalucía, con la que he sido tan crítico por otras cuestiones, ha incrementado su aportación en 200.000 euros, alcanzando los 1.715.610,22 euros anuales.
Así las cosas, la Orquesta cuenta para este 2021 con un presupuesto global de 4.421.148 euros. De esa cantidad, en dinero público, además del aportado la Junta, recibirá 1.715.997,75 euros del Ayuntamiento y 443.725 euros de Diputación.
¿Qué les parece? Seguramente, si el titular fuera “Las administraciones garantizan la supervivencia de la OCG y se ponen al día con sus deudas con los músicos”, aplaudiríamos con alegría, énfasis y delectación.
Démosle la vuelta a la tortilla y titulemos así: “En un año pandémico, la OCG le cuesta a los granadinos cerca de cuatro millones de euros”. ¿Qué tal? ¿Nos sigue pareciendo una buena noticia? Ya les anticipo que mucha gente lo considera escandaloso o, como mínimo, un descomunal agravio comparativo. Busquen las epístolas cruzadas de esta semana a cuenta de la dirección de la Feria del Libro, sin ir más lejos.
No podemos seguir viviendo en la esquizofrenia cultural permanente, pidiendo una cosa y, cuando se consigue, criticando el desmesurado gasto que conlleva. O queremos OCG o no la queremos. Pero si nos quedamos con ella, son 4 kilos de billetes al año. Con una mínima fracción de ese dinero, los gestores culturales de Granada haríamos maravillas. Y hasta el pino con las orejas. La pregunta es: ¿debemos pelearnos entre nosotros por coger un trocito de la tarta cultural que hay o pedimos, todos a una, una tarta más grande?
Jesús Lens