Inversiones redentoras

¡Cómo disfruté, el pasado viernes, conversando con Petros Márkaris en un Centro Lorca abarrotado de gente, en la clausura de Granada Noir! Como se trataba de presentar su más reciente novela, “Offshore”, publicada por Tusquets, conduje la charla entre el presente más rabioso y el origen de algunos de sus personajes de cabecera, pensando que sería muy interesante conocer quién es Jaritos, en realidad. Y Zisis, Adrianí o Katerina, por supuesto.

Foto: Antonio Casas

Para el tramo final, Márkaris, a sus envidiables 80 años de edad, se animó a participar en un juego: yo decía una palabra y él explicaba qué sentido le encontraba. Empecé por SEAT, seguí por “atasco”, “Sintagma” y, gracias a una pregunta del público surgió “Estambul”. Entonces, se terminó la conversación, que ya estábamos fuera de hora.

 

Y una palabra se quedó en el tintero: “inversión”. Un concepto que tiene mucho que ver con “Offshore”. Y como tuve la suerte de compartir con Petros buenos ratos, fuera del escenario, gracias a los buenos oficios de Fundación Tres Culturas y tomando una Cerveza Alhambra Especial –o dos-, me voy a permitir explicarles lo que significa dicha palabra para el maestro, a la que concede un halo casi religioso.

Y es que, hoy en día, la palabra “inversión” tiene propiedades mágicas y místicas: aparece un fulano trajeado, extiende un talón con varios ceros -metafóricamente hablando, que eso del cheque es un concepto viejuno y trasnochado- y todo son loas, alabanzas y parabienes.

 

La palabra “inversión”, en el discurso oficial, va seguida de “generación de riqueza y creación de puestos de trabajo”. Y, a partir de ahí, no hay nada más que decir. ¿A quién le importa que el inversor venga de un país en el que no se respetan los derechos humanos, por ejemplo? Que le pregunten a Kichi, el alcalde podemita de Cádiz, por las fragatas para Arabia Saudí, sin ir más lejos.

 

Es de muy mal gusto, en un mundo en crisis, pedir explicaciones sobre la procedencia de su dinero a un inversor que tiene a bien instalarse en nuestra comunidad y arriesgar su capital en nuestra tierra, contribuyendo de esa manera a… ¡generar riqueza y crear puestos de trabajo!

Foto: Alfredo Aguilar

De ahí que Márkaris haya escrito “Offshore” y, en ella, haya asesinado a un personaje icónico de sus anteriores novelas. Uno que no se conformaba con una respuesta esquiva y facilona y trataba de investigar e ir más allá de las apariencias. No les digo más para no reventarles la novela. Solo insistirles: léanla.

 

Jesús Lens

Maestro Márkaris en Granada

Hace unos años, en Semana Negra, Petros Márkaris se reía cuando le contaba que a mi primer portátil le puse de nombre “Jaritos”, en homenaje a uno de mis personajes favoritos de la novela negra contemporánea.

Y es que Jaritos, Kostas Jaritos, es el nombre del comisario de la policía ateniense que protagoniza la larga saga de novelas policíacas escritas por Petros Márkaris, uno de los grandes maestros del Noir internacional y auténtico referente en lo que se ha dado en llamar el Noir Mediterráneo.

 

La primera aparición de Jaritos data de 1995, en “Noticias en la noche”, una espléndida novela en la que Márkaris mezcla el asesinato de un matrimonio de inmigrantes albaneses con el de una periodista especializada en sucesos de una de las cadenas de televisión más importantes de Grecia. Ahí estaba, ya, el germen de los ejes temáticos de la narrativa del escritor griego: la mala suerte de los desdichados enfrentada a la corrupción que corroe al país heleno como estado y a sus diferentes capas y estructuras de poder.

 

En España, la novela se publicó por primera vez en el año 2000, feliz forma de arrancar el nuevo siglo. Desde entonces, han sido diecisiete años acompañados por Jaritos, por su esposa Adrianí y por Katerina, su hija, a la que hemos visto crecer delante de nuestros ojos. Diecisiete años, también, con Zisis, el amigo comunista de Jaritos, contrapunto necesario que aporta lucidez, socarronería y una necesaria dosis de cinismo a las historias de Márkaris. Diecisiete años… y los que nos quedan. Que Márkaris está en plena forma y escribe a una velocidad vertiginosa, saliendo a una novela por año, en el último lustro.

 

Nacido en Estambul, el 1 de enero de 1937, Petros Márkaris tiene 80 años de edad… y la lucidez, el compromiso y el coraje de un chaval de veinticinco, como tendremos ocasión de comprobar el próximo viernes a las 20 horas, en el Centro Lorca, donde el maestro clausurará la tercera edición del Festival Granada Noir en una jornada muy especial, gracias al apoyo de Fundación Tres Culturas, Granada Ciudad de Literatura UNESCO y Cervezas Alhambra, como patrocinadora del certamen negro andaluz por excelencia.

Van a comprobar ustedes que Márkaris, además de escribir a un ritmo envidiable, habla a una velocidad endemoniada y con una brutal contundencia sobre los temas más variados: literatura, por supuesto, pero también cine, que fue guionista de una película tan extraordinaria y esencial como “La mirada de Ulises”, de  Theo Angelopoulos, con el que ha colaborado en cinco ocasiones.

 

Y hablará de política, y de economía. Y de Alemania y la Troika comunitaria. Y de la crisis. Porque Márkaris, atesorador de una formación enciclopédica, tiene publicado un apasionante libro de ensayos y artículos periodísticos, “La espada de Damocles” (Tusquets. 2012), en el que desgrana lo que ha ocurrido en Grecia, y por extensión en Europa, en estos años de crisis.

 

Es precisamente la crisis el motor que ha animado la escritura de las últimas cinco novelas del maestro griego. El ciclo arrancó con “Con el agua al cuello”, título en absoluto eufemístico: que los banqueros griegos perdieron la cabeza en un momento dado, es algo que todos sabemos. Y que, con ello, contribuyeron a llevar a la ruina a todo un país, europeo y comunitario, y a buena parte de su población; también. Quizá por eso, a modo de justicia poética, Petros Márkaris hace que el antiguo director del Banco Central de Atenas amanezca una mañana asesinado, degollado por arma blanca, con la cabeza seccionada del tronco.

 

–         “¡Ya que nos hicisteis perder la cabeza, el empleo, las pensiones, la sanidad gratuita, la jubilación, la casa y los negocios; yo os voy a hacer perder la cabeza!”, proclama el asesino.

 

Después llegó “Liquidación final”, un libro que comienza con la siguiente advertencia: “Se desaconseja cualquier imitación de los hechos narrados en esta novela”, no en vano, los muertos que comienzan a aparecer en la historia y a cuyo asesino debe encontrar nuestro querido, entrañable y encantador comisario Kostas Jaritos, son notorios defraudadores de hacienda. Muertos, asesinados con cicuta y cuyos cadáveres aparecen en antiguos recintos arqueológicos de una Atenas imposible e intransitable, en la que las protestas callejeras, las manifestaciones y las algaradas se suceden mañana, tarde y noche, sin solución de continuidad.

La novela que se presenta en Granada

Y, por fin, lo que parecía el cierre de la llamada Trilogía de la Crisis: “Pan, educación y libertad”. En ella, en vez de describirse los efectos de la devastadora crisis que asola a los países mediterráneos, directamente fabula sobre ella y nos sitúa en un escenario que, finalmente, no se produjo. Porque ni Grecia ni España dejaron el euro para volver al dracma y a la peseta, respectivamente. Pudo haber pasado. Pero no.

 

En cualquier caso, el contexto en que se desarrolla “Pan, educación y libertad” vuelve a mostrar una sociedad devastada en la que el paro y los recortes salariales y sociales obligan a la gente a volver a una especie de economía de guerra, lo que permite aflorar lo mejor… y lo peor del ser humano. Porque las ollas comunitarias y la solidaridad familiar tienen que convivir con los movimientos xenófobos de Amanecer Dorado y otros grupos de extrema derecha.

 

Pero llegó 2015. Y la crisis no había terminado. Y Márkaris retomó a Jaritos en “Hasta aquí hemos llegado”, en la que muestra cómo la ultraderecha de Amanecer Dorado está formando un estado paralelo, utilizando Internet y penetrando en las estructuras del gobierno de Grecia. Y llegó 2017. Y Márkaris sige escribiendo. En este caso, sobre la ¿post?crisis. En una novela de título preclaro: “Offshore”, en la que el blanqueo de capitales desempeña un papel esencial.

 

¿Hay o no hay argumentos para acompañarnos el viernes en el Centro Lorca, a Márkaris y a un servidor, en una conversación que promete ser apasionante?

 

Jesús Lens