Hace unos días, una persona de reconocido prestigio, referente intelectual en esta ciudad, se extrañaba del Jijijí-Jajajá con el que se vienen conduciendo algunos de esos dirigentes que, teniendo en sus manos la gestión de la res pública, no parecen estar preocupados por el estado de las cosas. Muy al contrario, se muestran divertidos, ufanos y encantados de conocerse. Y esa es la primera perplejidad de la que hablo en mi artículo de IDEAL de hoy.
Me acordaba de sus palabras al leer que la provincia de Granada acumula 142 desempleados más en marzo, con lo que volvemos a superar la redonda cifra de los 100.000 parados. Un dato que contrasta con el hecho de que, tanto en el resto de Andalucía como en el conjunto de España, el paro ha descendido.
La pasada Semana Santa me quedé en casa. Aproveché la calma de esos días para escribir mucho y, también, para ponerme al día en lecturas atrasadas. Y, efectivamente, había un buen montón Jijijí-Jajajá acumulado en la prensa reciente. Como lo había en las complacientes declaraciones que escuchaba en la radio durante esas lúdicas jornadas: que si una Semana Santa de récord, que si cerca de un 100% de ocupación hotelera, que si se nota en el ambiente una mayor alegría a la hora de gastar…
¿Cómo casa todo ello con un incremento en el número de parados? Los sindicatos lo tienen claro: economía sumergida. Y si hablan ustedes con cualquier persona que trabaje en el mundo de la hostelería, se lo podrá confirmar: miles y miles de horas trabajadas sin cotizar.
Ahora andamos todos indignados con los paraísos fiscales, los papeles de Panamá y las firmas offshore. Pero es una indignación de boquilla. Que ya hemos visto en otras ocasiones la comprensión popular que generan los problemas con hacienda de folclóricas y deportistas varios. De hecho, tengo la sensación de que mucha gente es tolerante con la evasión fiscal porque en su fuero interno sabe que, si pudiera –y si tuviera–, haría lo mismo.
Por supuesto, no es lo mismo dejar de pagar el IVA de una factura que organizar una sofisticada ingeniería financiera para evadir impuestos. Y dada la presión fiscal y el severo escrutinio a los que se somete a los asalariados, la laxitud con la que se permite conducirse a los grandes capitales genera una indignación que se multiplica exponencialmente cuando se percibe tanto Jijijí-Jajajá en el ambiente. Pero ¿cuánto durará?
Jesús Lens