“Mortdecai”, la última película con Johnny Depp, es una simpática e intrascendente patochada que se ve con agrado… si te gustan el referido Johnny Depp y sus histrionismos.
Sin embargo, si eres de los que no soportan la deriva del actor y sus papeles en la saga de los piratas del Caribe o su Tonto haciendo el indio en la inefable “El llanero solitario”; abstente. Es que ni te lo pienses.
Porque, en realidad, “Mortdecai” es una película de Johnny Depp. Total y absolutamente. Aunque en los títulos de crédito figure un director como David Koepp y hasta tres guionistas encargados de la tarea de adaptar a la pantalla una novela de Kyril Bonfiglioli y Craig Brown, la película son 106 minutos dedicados a la mayor gloria de las muecas de JD.
La película cuenta las andanzas de un rico marchante de arte venido a menos, el susodicho Mortdecai, en su búsqueda de una pintura de Goya que, además de su valor intrínseco, podría ocultar una información muy valiosa, lo que activa a mafiosos rusos, a los servicios de su graciosa Majestad británica, a coleccionistas de Los Ángeles y a no me acuerdo a cuántas personas más.
Con esas premisas, la película es un cúmulo de mamporros, golpes, persecuciones, chistes y bromas que, en unos casos funcionan bien y en otros provocan sonrojo a un espectador mínimamente exigente y con dos dedos de frente.
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Jesús Lens