La verdad os hará libres.
Una de esas frases teóricamente incuestionables que, a nada que rasquemos en su superficie, se nos cae a pedazos.
La verdad jode, pero curte.
Otra perla del acervo histórico-cultural español. ¿Seguro que curte? ¡Ay, la sabiduría popular, qué osadamente ignorante puede ser! Y si no me creen, lean “Maldita verdad”, de Empar Fernández, publicada por la editorial Off Versátil.
Conocer la vida de su hijo adolescente debería ser algo lógico para una madre, ¿verdad? Sobre todo, porque los adolescentes suelen ser como extraterrestres, aislados, irritables y cansados de (casi) todo.
Pero saber lo que hace, con quién va y a quién ve se torna especialmente importante si al muchacho en cuestión le ocurre algo grave. Entonces, puede convertirse en una obsesión.
Que le pregunten a Olga Bernabé, la madre protagonista de “Maldita verdad”. Que, como no tiene dinero suficiente para pagar a un detective privado que rastree en la vida de Daniel, su hijo de diecisiete años, decide contratar a un joven estudiante de criminología que está a punto de terminar la carrera.
Que no es la solución ideal, pero que algo es.
¿Son ustedes seguidores de series como “The Leftovers”? Por lo del dolor, me refiero. O como “Happy Valley”. Series que no hacen aflorar las lágrimas, sino que las dejan congeladas en los conductos lagrimales para que se te claven en los ojos y te provoquen un escozor casi insoportable. Pero irresistible.
(Sigue leyendo esta reseña en la maravillosa revista Moon Magazine)
Jesús Lens